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Los 8 de Irak, los héroes del CNI que murieron en una emboscada en Irak el 29 de noviembre de 2003Kindelán

Centro Nacional de Inteligencia  20 años de una emboscada mortal: los 8 héroes del CNI que dieron su vida por España en Irak

En el acceso principal a la sede central del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) hay un monumento con nueve llamas en memoria de los héroes del Centro que dieron su vida por España. Ocho de esas nueve llamas tienen nombre propio: Carlos Baró Ollero, José Antonio Bernal Gómez, José Lucas Egea, Alberto Martínez González, José Ramón Merino Olivera, José Carlos Rodríguez Pérez, Alfonso Vega Calvo y Luis Ignacio Zanón Tarazona. Todos murieron hace hoy 20 años en una vil emboscada en Irak. Una de las principales salas de reuniones del CNI ha sido bautizada con el nombre de «Héroes de Irak» en su honor. La novena llama está dedicada a todos los que dieron su vida, en secreto, al servicio de España.

El testimonio de un miembro del CNI pone de manifiesto el alcance de la tragedia: «El sábado 29 de noviembre fue el día más duro y triste de la historia de este centro. Provocó una tremenda conmoción, no solo en los Servicios de Inteligencia, sino en todas nuestras Fuerzas Armadas y en toda la sociedad española. Nuestros compañeros sufrieron un ataque de un comando fuertemente armado y su reacción a la emboscada, que pudo durar unos 30 minutos, fue un auténtico acto de valor, fue un auténtico acto de heroísmo, llevando el compañerismo a su mayor grado reflejado en lo que te enseñan en las academias militares: No dejar a nadie atrás, no abandonar nunca al compañero herido en el campo de batalla hasta perecer todos. Algo que nuestros héroes en Irak tenían muy interiorizado y lo llevaba en sus genes».

«Los sentimientos que se mezclan —prosigue el miembro del Centro— son de pena, tristeza, gran desolación por su muerte, por un parte, con el orgullo por su acto de valor y lealtad. En el Centro hay una foto con todos los compañeros caídos donde rezan estas palabras: «Solo el orgullo por su heroica muerte supera el dolor de su pérdida».

«La épica de las gestas heroicas debe ser conocida por las futuras generaciones. Porque aprendemos de los valores de aquellos que de una manera desinteresada dan, cuando la situación y el deber lo requieren, la vida por unos ideales. Nos enseñan unos valores que no son solo propios de la institución militar, ni de un Servicio de Información, sino de nuestra sociedad. Fueron fieles a un idea, a unos principios, a una promesa y dieron lo mejor y lo más grande que tenían: su vida en acto de servicio», subraya.

Monumento con nueve llamas en el acceso principal al CNI que honra la memoria de los héroes de Irak

Monumento con nueve llamas en el acceso principal al CNI que honra la memoria de los héroes de IrakCNI

Efectivamente, la vocación de servicio, la lealtad, la discreción y el espíritu de sacrificio son cualidades que se dan por supuestas a los miembros del CNI que, a diferencia de otros cuerpos, deben mantener su labor en un obligado silencio. Y, con frecuencia, no reciben el reconocimiento que merecen. Es un estilo de vida en el que la motivación por proteger a España está por encima de cualquier otra consideración. Aunque puedan parecer palabras grandilocuentes, es importante comprender que esos principios movían a los «8 de Irak» a arriesgar sus vidas en aquel país fracturado, corroído por el régimen de terror de Saddam Husein; aquel país desbordado por corruptelas, devastado por la guerra del Golfo, marcado por las matanzas sistemáticas en la región kurda y bajo los demoledores efectos de la invasión de una coalición de países liderada por Estados Unidos. En aquel polvorín hacían su trabajo los 8 de Irak; y en aquel polvorín dieron su vida por España.

La primera trampa, la primera víctima

Jueves, 9 de octubre de 2003. Bagdad.

