Sucesos
Los geos abaten al secuestrador de Nochebuena atrincherado desde hace dos días
Han tenido que ser las fuerzas de élite de la Policía Nacional con ayuda de un perro quienes han tumbado al secuestrador de Cañada Hermosa, Murcia. Sigue con vida
El desenlace se veía venir desde el primer momento: lo sacaban a balazos o el hombre no iba a salir voluntariamente. No había poder de persuasión que lograse convencerle, porque su nivel de obcecación era extremo. Se había atrincherado en una casa unifamiliar de Cañada Hermosa, Murcia, desde el jueves por noche. Llevaba puesto chaleco y casco antibalas y portaba varias armas. A media tarde, el 112 de Murcia comenzó a recibir llamadas de testigos. Acababan de presenciar una escena propia de películas de la mafia: un hombre de mediana edad encañonaba a una mujer con un arma y mientras ella no dejaba de llorar y pedir ayuda, le obligaba a introducirse en el maletero. Luego huía con el coche a toda velocidad. Ocurrió cerca de la tienda Sprinter de Molina de Segura, junto al parque de ocio Los Juncos.
Los viandantes que observaron la escena tuvieron tiempo para tomar nota del color, modelo de vehículo y de la matrícula parcialmente. Con estos datos y otros que no han trascendido, los responsables de las pesquisas detectaron que se había trasladado a 25 kilómetros de distancia hasta Cañada Hermosa. Como no sabían exactamente dónde vivía, levantaron un dron que sobrevoló la zona. Así localizaron el viernes por la mañana el vehículo del secuestrador. Lo había dejado a la vista, sin meter dentro de ningún garaje. Fue entonces cuando rodearon la casa. Desde Guadalajara bajó el GEO a toda velocidad y desde provincias limítrofes compañeros de otras unidades se habían desplazado a Murcia, ya que la situación era de alto riesgo.
«Le vuelo los sesos al que se acerque»
El negociador de Policía Nacional tomó las riendas de la crítica situación, aunque con escaso éxito. El hombre se había negado a escuchar desde el primer momento. La irracionalidad le poseía. Quizá era culpa de su adicción a la cocaína o haber dejado de tomar las pastillas que controlaban su esquizofrenia paranoide. Intentó hablar con él un cuñado suyo, pero le respondió: «¡Vete al infierno! Si tienes pelotas ven a sacarme tú y ya te lo advierto, al primero que se acerque le vuelo los sesos», anunció antes de colgar. Su propia madre le llamó al móvil para que reflexionara y dejara salir a su hermana con vida, a la que tenía secuestrada desde el jueves por la tarde. «Mamá, vente aquí, que la policía te va a dejar pasar. Conmigo vas a estar muy bien. Vente, que luego partimos los tres felices».
Mientras tanto, los operativos de la Policía se desplegaban y hacían su trabajo. Una de esas tareas era abrir un agujero en la valla que rodeaba la finca y así tener un punto de entrada en caso de que se diera la orden de asalto. El intercambio de tiros era constante. El hombre disparaba desde el interior de la vivienda a todo lo que se movía, pero nunca asomaba al exterior evitando que los francotiradores lo pudieran abatir. En las numerosas refriegas de disparos han resultado heridos varios agentes, el más grave, aunque su vida no corre peligro, un miembro de los GOES de Valencia (Grupo Operativo Especial de Seguridad). Recibió dos impactos de cartuchos rellenos con «mostacilla» en la cabeza a corta distancia y tuvo que ser evacuado al hospital. Aunque las lesiones son serias y tiene alojados proyectiles en el cráneo, mandíbula y brazo, en principio, no se teme por su vida.
En un momento dado, el atrincherado ha pedido comida. Los agentes le han acercado una bolsa y la han dejado a unos pocos metros de la entrada: la idea era obligarle a salir a campo abierto para que la recogiese y poderle disparar, pero el tipo no era tonto y les ha lanzado una cuerda: «Atadme la cuerda a la bolsa porque yo no voy a salir», les ha advertido. Mientras, su hermana seguía secuestrada en el interior. De hecho, la tenía encerrada en el sótano de la casa, cuyas puertas había reforzado para evitar que escapara, porque al parecer llevaba tiempo preparando la fechoría. En un intercambio de tiros, al secuestrador se le ha olvidado cerrar la puerta del sótano y la joven, aterrorizada ha tratado de escapar. En cuanto los GEO la han detectado, han arreciado los disparos desde el frontal de la casa como maniobra de despiste, mientras que por detrás la sacaban a través del agujero de la valla.
Bombonas de butano
El rescate de la secuestrada ha cambiado por completo los equilibrios de poder. El hombre se sabía mermado en sus posibilidades y entonces ha asegurado: «Tengo un montón de bombonas de butano. Si alguno se acerca hago que explote la casa y os llevo por delante». Al final, los responsables del operativo han decidido meterle un perro en la casa. El can se ha abalanzado sobre él de forma sorpresiva y lo ha tumbado en el suelo. El hombre ha luchado con el perro y ha tratado de dispararle con escaso éxito porque el can se movía muy rápido. Al final, hombre y animal han salido al exterior y sobre él se han lanzado todos los efectivos policiales. El detenido tiene dos impactos de bala en un brazo. Le han practicado un torniquete y se lo han llevado al hospital custodiado por efectivos armados. Así ha concluido el secuestro de Nochebuena.