Valencia
Teri, la chica que mató a su madre por una deuda de drogas y que convivió cuatro meses con el cadáver
La joven, que ahora tiene 22 años, se enfrenta a una pena de prisión de 30 años por el asesinato de su progenitora
Alrededor de las 12 del mediodía de este lunes, Marya Tereza H. A., conocida familiarmente y entre sus amistades como Teri, rompía a llorar. Lo hizo en la primera de las dos sesiones que se espera que dure el juicio sobre el asesinato en 2020 de su madre a manos suyas y de Kolyo T. S., su novio. Esa pena, sin embargo, no la tuvo hace cuatro años, cuando remató la vida de su progenitora, que ya agonizaba, degollándola y fumándose un cigarro con su pareja.
Por si el nivel de crueldad no fuera suficiente, la joven, que ahora tiene 22 años, estuvo conviviendo con el cuerpo de la víctima durante cuatro meses, un tiempo que se interrumpió hasta que fue detenida por la Guardia Civil. Según le explicó al jurado que dictaminará cuál va a ser su futuro procesal, Teri afirmó ser víctima de malos tratos por parte de su novio, algo que a la madre no le gustaba y por lo que ambas comenzaron a discutir con asiduidad.
«Consumíamos cocaína, marihuana y hachís. Él se endeudó antes de la pandemia. Él discutía mucho con mi madre, porque ella no aceptaba la relación ni la actitud de Kolyo. Yo también discutía con ella por lo mismo porque yo no veía las cosas igual», relató en su testimonio durante el juicio, a la par que aseguró que el chico, que en el momento de los hechos estaba a escasas semanas de alcanzar la mayoría de edad, le dio a «elegir» entre él o su madre.
«Yo le elegí a él. El día que vino a matarla yo sabía a lo que venía. Llegó con tres barras de pan. Entró, me dio un beso, fue a por la botella de amoniaco a la cocina y fue adonde dormía mi madre, en el sofá. Yo me encerré en el baño con mi perro. Intenté marcar el 112 pero no pude. Yo escuchaba cómo mi madre luchaba, noté el olor a amoniaco», explicó la joven. Inmediatamente, escuchó «dos golpes importantes», uno «con una pesa, una mancuerna, con la que le pegó» a su madre «en la cabeza», mientras que el otro fue «seco». «Cuando salí le vi la cabeza, que sangraba, por eso sé que era en la cabeza. Yo quería salvar a mi madre», se intentó justificar Teri.
«¿Por qué hemos acabado así?»
Fue entonces cuando la hija tuvo, tal como ella mismo viene reconociendo tanto en el juicio como en declaraciones previas, su rol activo en el asesinato. «Salí y vi a mi madre ensangrentada, tirada en mitad del pasillo. Entendí que yo también debía hacer algo. Él me dio el cuchillo. Yo estaba indecisa. A la tercera, le corté la parte del cuello. Pero no con fuerza. No sé si mi madre estaba viva en ese momento. Yo creo que estaba viva. Estaba como agonizando», sostiene.
Durante esos angustiosos momentos, la madre únicamente acertó a decirle a su hija «tengo frío», a lo que la propia Teri le contestó «mamá por qué hemos tenido que acabar así». Por su parte, el novio, que había comprado unas barras de pan como excusa para portar el arma homicida porque ir a por pan era uno de los motivos para no estar confinado en España en esos tiempos por la pandemia covid, se abrazó a su pareja y la consoló con un «ya está». Al parecer, el motivo fue que Kolyo tenía una deuda con un camello que la víctima se negaba a sufragar. La cantidad de esta ha ido variando entre los 20 euros y los 110.
«Luego dejamos el cuerpo de mi madre en el pasillo, hasta que llegó la Guardia Civil, en agosto» apunta. Mientras tanto, los supuestos asesinos tuvieron la ayuda de una amiga de ella para limpiar «la sangre del sofá y del suelo». Igualmente, mientras el hermano de Teri llamaba para hablar con su madre y saber cómo estaba, esta le iba dando excusas como que no estaba en casa. De hecho, según detalló en el juicio, sus sospechas se confirmaron la noche en que se dio a conocer el fatal desenlace.
«Llamé a mi hermana y nada. Llamé a la Guardia Civil y me dijeron que no podían decirme nada. Y les dije que entonces iba para allá. Fue entonces cuando me dijeron que no fuera, que había habido un problema y ya después me enteré de todo», recalcó. Eso sucedió en agosto, pero desde el mes de abril en que se cometió el crimen, la pareja no tuvo el más mínimo reparo en convivir con el cuerpo de la madre y en vaciarle literalmente la cuenta bancaria a la madre, llegando a gastarse entre compras y retiradas de dinero en efectivo la cantidad de 6.249, 74 euros. La fallecida tenía otra tarjeta bancaria, pero su hija no se sabía el número PIN de esta.
El plan terminó cuando agentes de la Benemérita, alertados por el novio de la cómplice, se presentaron en la casa de los acusados. Teri se negó a abrirles y a las pocas horas volvieron a acudir, esta vez con una orden judicial. En ese lapso de tiempo, la pareja trasladó el cadáver desde el pasillo hasta su ubicación en un cuarto de baño, poniéndolo en una bañera. Al ser menor de edad, el novio fue condenado a una pena de siete años de internamiento, que ya está cumpliendo, aunque llegó a pasar unos días en el centro penitenciario de Picasent.
Ahora, es Teri la que espera veredicto, con una petición por parte de la Fiscalía y de su hermano, que ejerce la acusación particular, de 30 años, si bien todo hace prever que ha habido un pacto entre las partes para rebajar la eventual condena por un crimen que en ningún momento ha negado la hija.