José Antonio Bernal Gómez es un agente del CNI que vive en la capital irakí desde hace dos años, en una casa unifamiliar con jardín en el barrio diplomático, frente al consulado de Sudán. Bernal procede de la escala de suboficiales del Ejército del Aire. Tiene 30 años, está casado y es padre de una preciosa niña de corta edad. Son aproximadamente las 7.30 de la mañana, hora local. Un coche marca Opel de color marrón se detiene junto a la vivienda de Bernal. Hay tres hombres en su interior. Uno de ellos, que viste como un clérigo chií, se baja del vehículo y llama a la puerta. Bernal, al abrir la verja de la vivienda, reconoce al clérigo. Se produce una discusión y un forcejeo y el agente español sale para intentar huir calle abajo. Dos individuos que están dentro del vehículo esgrimen sus pistolas y le gritan que se pare. Bernal sigue corriendo, probablemente descalzo. Realizan cuatro disparos que no le alcanzan, pero finalmente cae a unos 20 metros de su casa y a pocos metros de una transitada avenida, lo que le habría dado mayores posibilidades de escapar. Un cuarto terrorista que estaba apostado en la esquina de la avenida con su calle se le acerca y mientras Bernal trata de incorporarse, éste le descerraja un tiro en la nuca.

José Antonio Bernal, en el centro de la imagen, posa con amigos en Bagdag

José Antonio Bernal, en el centro de la imagen, posa con amigos en BagdagEl Debate

Relato de 30 minutos de infierno

Sábado, 29 de noviembre de 2003. Bagdad. 14.30 hora local. 12.30 en España.

Carlos, José, Alberto, José Ramón, José Carlos, Alfonso, Luis Ignacio y José Manuel habían dedicado toda la mañana a visitar organismos nacionales e internacionales. Tras el almuerzo, debían regresar a la zona de operaciones, en concreto, a Diwaniya y Nayaf, donde se encontraba desplegada la brigada Plus Ultra. Son 200 kilómetros de distancia que deben transitar en dos vehículos todoterreno, un Nissan Patrol blanco y un Chevrolet Tahoe azul. Viajan juntos para tener capacidad de protección recíproca y de reacción inmediata. El nivel de alerta es máximo, ya que durante el ramadán, el acoso a la coalición había sido muy intenso. Al atardecer, los dos todoterreno se introducen en la denominada ruta Jackson, una carretera que enlaza la capital iraquí con Diwaniya y Nayaf. Es la única carretera viable en ese momento, porque la autopista estaba cortada. Los dos equipos del CNI se comunican de coche a coche a través de sus teléfonos satélite.

A las 15.22 hora local, 13.22 en España, ambos vehículos circulan por una larga recta a 120 kilómetros por hora cuando, de repente, se ven envueltos en una emboscada que, por su planificación, más bien podría considerarse una operación militar. Logran superar un punto donde dos trampas explosivas esperaban su paso.

Se habló de dos dispositivos IED preparados, que estaban situados en el lateral de la carretera para detonar al paso de los vehículos que fallaron. Pero nunca se pudo comprobar esta información, ni verla en ningún informe. De los primeros en llegar fue el Teniente Coronel Pete Johnson al mando del III Batallón de la 82 División Aerotransportada. Afirmó que había una gran cantidad de casquillos correspondientes a la munición utilizada por los AK-47.

Un sedán blanco que persigue al convoy consigue pasar por la izquierda a uno de los todoterrenos, cuyo conductor, Alberto, es alcanzado mortalmente por una ráfaga de kalashnikov. Lucas queda gravemente herido.

Emboscada a los 8 de Irak en 2023

Emboscada a los 8 de Irak en 2023Kindelán

Emboscada a los 8 de Irak en 2023

Emboscada a los 8 de Irak en 2023Kindelán

Llegado este punto, conviene rescatar parte del minucioso relato que la Revista de Defensa Española publicó hace dos décadas, firmado por Alberto Martínez Arias, en los que reconstruye al detalle aquellos dramáticos momentos.

