María José Catalá, con la vara de mando tras recibirla de manos del exalcalde, Joan RibóEFE

Catalá, un año al frente del Ayuntamiento de Valencia y ocho meses de roces en la convivencia con Vox

La alcaldesa de la capital del Turia cumple el primer cuarto de legislatura con la bajada de impuestos y la puesta en marcha de más de la mitad de su programa como hitos, aunque con una relación con su socio de Gobierno marcada por los desencuentros públicos

El 17 de junio de 2023, María José Catalá tomaba la vara de mando y se convertía en alcaldesa de Valencia gracias a los votos de los 13 concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento, tras ocho años de Gobierno de izquierdas con Joan Ribó a la cabeza. La 'popular' llegaba con la promesa de ofrecer un proyecto de ciudad «compartido con todos los valencianos, sin generar enfrentamientos, con cercanía, sensibilidad, con diálogo, con fortaleza y ambición». Su mandato, afirmaba, se iba a caracterizar además por no dar «ni un paso atrás» en la lucha contra la «violencia de género».

Su investidura se produjo bajo los reproches de Vox, que afeaba a la regidora que no hubiese tratado de negociar con ellos un «Gobierno estable». Las diferencias ideológicas con sus socios naturales eran más que evidentes y por ello apostaba por tratar de gobernar en solitario y alcanzar pactos puntuales cuando se requiriese. Cuatro meses y tres días después, Vox entraba en el Ejecutivo municipal, que enfrentaba una nueva era al poco de echar a andar. Los 16 asientos que suman Compromís y PSPV y la eventual falta de apoyo de los cuatro concejales de Vox podían convertir su mandato en ingobernable.

Un año después de su entrada como líder del Consistorio, el balance que hacen tanto ella como el PP es más que positivo. «La mayor bajada de impuestos histórica realizada por una gran ciudad en España», como afirma en un comunicado, unido a haber «cumplido o puesto en marcha en solo un año el 55 % del programa electoral» son algunos de los hitos que destaca Catalá, quien sintetiza que «la bajada de impuestos, limpieza, seguridad, la reactivación económica y la vivienda han sido los ejes de este primer año en la Alcaldía».

«Estamos muy satisfechos y contentos con el trabajo realizado. En Valencia ya se nota el nuevo Gobierno municipal», abunda en el escrito la primera edil de la ciudad levantina, quien también defiende la gestión del transporte público, el fin de las ayudas a entidades catalanistas, su defensa de la Dehesa de El Saler o su lucha por que «Valencia, Capital Verde» sea reconocida como Acontecimiento de Excepcional Interés. «Soy muy feliz de ser la alcaldesa de Valencia, lo estoy pasando muy bien», aseveraba hace unos días en Cope Catalá, en una entrevista en la que, sin embargo, no escondía sus desavenencias con los de Santiago Abascal.

Cuestionada por su relación con Vox y el segundo teniente de alcalde, Juan Manuel Badenas, Catalá señalaba: «No somos muy de postureo, como hacían otros. Yo soy feminista, creo en la igualdad, en la diversidad y creo en los objetivos de las ODS –la también conocida como Agenda 2030– y que la ciudad evoluciona hacía una ciudad más sostenible. Y todo eso ya nos diferencia, pero también tenemos claro que hay que gobernar con sentido común, no por imposición». Unas posturas ideológicas que chocan con las de Vox, que se opone frontalmente a ellas.

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y el segundo teniente de Alcaldía, Juanma BadenasRober Solsona / Europa Press

«María José Catalá es una progre», resumía Badenas en una entrevista con El Debate hace dos meses, en la que disparaba: «El problema no está en el PP, está en la señora Catalá». No era la primera vez que se pronunciaba en términos similares y hacía sangre comparando su relación política con la que tienen el presidente de la Generalitat, el también 'popular' Carlos Mazón, y Vicente Barrera, vicepresidente primero del Ejecutivo autonómico, que destila entendimiento y sintonía en los asuntos clave, lo que facilita alcanzar acuerdos y no protagonizar encontronazos en público, como sucede en el ámbito local valenciano.

Pese a sus rifirrafes públicos, PP y Vox también muestran puntos de encuentro en el Consistorio

El punto álgido de las fricciones, al menos fuera del ámbito privado, se produjo en marzo, cuando los ediles de Vox en el Ayuntamiento abandonaban el pleno después de que Catalá no les diera la palabra en un asunto que entendían que era de su competencia. «No hay ninguna tensión», afirmaba Badenas poco después, quien aseguraba que el pacto de gobierno «no está en peligro».

Para regocijo de la oposición, que echa sal en la herida cada vez que la ocasión lo permite, las rencillas se han seguido sucediendo en torno a materia de género, ecologismo o las políticas LGTB, motivo de disputas también en Castellón entre Vox y la 'popular' Begoña Carrasco, que hoy también cumple un año al frente del Consistorio de la capital de La Plana, aunque con menos disentimientos a la vista del ciudadano que en el caso de la coalición valenciana.

Pero no todo están siendo tempestades entre las dos formaciones políticas en Valencia. El jueves pasado, por ejemplo, Badenas apuntaba a que los dos partidos estaban trabajando «de forma muy coordinada» para «impedir» que el dueño del Valencia CF, Peter Lim, «obtenga beneficios urbanísticos y plusvalías urbanísticas» por las obras del Nuevo Mestalla.

Ese mismo día, a pesar de mostrar una postura diferente, el también concejal de Parques y Jardines indicaba que «en este momento estamos trabajando los dos grupos [...] sobre la ordenanza que regulará esa zona de bajas emisiones», una política de la que, reconocía Badenas, su partido no está a favor, pero sobre la que «existe una vinculación presupuestaria con fondos europeos que afecta al ejercicio de las actividades» del Ayuntamiento. Durante los próximos tres años habrá tiempo de comprobar si la alianza cristaliza o, por el contrario, estará marcada por la inestabilidad.