DANA
Reencuentros familiares en la cola del butano: la otra cara de la tragedia de Valencia
Familias enteras acuden a por bombonas porque no tienen gas, mientras otras se vuelven a ver en esta fila
Dos hermanas se reencuentran en la cola del butano en Sedaví. La alegría de ver a un ser querido cada mañana reconforta después de la tragedia. Después de fundirse en un cálido abrazo, estas dos hermanas se dan apoyo mientras esperan para coger una bombona. Un momento de apoyo en mitad del caos que sirve para coger fuerzas para el resto del día: «Luego hablamos, cuídate», se despiden.
La imagen de cientos de personas haciendo cola con carros y bombonas de butano para coger nuevas llama la atención, impacta. Es una escena que no se ve en España desde hace décadas, desde cuando la mayor parte de cocinas eran con butano. El problema está en que la DANA ha arrasado con todo y, además de la electricidad y el agua, otro de los suministros dañados es el gas ciudad.
En este momento, no hay gas en pueblos como Sedaví, uno de los más devastados por la tragedia. Por eso, aquí cientos de personas entregan, cada día, las bombonas vacías y cogen llenas para poder cocinar o calentar agua para darse una ducha con agua caliente o calentar la leche para los biberones de los bebés.
La Policía coordina la entrega de butano y, mientras, en la cola que hacen los vecinos surgen historias preciosas. Una niña ayuda a su madre a llevar la bombona con un carrito para evitar llevar peso. Otros van solos, pero también hay encuentros de familias enteras.
«Gracias a Dios, estamos vivos y toda la familia está bien»
Una de estas se encuentra en esta fila. Los abuelos, la hija y el nieto esperan a coger una bombona. Ahora permanecen más unidos que nunca porque, aunque viven en casas distintas acuden juntos a coger butano para «poder ducharnos con agua caliente y cocinar», remarca la abuela.
La gente que tiene gas ciudad como es el caso de la hija, no puede cocinar nueve días después de la DANA, así que subsisten con «lo que los voluntarios ofrecen de comida».
No supe nada de mi hija hasta la once de la mañana del día siguiente
La riada cogió a la hija de unos 40 años en la calle. «Tuvieron que romper el cristal de un concesionario de coches y pasaron ahí toda la noche», algo que preocupó mucho a esta familia y, es que, no supieron nada de ella «hasta el día siguiente a las 11 de la mañana». Por eso, después de esa angustia afrontan el día a día sacando el optimismo que pueden: «Estamos vivos y toda la familia está bien, gracias a Dios, por eso no podemos quejarnos», asegura.
Otro de los hijos de esta familia «no sabe si podrá volver a su trabajo en Massanasa porque el taller está completamente devastado».