«Los terroristas hieren en la cabeza, mortalmente, a otro de sus ocupantes y revientan las ruedas del flanco izquierdo del todoterreno, que se detiene en el arcén de la calzada. El Cadillac sigue su marcha. Se coloca a la altura del segundo vehículo sin dejar de disparar y los terroristas alcanzan, mortalmente a Alfonso, que es quien lo conduce. [Y a Jose Carlos, sentado detrás en el lado izquierdo]. El vehículo, sin control posible, se sale de la calzada por el arcén derecho y, tras bajar bruscamente un pequeño desnivel, queda atrapado en una zona enfangada».

Un infierno

En aquel momento, había dos muertos y dos heridos muy graves. Uno con un disparo en la cabeza y otro en el estómago. Ellos fueron la prioridad en todo momento para sus compañeros. Se produce una pequeña tregua. Carlos comunica con el coordinador del grupo en Madrid. «M…, nos han atacado. Tenemos, por lo menos, 2 muertos. Avisa a la brigada. Que manden helicópteros». La comunicación se interrumpe porque vuelven los disparos. A la derecha de la carretera que atraviesa Al Latifiya, detrás del coche, atrapado en el fango, hay dos edificios bajos, desde donde se ha reanudado el ataque. Fusiles, fusiles ametralladores y granadas. Los cuatro ilesos se defienden como pueden con sus armas reglamentarias. La capacidad de reacción es, desgraciadamente, limitada, teniendo en cuenta la difícil situación y el número de agresores.

Los asesinos de los agentes españoles eran gente preparada, con formación militar

En medio del intenso tiroteo, Carlos vuelve a marcar el teléfono de Madrid. Pero la comunicación se corta sin haber podido enviar las coordenadas. Pese a no saber dónde están exactamente, los helicópteros de Base España salen en su ayuda.

Hay dos grupos de terroristas disparando desde las casas. «Valoran la situación para buscar un sitio más seguro. El fuego arrecia. Carlos se ha parapetado en el suelo, cerca del segundo coche, donde sigue malherido José Carlos, y está cubriendo a sus compañeros con el fuego de su pistola ametralladora. Mide cada disparo. No sabe cuánto puede durar todavía la pesadilla. Deciden que José Manuel cruce la carretera en busca de ayuda», prosigue el dramático relato de los hechos publicado en la Revista de Defensa.

Uno de los coches en los que viajaban los miembros del CNI, siete de los cuales murieron y uno resultó herido, permanece junto a la vieja carretera del sur, donde fueron atacados al sur de Bagdad

Uno de los coches en los que viajaban los miembros del CNI, siete de los cuales murieron y uno resultó herido, permanece junto a la vieja carretera del sur, donde fueron atacados al sur de BagdadEfe

Para entonces, el fuego cruzado había paralizado el tráfico. El atentado se ha convertido en un espectáculo. José Manuel cruza al otro lado. «Su objetivo es conseguir como sea un coche con el que puedan salir del infierno los que queden con vida. Se dan cuenta de que su pistola ametralladora se ha encasquillado. Algunos de los que estaban observando el espectáculo se acercan a él. Lo rodean. Uno le arranca la medalla que lleva. Es una imagen de la Virgen. Recibe muchos golpes, mientras otras manos intentan atarlo y meterlo en el maletero de uno de los coches aparcado al borde de la carretera. Se da cuenta de que le quitan el arma, afortunadamente encasquillada, y observa como le apunta ahora desde la mirada intensa de un rostro anónimo. Está a punto de rendirse, de dejarse llevar. No oye nada, más que los gritos de la gente que se ha arremolinado a su alrededor. Ya no hay disparos. O por lo menos no los oye. Y, de repente, de entre toda la muchedumbre, ve a un hombre que se acerca y que aproxima la cara a la suya…».

