Armada española España tendrá una flotilla de corbetas ligeras para la guerra antisuperficie y antiaérea
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a Armada española, la Marine Nationale francesa, la Polemikó Naftikó griega y la Marina Militare italiana trabajan en un ambicioso proyecto: la corbeta europea de última generación, un buque dotado con las más sofisticadas tecnologías con el objetivo de prestar servicio durante las próximas cuatro décadas. La Armada persigue con este proyecto lograr un buque de guerra tipo corbeta o fragata ligera de capacidad reducida (Limited Warship). Sus características técnicas pueden experimentar modificaciones a medida que se desarrolla el proyecto, pero inicialmente tendrían una eslora de alrededor de los 100 metros, un desplazamiento de unas 3.000-3.500 toneladas toneladas, un calado menor de 5 metros y un «enfoque modular» con diferentes configuraciones en función de las necesidades operativas de cada país. Su velocidad máxima oscilará entorno a los 24 nudos, con un autonomía de 4.000 millas a 14 nudos, según consta . La Armada proyecta seis unidades que releven a los patrulleros oceánicos (excorbetas clase «Descubierta» y clase «Serviola»).
En octubre de 2022, la Revista Española de Defensa publicó un detallado reportaje sobre la corbeta en el que recogía las valoraciones de quien hasta entonces fue el representante español en el grupo de trabajo del proyecto EPC, el capitán de corbeta Jaime Rodríguez Tortosa. Rodríguez Tortosa hacía una interesante comparación con respecto a las fragatas. España se ve inmersa en la actualidad en uno de sus proyectos más ambiciosos, el desarrollo de las fragatas F-110.
A diferencia de una fragata, esta clase de buques, de los denominados de segunda línea, «no van a estar blindados para resistir grandes impactos en su estructura, ni dotados con potentes sistemas de armas ni tampoco capacitados para escoltar y proteger grandes formaciones navales», aclaraba entonces Rodríguez Tortosa.
En cambio, subrayaba el citado reportaje, estos buques serán dotados con sistemas de armas y sensores para poder integrarse en agrupaciones navales nacionales o multinacionales en operaciones de alta intensidad, lo que conlleva equiparlos con una robusta capacidad de supervivencia y autodefensa frente a agresiones en superficie, aéreas y submarinas. «No olvidamos –decía Rodríguez Tortosa– que deben incorporar tecnologías para hacer frente a las amenazas asimétricas, la guerra híbrida y hasta reaccionar contra las armas de ataque autónomas, las conocidas como merodeadoras o loitering».
La Armada española presentó en la última edición de la feria de defensa Feindef un panel sobre la Corbeta Europea (European Patrol Corvette, EPC) en la que la definía como «un proyecto innovador, que contendrá distintos sistemas, con un enfoque modular, interoperable y flexible para abordar una amplia variedad de tareas y misiones». Ahora, con el proceso de baja de veteranos patrulleros de altura como el P-76 Infanta Elena y el P-77 Infanta Cristina –ex corbetas de la clase Descubierta– el proyecto de corbeta europea adquiere un carácter si cabe más prioritario.
Hay que subrayar que, como informó El Debate, el patrullero de altura 'Infanta Cristina' (P-77), con base en Cartagena (Murcia), realizará su última navegación entre el 5 y el 20 de septiembre, recalando en los puertos de Málaga, la Escuela Naval Militar (Marín) y Alicante. La Armada tiene previsto finalizar la vida operativa de este buque el próximo 30 de septiembre, tras 43 años de servicio.
Considerado por la Armada como un escolta «limitado», el EPC será un buque diseñado para realizar fundamentalmente misiones de vigilancia marítima, proyección de la fuerza, lucha contra la piratería y el contrabando, asistencia humanitaria y libertad de la navegación.
Se trata de uno de los proyecto PESCO naval más ambicioso hasta la fecha, por la dificultad de coordinación y gestión entre las marinas de guerra de los países miembros y sus industrias de defensa. Para ello Navantia ha firmado un Memorando de Entendimiento (MoU) con Naviris, un consorcio integrado en partes iguales por la empresa italiana Fincantieri y la francesa Naval Group, con el objetivo de impulsar la colaboración industrial.