Así se llaman algunos ejemplares del Palmeral de Elche
Conoce las palmeras más singulares de este Patrimonio de la Humanidad
El Palmeral de Elche, con más de 200.000 palmeras, es el palmeral más grande de Europa y uno de los más antiguos del mundo. Su origen se remonta a la época de los íberos, pero fue con la llegada de los musulmanes en los siglos VIII y IX cuando alcanzó la forma y extensión que conocemos hoy.
Este vasto conjunto de palmeras datileras se ha mantenido gracias a un ingenioso sistema de riego diseñado por el príncipe omeya Abderramán I, que sigue en funcionamiento después de más de mil años.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, el palmeral no solo es un espectáculo natural, sino también un reflejo de la adaptación humana y la influencia cultural a lo largo de los siglos.
Lo que hace realmente único al Palmeral de Elche no es solo su tamaño, sino también la diversidad y singularidad de algunos de sus ejemplares. De las 141 palmeras catalogadas como singulares en la ciudad, 18 destacan especialmente por su rareza, formas inusuales o historias particulares.
Estas palmeras forman parte de la «Ruta de las Palmeras Singulares», una iniciativa que permite a los visitantes conocer más sobre estos árboles excepcionales y su importancia para la ciudad de Elche.
Palmera Imperial
Considerada la joya del Palmeral de Elche, es una de las palmeras más fotografiadas por los turistas. La Palmera Imperial se ganó su nombre en 1894 en honor a la emperatriz Elisabeth de Austria, conocida como Sissi, durante su visita al Huerto del Cura.
Esta palmera es única por sus siete hijuelos que brotan simétricamente de su tronco principal, una característica extremadamente rara que la hace parecer una gran corona vegetal.
El Candelabro
Esta palmera es impresionante por su forma inusual que solo se da en una de cada 30.000 palmeras. A unos cuatro metros de altura, le brotan cinco brazos que no se distribuyen uniformemente alrededor del tronco, sino que se alinean en dos extremos opuestos, asemejándose a un candelabro judío.
El Tridente
Esta es la primera palmera que se en la ruta y destaca por su singularidad. De su tronco principal emergen tres brazos a una altura de tres metros, creando una forma tridente que llama la atención por su simetría perfecta.
Palmera Don Diego
Nombrada en honor a Diego Ferrández Ripoll, un exalcalde ilicitano que donó la palmera en 1945, esta palmera inicialmente tenía cinco brazos, aunque en la actualidad solo conserva cuatro.
La Centinela
Con sus 22 metros de altura, la Centinela es la palmera más alta del palmeral y tiene más de 200 años de antigüedad. Su nombre proviene de su posición, que recuerda a un guardián en su torre de vigilancia, observando todo desde las alturas.
Palmera de la Font
Este conjunto de ocho brazos es uno de los más impresionantes del palmeral. Fue trasladado a su ubicación actual en 2013, y debido a su gran tamaño, fue necesario instalar una estructura metálica para mantenerlo en pie. Tiene un diámetro de cuatro metros y una altura de siete.
Tirachinas
Esta palmera destaca por su curiosa forma que recuerda a un tirachinas. Sus dos troncos bifurcados a un metro de altura crean esta imagen inusual, que es un fenómeno botánico extremadamente raro.
La Bonica
Conocida como la más bonita entre las datileras que no tienen brazos, la Bonica se distingue por sus hojas rectas, planas y lisas, con multitud de foliolos que crean una sombra especialmente frondosa.
La Pipa de San Plácido
Esta palmera, que ha ido inclinándose con el tiempo en busca de la verticalidad, presenta una forma curiosa que recuerda a una pipa. Ha sido necesario colocar un soporte para ayudarla a mantenerse erguida y continuar creciendo de manera saludable.
Estas palmeras singulares no solo embellecen el Palmeral de Elche, sino que también cuentan historias de la ciudad y de las personas que han contribuido a su preservación a lo largo del tiempo.
Explorar la «Ruta de las Palmeras Singulares» es una manera de conectar con la historia natural y cultural de Elche, y de apreciar la belleza y rareza de estos árboles que han visto pasar siglos de historia bajo el sol del Mediterráneo.