El pantano más antiguo de Europa se encuentra en Alicante y sigue en funcionamiento
El embalse de Tibi, construido en el siglo XVI tiene una altura de 43 metros y fue un desafío a la ingeniería de la época
En la zona del Levante español, donde la escasez de lluvias es una constante desde hace siglos, el agua es un recurso preciado y vital. En este contexto, el pantano de Tibi emerge como un monumento histórico que no solo abastece de agua, sino que también narra la crónica de la ingeniería y la supervivencia de la zona.
Construido a finales del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, esta infraestructura es reconocida como el embalse en funcionamiento más antiguo de Europa, según un informe de la Universidad Jaume I de Castellón. Su construcción, que se extendió durante 14 años desde 1580 hasta 1594, fue financiada por los propios vecinos de Alicante, quienes vieron en la presa una oportunidad para asegurar el riego de sus campos y huertas durante siglos.
Otras fuentes señalan que el pantano más antiguo sería el embalse de Proserpina, en Badajoz, cuyos orígenes datarían del siglo I. La infraestructura que hoy sigue en funcionamiento sufrió modificaciones hasta el siglo XVII, cuando se añadió un muro de sillares con contrafuertes para aumentar la capacidad del vaso.
Por su parte, la gestión del agua del embalse de Tibi, hasta el día de hoy, sigue a cargo del Sindicato de Riegos de la Huerta de Alicante, manteniendo así viva la tradición de cuidar y administrar este recurso vital.
Su construcción fue una hazaña de la ingeniería de la época. Los planos, atribuidos al renombrado arquitecto Juanelo Turriano, muestran la meticulosa planificación de la presa, diseñada para resistir las crecidas del río Monnegre. Sin embargo, a lo largo de su historia, la presa ha enfrentado desafíos naturales, como las riadas que provocaron roturas parciales en 1601 y 1697, que exigieron reconstrucciones y reformas para fortalecer su estructura.
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La ubicación de la balsa no solo es estratégica desde el punto de vista hidráulico, sino también visualmente impresionante. Encajado entre dos cerros, La Cresta y Mos del Bou, el muro de contención del agua ofrece vistas panorámicas que han sido elogiadas por expertos botánicos como José Antonio Cavanilles en el siglo XVIII. Con una altura de 43 metros y una longitud en coronación de 65 metros, el embalse es un testimonio de la grandeza de la ingeniería renacentista.
Uno de los aspectos más destacados de la construcción es su diseño innovador, que incluía un desagüe inferior para permitir la evacuación de los sedimentos acumulados. Este recurso técnico, contemplado en los planos originales del siglo XVI, ha sido fundamental para mantener su funcionalidad a lo largo de los siglos, evitando que quede inutilizado por la sedimentación, fenómeno que ha afectado a otras presas de la región.
A pesar de su modesta capacidad de almacenaje, estimada en 2,4 Hm³, esta infraestructura ha sido una fuente vital de agua para la región, permitiendo el desarrollo agrícola y humano en un entorno marcado por la aridez. Además, su historia está entrelazada con la del río Monnegre, que recibe hasta tres nombres diferentes en su recorrido: río Verde en el curso alto, río Monnegre en su paso por el embalse, y río Seco en su tramo final, cerca de su desembocadura en El Campello, adonde llega prácticamente sin agua.
Zona de recreo
El pantano de Tibi, clasificado como Bien de Interés Cultural, ofrece diversas posibilidades para disfrutar de la naturaleza y el paisaje en su entorno. Aunque no existen rutas específicas dentro del embalse en sí mismo, debido a que su acceso está restringido por cuestiones de seguridad, sus alrededores y los senderos cercanos ofrecen opciones para explorar y disfrutar de sus vistas panorámicas.
Alrededor de la balsa hay caminos que permiten recorrer su perímetro, ofreciendo vistas impresionantes de los paisajes que lo envuelven. Estos senderos suelen ser de dificultad baja a moderada y son ideales para aquellos que desean disfrutar de una caminata tranquila mientras admiran el entorno natural.
Este espacio ofrece actividades entre las que se encuentran:
- Ruta hacia La Cresta y Mos del Bou: Estas dos colinas que enmarcan el paisaje ofrecen la oportunidad de realizar una caminata más desafiante con recompensas panorámicas. Los senderos que conducen a La Cresta y Mos del Bou pueden ser un poco más exigentes en términos de dificultad, pero brindan vistas espectaculares del embalse y los alrededores una vez alcanzadas las cimas.
- Observación de aves: El entorno es un hábitat importante para diversas especies de aves acuáticas y rapaces. Los observadores de aves pueden disfrutar de la oportunidad de avistar garzas, águilas y otras especies mientras exploran los alrededores.
- Picnics y actividades al aire libre: Muchas áreas cercanas ofrecen espacios para realizar picnics y otras actividades al aire libre, como barbacoas y juegos. Estas zonas suelen estar equipadas con mesas, bancos y áreas de descanso, lo que las hace ideales para disfrutar de un día en la naturaleza con familiares y amigos.