Los vecinos de Paiporta denuncian la falta de apoyo tras un mes de la tragedia: «No hemos recibido las ayudas»
31 días después de la DANA, los vecinos de Paiporta, la denominada zona cero, denuncian la falta de ayudas, el abandono institucional y la insuficiencia de los recursos para enfrentar la magnitud de los destrozos que aún persisten
Ha pasado un mes desde que la DANA golpeó la Comunidad Valenciana, dejando a su paso un rastro de destrucción y pérdidas humanas. En Paiporta, uno de los municipios más afectados, el tiempo se ha detenido. A pesar de los esfuerzos del Ejército y los equipos de emergencia, la devastación sigue siendo palpable en cada rincón.
Al entrar en el municipio por la zona que están empezando a construir, apodada por los vecinos como la «zona nueva», las imágenes son conmovedoras. En un descampado junto a una estación de servicio recién reabierta, cientos de coches apilados unos sobre otros forman una montaña de vehículos que desafía la imaginación. Entre el lodo, asoman restos de vidas anteriores al desastre: documentos personales, apuntes y objetos que difícilmente recuperarán su lugar. Enfrente, unas obras de viviendas permanecen paralizadas. El agujero destinado a un parking de un edificio es ahora un pozo de barro y coches sumergidos, una metáfora del futuro incierto que enfrenta el municipio.
Jesús de la Torre, un vecino, caminaba por las calles de Paiporta con mirada abatida. «No hemos recibido ningún tipo de ayuda», comenta mientras paseaba hacia el Auditorio Municipal donde iba a recoger un pack de leche y alimentos básicos. Él y su hijo vivieron durante un mes en casa de un vecino tras perderlo todo en el «tsunami». Ahora, su única esperanza es que lleguen ayudas para poder amueblar su casa y pagar un coche que ya no tiene.
Jesús no está solo. Frente al Auditorio, decenas de vecinos hacen cola para recibir alimentos. Según relata, los supermercados están a punto de reabrir y poco a poco están empezando a desaparecer los puntos de recogida de alimentos. Jesús y la mayoría de los vecinos coinciden en un pedido urgente: no ser olvidados. «Los centros de ayuda están a punto de desaparecer y todavía necesitamos voluntarios. Hay garajes llenos de lodo y escombros, y aunque la UME y los militares trabajan sin descanso, son insuficientes», señalan.
Además, están descontentos con la falta de coordinación que han recibido desde el primer momento. La gota que colmó el vaso fue hace unos días con la visita de Margarita Robles, Ministra de Defensa, que generó bastante frustración entre los damnificados. «Cuando le pedimos ayuda del ejército para sacar el lodo de nuestros garajes, ella respondió que no están para eso», recuerda.
El Debate, mientras camina por las calles de la localidad valenciana, pudo escuchar un breve intercambio entre dos vecinas. «Hola, ¿cómo estás?», pregunta una. «Viva, que ya es bastante», responde la otra. Esas pocas palabras lo dicen todo. Loli y Ricardo, otra pareja del municipio, tampoco han recibido ayuda. Su ordenador, necesario para enviar la documentación que exigen los seguros, se lo llevó el agua. «Dicen que llegarán ayudas, pero ha pasado un mes y aquí no ha llegado nada», lamentan.
Acompañados por el hijo de Loli y Ricardo, el recorrido por Paiporta llevó hasta las instalaciones deportivas. El campo de fútbol, el polideportivo y las piscinas municipales son reflejo del impacto de la DANA. La piscina al aire libre permanece cubierta de barro, mientras que la interior se ha convertido en un lago de agua estancada.
La escena en Paiporta es un recordatorio de que la recuperación está lejos de completarse. Mientras la vida trata de abrirse paso entre los escombros y el lodo, el sentimiento general es de abandono. Los vecinos no solo luchan por reconstruir sus hogares, sino también por recuperar su dignidad y el sentido de normalidad.
A pesar de los avances en algunas áreas, la magnitud del desastre requiere esfuerzos sostenidos y una atención constante. Paiporta, como tantas otras localidades afectadas por la DANA, sigue esperando una respuesta a la altura de la tragedia vivida.