Los testimonios de la peor DANA del siglo
El heroico rescate de Raúl a su tía y su abuela antes de que les arrastrara la corriente en Algemesí
Con el agua al cuello, el joven salió a buscar a sus familiares ante la imposibilidad de que los bomberos pudieran acceder a la zona
Algemesí es uno de los municipios más afectados por el paso de la DANA que se ha cobrado la vida de tres personas en la ciudad. Estas se suman a las decenas de fallecidos que se contabilizan en la provincia de Valencia, que vive momentos de auténtico caos y desolación. Las lluvias torrenciales y el desbordamiento del río Magro han arrasado calles, anegado viviendas y dejado incomunicada a la población, con accesos cortados y servicios básicos interrumpidos. Mientras las autoridades luchan por establecer comunicación en la zona y evaluar los daños, los habitantes de Algemesí se enfrentan a una situación sin precedentes, que para muchos resulta la peor en décadas. Raúl, un joven residente de la ciudad, comparte su relato con El Debate, explicando su vivencia familiar en medio de la catástrofe.
«Ayer me levanté temprano porque tenía que hacer unas gestiones en el Ayuntamiento, y no llovía. Pero sobre las 15:00 horas vi que empezaba a llover, aunque no me llamó mucho la atención». Como detalla Raúl, la lluvia comenzó con relativa normalidad, pero lo que parecía un día de tormenta se transformó en pocas horas en una pesadilla. Poco después, su madre llegó a casa de manera inesperada tras ser evacuada de su trabajo, donde el agua comenzaba a entrar en las instalaciones. Para las 19:00, las redes sociales alertaban ya del desbordamiento del río y, al asomarse al balcón, el joven observó la crecida: «Un agua marrón que parecía la del río nos rodeaba, y en cuestión de media hora el agua nos llegaba por los tobillos, y no paraba de subir».
El agua empezó a invadir viviendas y cortar calles. Fue entonces cuando recibió una llamada desesperada de su prima: su abuela y su tía, que habían salido de su casa en el campo debido a la inundación, estaban atrapadas en el coche a mitad de camino. «Intentaron avanzar a pie, pero mi abuela tiene 86 años, y mi tía no tenía fuerzas para andar contracorriente». En ese momento, Raúl y su familia intentaron contactar con los servicios de emergencia, pero las líneas no funcionaban, y la comunicación era casi imposible. Finalmente, lograron hablar con los bomberos, quienes, sin embargo, les informaron de que no podían acceder a la zona por la fuerza de la corriente.
Ante la desesperación, Raúl y su padre decidieron salir en busca de su abuela y su tía. Con el agua alcanzando su cuello, el algemesinense recuerda el momento en que encontró a una figura luchando contra la corriente: «Vi a una mujer de lejos que parecía necesitar ayuda y fui corriendo hacia ella. No me di cuenta de que era mi tía hasta que estuve cerca». Su padre, por otro lado, logró encontrar y llevar a la abuela a un lugar seguro, pero no sin dificultad. «Estuve sin saber nada de ellos durante mucho rato porque las líneas de teléfono no funcionaban», explica.
La desaparición de su prima
Las comunicaciones fallaban, el agua se extendía por cada rincón de la ciudad y el caos era total. La situación se volvió más angustiante cuando Raúl y su familia se dieron cuenta de que su prima, que también había salido en busca de su abuela y su tía, estaba desaparecida. «La llamábamos y no hacía señal. Fue una noche de auténtica desesperación», afirma Raúl. Finalmente, pasada la medianoche, lograron contactar con ella, quien había logrado refugiarse en casa de unos desconocidos para no ser arrastrada por la corriente, ya que el agua le llegaba hasta la cintura.
Raúl vivió además un momento de angustia cuando, al intentar ayudar a su padre y su abuela, quedó atrapado en una alcantarilla abierta, lo que le causó una lesión en la pierna. «Se me coló la pierna entera y tengo la rodilla muy inflamada», relata el joven, visiblemente afectado por la gravedad de la situación vivida en Algemesí, que aún permanece incomunicada.
Las calles de la ciudad amanecieron cubiertas de barro y escombros, con vehículos atrapados y edificios dañados. En algunas zonas, los vecinos continúan sin servicios básicos como agua, electricidad o telefonía. Los daños materiales aún no pueden calcularse, y se teme que el número de víctimas siga aumentando a medida que los servicios de emergencia logren acceder a las zonas más afectadas.