Un voluntario sobre el terreno del caos de Chiva: «Nuestro barrio ya no existe»

Vecinos, voluntarios y equipos de rescate mezclan todo un ejemplo de solidaridad con la desolación

La localidad valenciana de Chiva es una de las más devastadas por los efectos de la DANA. En condiciones normales, en menos de un mes se habría visto desbordada de alegría y entusiasmo por la celebración del Gran Premio de Motociclismo en su municipio vecino de Cheste y tras el cual el español Jorge Martín se prevé que levante el título mundial en MotoGP y más españoles en otras categorías. Sin embargo, el temporal y los estragos continúan en la provincia de Valencia, con numerosas alertas.

Para dar cuenta de ello sobre el terreno, El Debate se ha puesto las botas y todo el equipamiento necesario y protocolario en aras de acercare a la opinión pública la noticia. Con tal propósito un equipo del periódico se ha dirigido hasta la citada Chiva. En la rotonda de la entrada los protocolos obligan a mostrar sendas acreditaciones de periodistas. La seguridad manda y está ante todo.

Trabajo incansable de rescate

A pocos metros tras aparcar en la entrada por indicación expresa de la Guardia Civil el caos y el desastre no hace falta ni que se prevean. El que está allí ya lo lleva sabiendo desde el mismo infausto martes 29 de octubre. No hace falta ser el más empático del mundo. Simplemente estar allí.

La localidad valenciana de Chiva, inundada por la DANAC. L.

Subiendo la primera cuesta del pueblo, tampoco hace falta tanto, una 'peña' continúa cocinando guisos para los mencionados voluntarios y miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que colaborar fervientemente en las labores de desescombro y de rescate de las personas desaparecidas: «Estamos aquí desde las seis de la mañana», comenta un agente mientras se come una ración de comida cocinada por la gente del pueblo a marchas forzadas.

Los estragos de la DANA en Chiva son incalculablesC. L.

Un poco más arriba, en una casa con bajo, un vecino habla con este periódico mientras su mujer, a los pocos minutos su mujer se acerca a la puerta de la entrada a la vivienda porque el clásico puchero valenciano que con tanto cariño pese a todo ha preparado se está enfiando en la mesa: «El pueblo va a pegar un cambio enorme porque el barranco se ha ensanchado diez metros al menos», asegura, al tiempo que «todo esto» es «muy fuerte» porque «han desaparecido calles».

De todo ello pueden darlo todos los cientos y cientos de voluntarios que colaboran en las tareas de rescate. Unos de ellos atienden unos segundos a El Debate y son más que claros sobre los efectos de la DANA: «El barrio (en referencia al de todos ellos) ha desaparecido». Este mensaje es aún más desgarrador cuando subraya que hay «mucho desastre y al final las fueras flaquean por todos los lados». Poco se puede decir ante semejante testimonio.

En la misma calle, un hombre se afana en limpiar como buenamente puede su negocio, pero aún así, compungido, consigue hablar: «Me da tanta pena toda la gente que ha muerto que mi negocio me da lo mismo. Es lo de menos. Lo más importante son las personas que han muerto», sostiene. «Toda España estamos jodidos porque hay gente en garajes enterrada», lamenta.