Denuncian la falta de medios
Los universitarios se unen a las labores de limpieza: «Están minimizando el problema pero se necesita mucha ayuda»
Los más jóvenes han asumido la responsabilidad de ayudar a quienes «lo han perdido todo» y aprovechan que se han cancelado las clases «toda esta semana» para sumarse a los equipos de voluntarios
cubiertos de barro, exhaustos y muy críticos. Por la avenida principal de Sedaví, una pequeña localidad de poco más de 10.000 habitantes ubicada en la Huerta del Sur (Valencia), avanza un grupo de quince jóvenes desde los 19 a los 24 años. Hablan entre ellos de la jornada de trabajo. Cargan con palas, grandes escobas, cubos de plástico y el peso de la tragedia sobre sus espaldas.
Lucía quiere hablar. Es una de las pocas chicas que compone la cuadrilla pero le puede la impotencia, la rabia contenida y la frustración de ver que «con toda la ayuda que hace falta», aunque a ninguno de ellos les ha afectado la riada, han decidido ponerse en marcha.
«Los medios no están ayudando», se queja. «Están diciendo que no hay muertos, que no hay desaparecidos e influyen a la gente para que no venga», se lamenta. Sin embargo, apunta que «gracias a las redes sociales, los jóvenes estamos compartiendo lo que pasa y en este pueblo, como en otros muchísimos, donde la gente necesita mucha ayuda» se está llenando cada día de voluntarios que, como ellos, cruzan el puentes desde Valencia capital para sumarse al durísimo trabajo del día a día.
Los estudiantes hemos decidido limpiar las calles nosotros porque nadie más, salvo los vecinos, lo hace
«Hacen falta muchísimas manos, muchísimas maquinaria» que, «desgraciadamente el Gobierno no ha decidido movilizar hasta ayer o incluso hoy» que es «cuando se han empezado a ver algunos efectivos más de policía y bomberos», cuenta. Y agradece que «se hayan movilizado guardias civiles y militares desde otras provincias por voluntad propia» en muchos casos.
Nos «avergüenza ver a todas las familias destrozadas» por la tragedia, «todas las casas llenas de agua y barro que ha llegado hasta los tres metros de altura» y que «seamos los estudiantes los que tengamos que venir para arrimar el hombro» porque les han cancelado las clases esta semana «porque toca», asegura Lucía.
Un joven, su amigo, a la derecha. toma el relevo y critica que las cifras oficiales aumenten «con cuentagotas» cuando la realidad de lo que está pasando es mucho más cruda. Nadie quiere dar una cifra real de fallecidos y desaparecidos pero los que «somos de aquí» conocemos al «abuelo de alguien, al primo de otro» que no han podido contarlo. Y se preguntan por qué no se aportan números de la catástrofe: «No sabemos si es por no alarmar porque, cada día, no paran de salir» personas fallecidas.
Denuncian alto y claro, pese a lo jóvenes que son que «están minimizando el problema sin ningún motivo» cuando «lo que en verdad necesitamos es ayuda», más ayuda y todavía más medios técnicos, insisten.