El milagro de la DANA: una bebé de un mes se salva de la riada metida en una maleta
La pequeña Aurora iba en un coche con su madre y su abuela cuando la riada las arrastró y tuvieron que salir del vehículo y buscar refugio en una nave
Calles inundadas, miles de coches destrozados, negocios y casas arrasados por el agua y 218 víctimas. La DANA del 29 de octubre ha dejado tras su paso la mayor catástrofe de la provincia de Valencia y de toda la región en su historia. Una cicatriz que los valencianos tardarán en curar. Pero entre todas las historias personales de cada uno de los más de 180.000 afectados por la riada, no todo son malas noticias.
Entre el barro y lodo, en Paiporta se habla de un milagro. Y es que, en esta localidad, una de las más afectadas por el desbordamiento de la Rambla del Poyo, es donde se salvó Aurora, la protagonista de esta historia. Una bebé de tan solo un mes que sobrevivió a la riada protegida en el interior de una maleta.
La pequeña viajaba en un coche junto a su madre y a su abuela de 68 años cuando el agua se descontroló. Cuando comenzó la riada y ni si quiera estaba lloviendo, volvían de la zona comercial de Alfafar, y a la altura del polígono industrial de Paiporta, las dos mujeres y la niña tuvieron que salir del vehículo cuando empezó a entrar el agua.
Una situación agobiante y muy peligrosa que, si ya de por sí se debe hacer rápido, dada la velocidad del agua, llevando un bebé a bordo tuvieron doble preocupación. Trataron de llamar a emergencias, pero no daba señal y la línea estaba saturada. «Tenía que haber reaccionado antes, pero me entró un ataque de pánico, el freno de mano estaba puesto y el coche se movía», ha recordado con angustia Flor, madre de la bebé, en declaraciones al periódico Levante
«Por suerte estaba mi madre, que iba detrás con la pequeña, y fue la que me dijo que teníamos que salir del coche», ha relatado Flor el momento de salir del coche, cuando el agua ya llegaba por encima de la puerta. «Al principio no podía abrir», y su madre menos aún, ya que si abría la puerta toda el agua inundaría el vehículo con la niña dentro.
«No quería soltarla»
La situación era límite, pero las tres consiguieron salir del coche y la abuela le pasó a la pequeña Aurora por el maletero a Flor, sin que llegara a alcanzarle el agua. Una vez fuera del vehículo, la travesía para salvarse continuaba. Con el agua por la cintura, las dos mujeres caminaron pegadas a la pared de las naves con la niña en brazos, la madre, recién operada de una cesárea.
El único lugar seguro que encontraron fue un transformador, donde había dos personas subidas. «Un hombre me pedía que le diera a la niña, pero yo no quería soltarla», ha confesado Flor, que ni siquiera se la dejaba a su madre porque sentía que si se separaba de ella no la iba a poder proteger. Finalmente, la madre tuvo que entregarla posteriormente cuando el agua empezó a subir. «Vi que era una mujer alta y por eso creo que se la dejé», argumenta en referencia a Azahara, una vecina de Paiporta de 31 años cuyos caminos se unieron esa noche.
Azahara, la heroína de esta historia, ha relatado al mismo periódico cómo vivió la riada aquella tarde. Cuando estaba en un lugar elevado pudo ver a un hombre que pedía ayuda porque había unas mujeres con una bebé en el agua. «Me subí a una caseta y de ahí a por Aurora trepando a una valla sin pensármelo. Fue una buena decisión tirarme a por ellas», de hecho, confiesa que eso fue lo que le salvó la vida a ella, ya que el muro en el que se encontraba desapareció instantes después por completo fruto de la fuerza del agua.
«Flor me dio a la chiquilla, y me la metí dentro de una empresa de recambios de coche». Allí se refugiaron las tres mujeres, la niña y dos hombres, mientras el nivel del agua seguía subiendo. Por suerte, lograron llegar hasta unas oficinas situadas en una especie de segunda planta, en las que había luces de emergencia con las que combatir la oscuridad de la parte inferior. También buscaron prendas de ropa con las que proteger a la niña. «Metimos a la chiquilla en una maleta por si tenía que flotar y la tapamos con chaquetas y un paño», relata Azahara.
«Eso era una ratonera»
«Eso era una ratonera, si el nivel seguía subiendo nos ahogábamos dentro de la fábrica por mucho que quisiéramos escapar». Con unas botellas rompieron la verja de una ventana y cogieron puertas y ruedas para estar preparadas y poder flotar, en caso de que el agua subiera a esa planta superior en la que estaban atrapadas con la bebé. Así permanecieron durante un par de horas que se hicieron eternas hasta que escucharon el sonido esperanzador de la Guardia Civil. «Fuera no había luz, hacía frío, y muchos coches que aún flotaban, estábamos protegiendo a la bebé que era lo importante en ese momento».
«Yo estaba en shock, repetía todo el rato que por qué no venían las emergencias y fue un alivio ver en ese momento a los guardias civiles», ha confesado aliviada y agradecida la madre de la niña cuando por fin fueron rescatadas por la reja que previamente ellas habían abierto buscando una vía de escape. Los guardias las llevaron hasta la casa de un familiar de Azahara a pocos metros sin soltar a la niña en ningún momento hasta verla a salvo.