Corto documental
Así es un día con un futuro piloto del Ejército de Tierra: de la academia a las misiones con el Chinook
El alférez Alberto Esponera abre las puertas de la ACAVIET a El Debate para mostrar cómo es la vida militar
Seis menos cinco de la mañana. El Debate está listo para grabar un día entero con un alumno de la Academia de Aviación del Ejército de Tierra (AVAVIET). El objetivo es adaptarnos a su horario y seguirle allí donde fuera. El resultado es este corto-documental que refleja el esfuerzo, sacrificio y trabajo constante de nuestros militares. Su formación es de las mejores valoradas en el mundo, da igual que ejército sea: Tierra, Marina o Aire.
Llegamos a las siete de una fría mañana a la Base Coronel Maté. Cargamos los trípodes, cámaras, mochilas y demás equipo y nos fuimos a grabar la Formación a las 07:40 clavadas; la puntualidad militar es digna de admiración. Nos recibió nuestro protagonista, el alférez Alberto Esponera, quien ya estaba listo desde las 06:30 cuando suena el toque de diana.
En frente de un monolito, los alumnos de la ACAVIET (tanto oficiales como suboficiales) formaban en dos bloques y filas de tres. Este momento es el que se conoce como Lista de Ordenanzas, es decir, el momento donde se reúnen todos para leer la Orden del Día, dar algún aviso si es necesario y ver alguna novedad. Terminaba este momento con un lema: ¡Aquí en la tierra, como en el cielo!
A continuación, le seguía el Briefing Prevuelo que hace cada día un alumno de la academia. Esponera ese día se puso a los mandos para informar a sus compañeros. A las 07:45, hora prevista para esta reunión, entraron tres instructores en el aula para verificar que el análisis era correcto. Los chicos se levantaron para saludarles –el ambiente era tal que uno se sentía un militar que se debía levantar–.
Durante el Briefing se observan y se miden las posibles amenazas que pueden afectar al vuelo, además de los avisos que puede haber en los aeródromos, en el espacio aéreo. También coordinan las zonas por donde van a circular y hablan de seguridad para tener algún tip que les pueda ser útil a última hora.
La meteorología es un factor muy importante y más el día que grabamos porque estuvo todo el día nublado –hay que decir que temimos por no volar debido al cielo encapotado, pero sabíamos que lo primero era la seguridad–. Alberto analizó la situación y dio el apto al vuelo instrumental bajo circunstancia de «crítico» por el estado atmosférico. ¡A volar se ha dicho!
Los nervios empezaban a florecer; pocos pueden decir que se han montado en un helicóptero del Ejército de Tierra. Esponera y su binomio cogieron sus petates y enseres necesarios para el vuelo. Antes tocaba preparar los cascos y la aeronave, el Airbus Helicopter H135. A las 08:30 los operarios militares sacaban todos los helicópteros del hangar.
Airbus Helicopter H135, al detalle
- Tripulación: 2 pilotos.
- Capacidad: 5 Pax. / Carga 1.455 Kg.
- Longitud: 12,16 m.
- Diámetro rotor: 10,2 m.
- Peso: Vacio 1.800 Kg. / Cargado y máximo al despegue 2.835 Kg.
- Planta motriz: 2 Turboeje Turbomeca ARRIUS 2B2.
- Potencia: 1.300 CV.
- Hélices: Rotor principal 4 palas, rotor cola (Sistema Fenestron).
- Velocidad: 287 Km/h. / Crucero 254 Km/h.
- Autonomía: 3 horas, 540 Km.
- Techo de vuelo: 6.096 m.
- Info: Aeronaves Militares Españolas
Instantes antes de subirse a la nave, los dos chicos revisaban el estado del mismo. En la revisión chequean los motores , el rotor, las palas, el libro de la aeronave... A las 09:00 ya estaba todo listo. 3, 2, 1, estábamos en el aire. Era la primera vez que nos montábamos en un helicóptero y no sabíamos cuál era la sensación de despegue y vuelo. En una palabra, «alucinante», una de las experiencias más gratificantes.
