A la izquierda, el cabo primero Fernando Martín Pozueco, que rescató a numerosos vecinos afectados por la DANA en Aldea del Fresno (a la derecha)

A la izquierda, el cabo primero Fernando Martín Pozueco, que rescató a numerosos vecinos afectados por la DANA en VillamantaEjército de Tierra / Efe

Ejército de Tierra

Cabo 1º Pozueco, el héroe de Villamanta: «Como militar, hice un juramento: mi vida al servicio de los demás»

El cabo primero Fernando Martín Pozueco pasó toda la trágica noche de la DANA rescatando a sus vecinos del municipio madrileño

El cabo primero Fernando Martín Pozueco era un vecino más que vivía tranquilamente en una urbanización situada entre Aldea del Fresno y Villamanta, en Madrid. Tras el paso de la DANA que el pasado fin de semana arrasó ambas localidades, el militar se ha convertido ya en el gran héroe de la localidad.

Prácticamente todos los vecinos de la urbanización tienen que agradecerle a este cabo primero del Regimiento de Guerra Electrónica 31 con base en El Pardo que les salvaran la vida. Para cuando Pozueco llegó a su casa, el agua ya había arrastrado a José, un vecino de 83 años. «Eso es lo que más me duele», se lamenta el cabo primero, «porque José no solo era mi vecino, era mi amigo».

El cabo primero pasó toda la noche del domingo de casa en casa, rescatando a sus vecinos. Tuvo la suerte, y la audacia, de encontrar a tres bomberos y encabezando el equipo salvó la vida de más de un vecino.

¿Cómo recuerda la búsqueda de su vecino?

—Entramos en su casa llena ya de agua. Allí estaba Basi que no hacía más que gritar «mi José, mi José». La cogimos a la espalda del bombero más grande y la llevamos a casa de enfrente, donde estaría más protegida. Hasta en tres ocasiones regresé a esa casa para tratar de localizarle, me llegué a sumergir bajo el agua para ir de una estancia a otra. Pero allí no estaba José. Es muy duro porque a ese hombre le conocía, era mi vecino, mi amigo.

Pero también fue casa por casa del resto de los vecinos...

—Y eso también fue duro. Tienes que hacer un triaje para decidir quién necesita ayuda en primer lugar y quien puede esperar. El primer vecino era un hombre de 95 años. Lo dejamos en la segunda planta de su vivienda y fuimos a más casas. Solo oía a niños gritar. Ayudamos a familias con niños y cuando regresé a la casa del primer vecino para rescatarle, me encontré las escaleras con culebras. Lo más peligroso de esas situaciones es lo que no ves, lo que hay debajo del agua, troncos, piedras, muebles,...

Porque allí no había luz...

—Cuando me llegaba por la cintura, vi que el agua estaba ya cerca de los cuadros eléctricos, pero no me dio tiempo a nada. Vino una ola de metro y medio de altura y se lo llevó todo. Cuando se fue la luz es cuando la gente entró en pánico. Eran gritos por todos lados. A partir de ahí, era como en las películas, utilizamos la luz de los relámpagos para orientarnos.

Cuando se fue la luz es cuando la gente entró en pánico. Nosotros utilizábamos la luz de los relámpagos para orientarnos

En esa urbanización vive usted con su familia.

—Esa era mi máxima preocupación, mi hija y mi madre. Una vez que les subí a la segunda planta y sé que están a salvo, ya solo veo a la gente, a mis vecinos. Después regresé varias veces a lo largo de la noche para certificar que seguían bien.

A raíz de su actuación, ha recibido la felicitación de todos sus vecinos e instituciones, desde el alcalde a la propia ministra de Defensa.

—Decían que soy un héroe, pero no me gusta que me lo digan. Creo que hice lo que hubiera hecho cualquiera. Una persona que no es capaz de ayudar a los demás, no es persona.

¿No temió por su vida en ningún momento?

Hubo dos momentos en que dije «morimos aquí». El agua nos superaba el cuello, tenía todas las piernas rajadas de todo lo que me golpeó. Después, el gasoil que se había salido de los vehículos me llegó a la boca y me dije que ahí moriría. Pero no te puedes bloquear. Entras en automático, no piensas en el dolor. El cuerpo humano aguanta carros y carretas, lo que falla es la mente. Si la mente dice que para adelante, el cuerpo le sigue.

El cuerpo humano aguanta carros y carretas, lo que falla es la mente. Pero si la mente dice que para adelante, el cuerpo le sigue

Su condición de militar también habría ayudado a afrontar una situación así.

—Los militares no estamos solo para hacer la guerra. Estamos para todo. Somos la empresa más grande de España, el músculo de este país. Por eso no entiendo qué le pasa a parte de la sociedad con los militares, porque yo daría la vida por todos ellos.

Y su trayectoria militar también habría puesto su granito de arena.

—Mi experiencia en Afganistán (sobrevivió a la explosión de una mina y a un ataque talibán) me cambió la vida. Además, es cierto que la formación y la preparación física que he recibido a lo largo de mi carrera militar me ayudaron mucho. Pero, sobre todo, he notado que conforme vas subiendo de rango vas aprendiendo a usar la cabeza. Y eso resultó fundamental. Una decisión bien tomada en un segundo, te salva la vida.

Los valores que imprime el Ejército también habrían ayudado.

—Como militar, hice un juramento: Mi vida al servicio de los demás. Y lo mantengo. No obstante, los valores militares no son muy diferentes a los civiles. Porque el ayudar al prójimo está en el ADN del ser humano.

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