Fuerzas Armadas
Unidad Militar de Emergencias: los ángeles que combaten en el infierno
El trabajo de los militares ha sido fundamental para luchar contra la mayor oleada de incendios que ha vivido España
Hasta 1.000 militares al mismo tiempo se han desplegado esta semana para luchar contra la oleada de incendios que ha asolado España de norte a sur. Mil militares que, si bien no han conseguido evitar la catástrofe que ha supuesto el fuego, sí han ayudado para que los daños, especialmente en las decenas de localidades evacuadas, hayan sido menos de lo que podría haber sido. Se han convertido en auténticos héroes que han evitado la destrucción total de los núcleos urbanos. Han sido los ángeles que han combatido en el infierno.
Precisamente un incendio fue el que impulsó la creación de la Unidad Militar de Emergencias en 2005. Fue el incendio de Guadalajara en el que fallecieron 11 bomberos.
La Unidad Militar de Emergencias (UME) es una fuerza conjunta, organizada con carácter permanente, que tiene como misión la intervención en cualquier lugar del territorio nacional, para contribuir a la seguridad y bienestar de los ciudadanos, junto con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas, en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas.
La Unidad Militar de Emergencias está formado por cerca de 4.000 soldados del cuadro de mandos y personal de Tropa y Marinería con formación específica. Aunque la base principal se encuentra en la madrileña base aérea de Torrejón de Ardoz, los batallones de intervención se distribuyen por toda la geografía ya que cuentan con unidades de actuación en el propio Torrejón de Ardoz, donde se ubica el primer batallón. El segundo se distribuye entre Morón (Sevilla), Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife; el tercer batallón está en Bétera (Valencia); el cuarto se ubica en Zaragoza y el quinto en León.
Así, de esta forma, pueden estar en unas pocas horas en cualquier lugar de España donde sean requeridos. Y para ello, en cada base mantienen un retén que se va turnando para estar las 24 horas en alerta, puesto que la inmediatez de actuación es fundamental para el éxito de bomberos y de la UME.
Pero más allá de la teoría, destaca la profesionalidad de estos hombres y mujeres del Ejército. Prueba de ello es que antes de presentar la campaña de incendios de este año, el pasado 17 de junio, ya habían trabajado en la extinción de varios incendios en Navarra y en el incendio de la Sierra de la Culebra, en Zamora.
Allí, como en los incendios que hemos vivido en las últimas semanas en Uteca (Zaragoza), Zamora, Cebreros (Ávila) o Los Realejos (Tenerife), la labor de este cuerpo militar ha resultado imprescindible para minimizar los daños producidos por el fuego. Sin ir más lejos, en los incendios que asolaron Navarra a mediados del mes de junio, la Comunidad foral tuvo que emplear a todos los bomberos, voluntarios y profesionales, de los que disponía así como acoger a decenas procedentes de las comunidades vecinas, País Vasco, Aragón y La Rioja.
Por lo que los aproximadamente 200 militares que se desplazaron hasta allí resultaron «vitales» para el control de las llamas. «No nos conocían de nada. Ni tan siquiera conocían la comarca. Pero ahí estuvieron, peleando contra las llamas como el que más. Y si no hubiera sido por ellos, y el resto de personal de emergencias, el pueblo no se habría salvado», recordaba un vecino de Obanos (Navarra), donde el fuego había llegado hasta el mismo pueblo.
Pero lo mismo que sucedió en Navarra, ha ocurrido ahora en el resto de incendios. Y lo mismo ya sucedió el año pasado con dos de las operaciones de emergencias en las que se tuvieron que afanar al máximo y, al mismo tiempo, más reconocimiento les otorgó: la operación Balmis para distribuir y aplicar las vacunas contra la Covid-19 y el rescate y control de la erupción de la isla de La Palma.
Porque más allá de las catástrofes puntuales, los militares de la Unidad Militar de Emergencias se encuentran preparados, atentos y dispuestos para afrontar cualquier situación de emergencias que puedan surgir en cualquier momento. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
De ahí que no solo tengan el reconocimiento y agradecimiento de las más altas instituciones del Estado, sino también, y sobre todo, de los vecinos de toda España.