El vuelo fue instrumental, es decir, que no daba para hacer maniobras de evasión y poner la máquina a su máximo potencial. Sí que hay que decir que hubo un momento donde un cúmulo de nubes nos rodeó. Rápidamente Alberto bajó y hay que decir que dio un poco de impresión. No queremos ni imaginar lo que debe ser un vuelo táctico. Desde arriba vimos todo Madrid, sus inmenso tamaño y las calles que conforman la vida urbana, una experiencia «inefable».
Clases teóricas
Tras el vuelo, los alumnos tienen clases teóricas como: Derecho aeronáutico, «una asignatura complicada, pero que deben controlar al dedillo. El derecho aeronáutico puede ser la diferencia entre operar con seguridad o cometer una negligencia».
Le sucedía Meteorología a las 13:15, «una asignatura fundamental porque una de las grandes limitaciones que tienen es que aperan en la atmósfera, entonces la meteorología es un gran condicionante para su vuelo». Lo que suelen dar en esta materia son herramientas necesarias para que sean capaces de razonar si pueden llevar a cabo un vuelo.
Antes de retomar con las dos últimas clases, a las 14:30 el alférez Esponera nos llevó a comer. La pregunta del millón, ¿se come bien en el Ejército? La respuesta es sí, «se como bien, todo depende del sitio a donde vayas, pero en ningún sitio se come mal», nos explica nuestro protagonista. «De todos los sitios donde he estado destinado siempre he comido muy bien».
Por las tardes tienen dos opciones, Inglés general o Gimnasia, en esta última se preparan físicamente dada la importancia de la instrucción militar y las operaciones dentro y fuera de nuestro país. En cuanto a ingles «es importante porque España pertenece a la OTAN y la lengua vehicular más importante es esta y, además, porque el mundo aeronáutico utiliza el inglés para todo».
Por último, a las 16:30, la asignatura que cierra el día es Inglés aeronáutico. En esta materia «se centran en los procedimientos estándares de comunicación. Lo que aprenden es cómo hacer un uso efectivo de las comunicaciones».
Tras esta clase los militares tienen permiso, esto quiere decir que tiene libertad hasta la hora de la cena y posteriori hora de acostarse. Este tiempo lo puede dedicar para ocio, estudio, preparación del vuelo del día siguiente...
El lado más personal de un militar
La vida militar es muy sacrificada, sobre todo cuando son alumnos. Al estar en formación viven en régimen de internado y esto con lleva sacrificar muchas cosas a una edad muy temprana. «Mientras otros jóvenes puede estar disfrutando de libertad, de estar con sus padres, de estar con su familia... Pues aquellos que decidimos entrar en el Ejército tenemos que hacer renuncias».
Esponera hizo especial hincapié en que hay veces que «tenemos que irnos a un cuartel que está lejos, estudiar cosas que quizás no sean de tu agrado, tienes que pasar por supuesto la disciplina militar que es muy bonita, pero tiene cosas que son muy duras, claro está».
Alberto es una persona que no tiene límites, él tiene muy claro su objetivo y hasta que no lo consiga no va a parar. Para él ser piloto significa mucho, desde niño ha querido ser piloto de helicópteros del Ejército de Tierra. Su padre fue piloto (civil) y desde que era muy pequeño ha querido pilotar una de estas aeronaves con un objetivo en el futuro, ser piloto del Chinook.
Ahora mismo lleva siete años en el cuerpo militar y es «relativamente poco tiempo» el que lleva volando helicópteros, con lo cual ha tenido que hacer muchos sacrificios para llegar a donde está ahora mismo. «Para mí ser piloto ha sido un máximo en la vida», nos explica nuestro protagonista.
El mejor consejo de un militar
Desde El Debate queremos agradecer a la ACAVIET y su cuerpo técnico (profesores/instructores), al teniente coronel Sebastián Jiménez, a la comandante Elena Bohigas y, sobre todo, a nuestro protagonista, el alférez Alberto Esponera, que nos acogieron como si fuese nuestra propia casa. Confiamos en que Alberto consiga su objetivo pilotando el Chinook y que el siguiente reportaje sea «Un día con piloto del E.T: las arriesgadas maniobras con el Chinook».