Vista general de la acampada universitaria propalestina en la Facultad de Filosofía de la Universidad de ValenciaEFE / Biel Aliño

Desde dentro de la acampada propalestina de Valencia: «Seguiremos hasta que Israel pare el genocidio»

Los organizadores de la protesta en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia, que llevan diez días allí, censuran a El Debate mientras atienden a otros medios de comunicación «afines»

Existe una expresión que dice que la mención a la extinta República Democrática Alemana (RDA) era utilizar tres mentiras en estas mismas palabras, ya que era un satélite de la Unión Soviética, la democracia brillaba por su ausencia y, más que alemana, pertenecía a la URSS. Algo parecido podría extrapolarse de la acampada que varios estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia llevan haciendo desde hace diez días a favor de Palestina y en contra de Israel a colación de la guerra que se está librando en la Franja de Gaza.

Oficialmente, pretende alejarse de la crispación y la violencia y está abierta a quien quiera ir. Pero la realidad es bien distinta. Nada más entrando al centro, llaman la atención dos carteles. En uno de ellos se hace una justificación expresa de la violencia. De una parte, más bien, ya que encima de la bandera palestina está escrito el siguiente texto, en valenciano: «La violencia del oprimido no es equiparable a la violencia del opresor». Justo debajo, y puesto a mano en una pizarra, se puede leer también en el idioma regional: «Todo el mundo es bienvenido. Pregunta a los compañeros. Palestina libre».

La Sexta, sí; El Debate, no

Sin embargo, esa supuesta alegría por visitar la acampada no la ha podido disfrutar El Debate, que este mismo martes acudió a la citada Facultad para poder hablar con los organizadores de esta iniciativa. Al intentarlo, lo primero que llama la atención es que un grupo de cinco o seis alumnos, algunos vestidos con ropa con motivos de izquierdas, está encantado de que el programa El Intermedio, de La Sexta y presentado por el Gran Wyoming, les esté entrevistando en un ambiente de gran compadreo.

Pero todo cambia cuando es este periódico el que intenta recabar su versión. Al pronunciar el nombre de la cabecera, el grupo se aparta unos metros para entre todos examinar la línea editorial. No pasan muchos segundos hasta que se escucha a uno de ellos decir la frase «bueno, podemos ponerlos en la lista de 'no afines'», pero, finalmente, no se pudo hacer ni eso. Tras esa sugerencia, una estudiante se acerca al redactor y le dice que «por la forma en que se tratan los artículos» no van a hacer «ningún tipo de declaraciones».

Imagen de la acampada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de ValenciaEl Debate

El periodista les puntualiza que está allí para que ellos den su versión y, a la par, pregunta por qué otros medios de comunicación sí pueden hacer su trabajo. La respuesta es que aseguran estar sufriendo «ataques, incluso personales, por parte algunos periódicos». Ante tal afirmación y el asombro del profesional, la alumna reconoce que no es por parte de El Debate, pero que, de todos modos, «no hay nada más que hablar».

Seguidamente, y ante el reparo mostrado por los organizadores de la protesta propalestina para que se pudieran sacar fotos de la acampada, se logra el permiso de la decana de la Facultad sin el más mínimo problema, un hecho que provoca la incomodidad de los promotores de la iniciativa, quizás como consecuencia de la raquítica asistencia o por el ambiente, un tanto destartalado. Así, se toman fotos de las distintas pancartas y los carteles reivindicativos que han colgado con lemas como «Resistir es existir» o «Canciones y purpurina no pueden esconder el genocidio en Palestina». Allí mismo, ya dentro, entre la puerta de entrada y la avenida Blasco Ibáñez, uno de los miembros de la sentada sí parece estar dispuesto a hablar con este periódico.

Entrada a la acampada propalestina en ValenciaEl Debate

Así, responde que su intención y la de sus compañeros es mantener las tiendas de campaña «hasta que Israel pare el genocidio que está haciendo en Gaza». Igualmente, señala que «pronto» los convocantes tendrán una reunión con la rectora de la Universidad. En ese preciso momento, la chica que había censurado a El Debate minutos antes vuelve a escena para, en esta ocasión, hacer callar al alumno y decirle que con este medio «no se habla», a lo que no le queda más remedio que acceder.

Después de seguir haciendo fotografías ante la impaciencia de algunos de los poco más de 20 acampados entre la aproximadamente una treintena de tiendas de campaña que en ese momento había y antes de salir del recinto, el periodista habla con varios trabajadores municipales que se encargan del cuidado y mantenimiento de las zonas ajardinadas del centro. Estos muestran su descontento ante la situación que allí se está viviendo desde hace días. «Están abusando. Una cosa es protestar y otra es hacer esto. No podemos trabajar y se nos está acumulando la faena», lamenta uno de ellos mientras otro protesta porque «no se puede regar» y el césped «se está secando y hace mucho calor».