La apariencia de la Albufera, que ha cambiado completamente en apenas cuatro mesesCopernicus

La «preocupante» transformación de la Albufera, en tres imágenes

La laguna del Parque Natural ha ido variando su color habitual, del verde al rojizo, pasando por el marrón, mientras que su volumen de agua ha menguado debido al fenómeno de la Perellonà y a la sequía

Las cámaras del satélite Copernicus Sentinel-2 han captado la transformación que ha experimentado la laguna del Parque Natural de la Albufera en apenas cuatro meses. Primero, cambiando progresivamente de color y después menguando su volumen de agua. Una situación que se ha ido convirtiendo en inquietante con el paso de los meses.

Las imágenes capturadas por los instrumentos multiespectrales del programa Copernicus, coordinado y gestionado por la Comisión Europea, han llamado la atención de sus científicos, hasta el punto de convertirlas en las fotos del día este pasado martes. Las instantáneas, tomadas los días 3 de agosto, 12 de octubre y 26 de noviembre, evidencian los cambios cromáticos de las aguas, que normalmente tienen un tono verde, pero que en octubre se tornaron marrones anaranjadas y ahora presentan un color rojizo oscuro.

De las algas a los carotenos

Las imágenes de satélite ayudan a explicar la breve historia de la radical mutación que está experimentando esta laguna de gran importancia biológica. El primero de ellos arranca en octubre, cuando cada vez más voces alertaban del tono cobrizo que estaba tomando el líquido elemento en la Albufera. Entonces, el Ayuntamiento de Valencia tranquilizó a la población con la difusión de un informe técnico en el que se explicaba que se debía a un proceso totalmente natural.

Desde el Consistorio regido por la 'popular' María José Catalá precisaban que «durante las últimas semanas, el agua de la Albufera ha tomado un color excepcional, que ha virado desde el habitual verde oscuro, debido a la alta densidad de algas cianofíceas, a colores marronáceos o incluso en algunos momentos marrón-anaranjados».

El agua de la Albufera cuando se tornó marrónEFE / Eusebio Calatayud

Se sumaba a la ecuación, según los técnicos, un ciclo habitual de envejecimiento de las aguas, con reducción de clorofila A y un aumento de los carotenos, que es lo que le daba esa coloración anaranjada-marrón al agua. Desde el Ayuntamiento apuntaban a que si bien este episodio «ha suscitado un cierto interés mediático que se ha mantenido durante cerca de 20 días», por ser «nada habitual», incidían en que era totalmente inocuo.

El problema de la sequía

Aproximadamente un mes después, a finales de noviembre, el sospechoso habitual en estos casos hacía acto de presencia: el cambio climático. Además, el asunto del cambio de color de las aguas de la laguna llegaba a las Cortes Valencianas de la mano de Compromís. Isaura Navarro y Juan Bordera registraban iniciativas parlamentarias para preguntar al Consell por el color, que ya estaba virando a rojizo, y para pedir a Medio Ambiente que lo estudiase.

Bordera señalaba que «el incremento de temperaturas que estamos sufriendo pueden estar detrás de este cambio en el color del agua de la Albufera, pero hay que precisar el origen de esta alteración». «2023 está siendo el año del récord de temperaturas, con fenómenos anómalos que están afectando de manera específica al Mediterráneo. Desde la Consejería de Medio Ambiente tienen que realizar estudios que nos acerquen a la causa concreta para combatirla», reclamaba.

Una semana después, el 2 de diciembre, Acció Ecologista Agró y SEO Birdlife alertaban en una mesa redonda llamada «¿Cómo afecta el cambio climático a la Albufera?» del «estado de vulnerabilidad» de la laguna por el encauzamiento de los ríos, la construcción de presas , las ampliaciones del Puerto de Valencia y el cambio climático. En la misma pedían que se regulase «la cantidad y calidad de los aportes de agua que el lago requiere». Un agua que aparentemente ya había comenzado a disminuir.

El fenómeno de la 'Perellonà'

Un día después de la charla de los ecologistas, el Ayuntamiento de Valencia justificaba el descenso de los niveles del agua en la Albufera en la Perellonà; o sea la inundación de los campos de arroz que colindan la laguna y que se produce cada invierno. El Consistorio calificaba este proceso de «positivo», porque permitía generar hábitat para la fauna acuática y regenerar ambientes acuáticos temporales en los campos de arroz, a la vez que facilitaba el lavado de los productos químicos que se utilizan en su cultivo.

Sin embargo, el Ayuntamiento movía ficha, entendiendo que la situación de este año era distinta. El concejal de Devesa-Albufera, José Gosálbez (Vox), ya se refería a la situación como «preocupante» y anunciaba que «desde la Concejalía se han cerrado las compuertas para evitar que el agua saliera al mar, además de alertar a la Consejería y a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ)», así como «aportado al lago ocho hectómetros cúbicos desde la Acequia Real del Júcar».

La Albufera de Valencia, con sus campos de arroz inundadosGVA

Solo un día después, la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de la ciudad del Turia hacían piña para instar a la CHJ a que suministrase el agua suficiente para garantizar los aportes necesarios a la Albufera. El Ayuntamiento pedía al Gobierno de Pedro Sánchez que «ordene» esos aportes hídricos, que tildaba de de «extrema necesidad».

Un aporte de agua por adelantado

En paralelo, los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio alertaban de la situación de los niveles de agua y las consecuencias para el ecosistema en un comunicado en el que se especificaba que la sequía había repercutido tanto sobre el nivel del agua como sobre su calidad. «Se ha visto seriamente comprometida por el crecimiento masivo de algas debido, sobre todo, a la falta de flujo que se produce de octubre a mayo, cuando las compuertas están cerradas y los nuevos aportes dependen de las lluvias de otoño e invierno, así como de la Perellonà», indicaban.

Ya este mismo martes, se celebraba una reunión «de urgencia» en la sede de la CHJ con responsables de la Consejería del ramo y del Consistorio valenciano, junto a representantes de varias acequias, en la que se llamaba a «buscar soluciones». En ese encuentro se acordaba con el órgano gestor del Parque Natural de la Albufera, previa aprobación de los usuarios, el envío de 6,5 hectómetros cúbicos de agua de la concesión de la Acequia Real del Júcar.

Un aporte «con carácter de urgencia» que no estaba previsto que se realizara antes de la primavera, pero que la ausencia de lluvias ha precipitado. Los técnicos de la Albufera y del Ayuntamiento creen que ese flujo es «útil», pero «insuficiente», por lo que se estudian «otras posibilidades» para aportar otro extra de agua. Y en este contexto arrecian las críticas políticas, como las del PSPV, que criticaba este miércoles que la actitud del Ayuntamiento «pone negro sobre blanco que ni a Catalá ni al PP les preocupa lo más mínimo nuestro patrimonio natural y que, por eso, le ha entregado su gestión a los negacionistas de Vox», según aseveraba la concejal Elisa Valía.