Varios agentes de la Policía Nacional, en el lugar donde ha sido hallado muerto un sacerdoteRober Solsona / Europa Press

Valencia  El sacerdote hallado muerto en Valencia con signos de asfixia ayudaba a personas necesitadas en su casa

Varios testigos apuntan a que Alfonso Pérez Benito, canónigo emérito de la Catedral, subía en ocasiones a jóvenes a su casa para darles de comer

La habitual tranquilidad con la que se vive y transita por la céntrica calle Avellanas de Valencia se vio este martes truncada a media mañana cuando salió la noticia de que un vecino suyo había sido encontrado muerto en su domicilio, en el número 22 de esa vía.

Era Alfonso Pérez Benito, canónigo emérito de la Catedral levantina y con quien convivían desde no hacía demasiado tiempo, tras su reciente jubilación. Un suceso de este tipo ya altera de por sí el día a día, pero si al fallecimiento le rodean varias incógnitas, la inquietud es aún mayor.

La primera y principal duda a resolver es la causa de la muerte. Está previsto que a lo largo de este miércoles se le practique la autopsia al religioso. Sin embargo, las primeras investigaciones apuntan a que no habría sido una muerte natural, ya que el cuerpo presentaba señales compatibles con la asfixia. Además, cuando el conserje y un conocido entraron al hogar de Pérez Benito preocupados, le encontraron tumbado y vestido en la cama y con la calefacción de la vivienda todavía encendida.

El conocido del sacerdote denunció que alguna persona estaba utilizando el móvil de la presunta víctima para hacerse pasar por él, por lo que se sospecha que dichos mensajes pudieron ser falsos para hacer creer que seguía vivo, según relataron testigos presenciales.

De confirmarse esta hipótesis, habría al menos una persona implicada en el caso, algo en lo que ya está centrado el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. De hecho, durante toda la tarde estuvieron recabando pruebas y testimonios que pudieran arrojar luz sobre este suceso.

En compañía de «jóvenes»

Al respecto, una vecina califica al fallecido como una persona «discreta y sencilla» y señala que, aunque llevaba «poco tiempo en el barrio», era habitual, al igual que hacen otros sacerdotes, verle «con gente pobre y necesitada» a la que solía subir a su casa «para que comieran algo y ayudarles». Por lo general, continúa la mujer, estos eran «jóvenes».

Alfonso López Benito, canónigo emérito de la Catedral de Valencia hallado muerto este lunesArchidiócesis de Valencia

Lo mismo comenta la responsable de un comercio cercano a la vivienda del religioso, quien indica que es «normal» que por esa zona «muchos curas» vayan con «chicos jóvenes» a quienes suelen «invitar a que merienden en un bar y hablar con ellos para que puedan ganarse la vida», aunque matiza que también hay quienes suben con ellos a sus viviendas.

Este extremo lo ratifica otra residente, aunque esta no del mismo bloque que el fallecido, afirmando que algunos «adolescentes» que suelen ser «solitarios» se toman «cafés» con los curas de los alrededores, ganándose la «confianza» de los clérigos. Cabe destacar que el domicilio en cuestión se encuentra junto al Palacio Arzobispal de Valencia y de la Catedral de la que Pérez Benito era canónigo emérito.

Preguntado por este aspecto, el conserje de esta finca en la que la presencia policial y la fatalidad ha alterado su día a día prefiere no decir «nada» y «dejar trabajar» a la Policía. Aún así, con mascarilla pero visiblemente afectado, asegura estar «bien» de ánimo a pesar de reconocer que estaba viviendo un día «complicado» por el deceso y la numerosa presencia de medios de comunicación.

«Era una persona encantadora»

«Don Alfonso era una persona encantadora», declara el portero a El Debate mientras se mete a toda prisa en el edificio tras comprarse en un local de al lado la merienda. Escasos segundos después sale por el portal, custodiado por la Policía, una vecina. En esta ocasión, la mujer se muestra más afectada: «Estoy muy triste, no puedo habar», lamenta.

López Benito, de 85 años, llevaba muy poco tiempo jubilado y hacía cinco años que se había convertido en canónigo emérito, al cumplir los 80 años, por lo que su presencia en la Catedral de Valencia se había reducido en los últimos tiempos, según explican a este periódico fuentes de la Archidiócesis de Valencia. «Seguía yendo a las misas y atendiendo actividades necesarias cuando se le requería», apuntan desde la Archidiócesis, desde donde añaden que «tampoco hacía tanto tiempo que lo habíamos visto».

La Policía Nacional ya se ha puesto en contacto telefónico con el arzobispado valenciano, que hará una misa funeral, para tratar de indagar qué pudo pasarle al canónigo emérito y si su muerte fue natural, como la de otros homólogos en los últimos meses, o se trata de una muerte violenta, como apuntan los primeros indicios.