la solidaridad mostrada por los valencianos es incalculable

Vaivén de personas entre Valencia y la pedanía de La TorreC.L.

La pequeña frontera que separa Valencia de su pedanía más golpeada por la DANA: «No tenemos nada»

La Torre, al sur de la ciudad de Valencia, es una de las zonas más afectadas por el trágico temporal

«Hasta aquí podemos llegar», dice la conductora de un taxi que lleva a El Debate hacia las zonas de Valencia más afectadas por los efectos de la DANA, cuyos muertos ya superan los doscientos. Esas palabras no las pronuncia en un punto lejano de la ciudad, sino a la altura de la Cruz Cubierta, al final de la calle San Vicente Mártir. A la izquierda de la ventanilla de la chófer hay una discoteca que, en su apogeo, llegó a albergar el logo de las dos cerezas más famoso de la isla de Ibiza,

Sin embargo, Valencia no está para muchas fiestas. Para ninguna, mejor dicho. Si en un fin de semana al uso la policía que hay es para prevenir o, en el peor de los casos, actuar ante reyertas o incidentes similares, durante estos días el contexto nada tiene que ver. Local, Nacional, Guardia Civil, Unidad Militar de Emergencias, Protección Civil y hasta el Ejército de Tierra tienen en este punto el kilómetro de salida para unos trabajos de rescate tan laboriosos como agotadores.

Vehículos estampados

En paralelo, por ambos lados de las aceras, miles y miles de vecinos andan uno detrás de otro en la misma dirección. Todos ellos se dirigen a una de las zonas más afectadas por el temporal. Cada uno lleva lo que puede. En una sociedad tan polarizada como la española esta estampa, por motivos desgraciados es única: no importa edad, ideología ni nada que se le pueda parecer. ¿Qué más dará eso cuando la cifra de fallecidos totales puede ser aún más escalofriante de la que ya lo es.

Todo ello sucede en La Torre, una pedanía de los Barrios del Sur de la capital autonómica. Ahí mismo un puente cruza el nuevo cauce del río Turia, a día de hoy desbordado y todo un lodazal. Mientras se cruza bajo un sol que muchos echaban de menos unos van y otros vienen. Hacia la barriada, carros de la compra repletos de agua y comida (también para mascotas), así como palas y escobas. Todas ello limpio. Contrasta con los que vuelven, hasta arriba de barro y con sus utensilios sucios a más no poder. Aún así, el sentimiento es común: empatía hacia las víctimas, pero una ligera sonrisa por, incluso sin poder, hacer todo lo que uno tiene en su mano y en su monedero.

Cientos de valencianos, cruzando el puente de La Torre para ayudar a los afectados por la DANA

Cientos de valencianos, cruzando el puente de La Torre para ayudar a los afectados por la DANAC.L.

Nada más descender del citado puente, el panorama empieza a ser desolador. Se ha visto en imágenes, en televisión y en redes sociales, pero sobre el terreno es espeluznante. Simplemente, indescriptible. Durante minutos y minutos la columna de ciudadanos es incesante. Uno solo se para cuando, en mitad de la huerta, ve a gente desescombrando. Uno de ellos es Joaquín (al igual que en otras noticias, por expreso deseo de los afectados los nombres son ficticios):

«Todo esto que tú ves ahora con barro es mío. Ahora es nada. Nada. Toda la vida he estado en mi empresita para poder tener una casa y dejarle todo a mi hijo. ¿Y qué tengo ahora? Ni mi a mi mujer ni a mí nos queda nada…¿Y qué voy a dejar a mí hijo? No tenemos nada, ni empresa ni coches ni nada que dejar a mi hijo. Ha sido un desastre», lamenta el vecino.

Dos vecinos de la pedanía valenciana de La Torre, sacando barro de las parcelas

Dos vecinos de la pedanía valenciana de La Torre, sacando barro de las parcelas

A pocos pasos, mientras el barro va haciendo de las suyas en el camino llano, las imágenes de vehículos estampados contra lo que antes eran farolas en pie, hoy ya dobladas, o hasta con los semáforos dentro son el día a día. Por este camino, Pere (este sí es nombre real) lleva varios pozales con botellas de agua: «Las compramos el miércoles por lo del rumor que nos iban a cortar el agua. Nosotros no la necesitamos. Ellos (en referencia a los afectados y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) lo necesitan mucho más que nosotros», afirma.

«Por ayudar que no quede» dice Juan Pedro, un empresario cuya nave está anegada y que en su interior se escuchan algunos ruidos que hacen intuir que se están quitando los escombros. Mientras habla con El Debate, operarios suyos entran y salen de las fincas con sacos de barro mezclado con cosas sólidas de todo tipo, pero sin identificar: «No tenemos más remedio. Es lo que nos ha tocado si queremos seguir hacia delante. Tendremos mejores días», comenta.

Estos tres testimonios coinciden en algo de lo que la prensa nacional e internacional se ha hecho eco, como es el incalculable grado de solidaridad mostrado por la sociedad valenciana para con los suyos. En el trayecto de vuelta, con un palmo en el interior de un túnel, una chica le dice a su pareja: «Y llevamos tres días con sol. Imagínate lo que era esto». Nada que añadir.

comentarios
tracking