«No hubo ni una sola palabra que acompañará el gesto. Solo un beso. En la mejilla. Un gesto de protección, procedente de un hombre delgado, bien, vestido, elegante… Cuando José Manuel está a punto de rendirse ante aquella turba, comprueba asombrado como un hombre distinguido le besa en la cara y todos los que están alrededor se calman. No es un religioso de la mezquita próxima, no es un imán, aunque va muy bien vestido. Es un notable que, con ese gesto, transmite a los presentes la amistad hacia José Manuel. El beso entre los árabes es un gesto muy apreciado que indica compañerismo, afinidad. Inmediatamente después, como por encantamiento, las manos agresivas, hasta entonces, se tornan complacientes. José Manuel está protegido y quienes la agredían, ahora le empujan con respeto hacia los coches aparcados. Y en ese momento de perplejidad, propia y ajena se introduce, lo introducen en un taxi, que intenten salir de allí en dirección a Bagdad (…) Al cruzar por el lugar del atentado, ve los dos coches españoles, ardiendo y dos de los cuerpos de sus compañeros tendidos en la carretera. Es el único superviviente. No lo sabe, pero se lo teme. Cuando mira el reloj, comprueba que, desde que comencé el ataque, apenas han pasado 30 minutos».

Uno de los coches en los que viajaban los miembros del CNI, siete de los cuales murieron y uno resultó herido, permanece junto a la vieja carretera del sur, donde fueron atacados

Un niño iraquí inspecciona uno de los coches en los que viajaban los miembros del CNI que sufrieron una emboscada hace 20 añosEfe

Cuatro actos de valor

  • Durante aquella media hora fatídica, los agentes españoles demostraron cuatro actos indiscutibles de valor. El compañerismo siempre estuvo en primer término. En primer lugar, los agresores iniciaron un fuego intenso contra el vehículo del CNI que cerraba la comitiva. El conductor reaccionó al instante: aceleró y adelantó a sus compañeros para darles aviso. El Nissan Blanco se acerca a socorrer al otro vehículo que se encuentra fuera de la carretera, en la vaguada, atrapado en el barro y recibiendo fuego de los insurgentes. Pepe Merino y Nacho Zanón deciden ir hacia los compañeros, agrupándose. Consiguiendo que los atacantes rompan el contacto. Se acercan al origen de fuegos, entran en zona de muerte.
  • En segundo lugar, y mientras otro agente cruza la carretera en busca de ayuda, Carlos se queda solo, disparando hasta consumir el último cartucho, en el vehículo inmovilizado por el barro. Le dice a José Manuel que vaya a buscar ayuda. Toma la posición de tiro y, por no dejar a los compañeros, aguanta hasta quedarse sin munición.
  • En tercer lugar, y mientras se encontraban replegados en el Nissan blanco, uno de los agentes españoles, Pepe Merino, recibe un disparo en el hombro y queda herido. Luis Nacho Zanón se queda con él hasta el final. Pepe, que está en el vehículo de la carretera (El Nissan), es herido. Nacho aguanta sabiendo que no puede abandonar a sus tres compañeros hasta agotar la munición.
  • Por último, el único superviviente, pese a la trágica odisea que vivió, logró pedir refuerzos. Aunque ya era tarde, luchó hasta el final por conseguir ayuda para sus compañeros. José Manuel regresa al escenario con los refuerzos que salió a buscar.

Los asesinos de los miembros del CNI eran gente preparada, con formación militar. Hay que recordar que la Autoridad Provisional de la Coalición disuelve completamente el Ejército de Sadaam Hussein. De este modo, los componentes de unidades especiales del ejército como la Guardia Republicana o de los servicios de inteligencia como la temible mujabarat, cercanos al partido Baaz, pasan a formar parte de la resistencia iraquí.

Los restos mortales de los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) asesinados en Irak llegan en un avión Airbus-310 que aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz

Los restos mortales de los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) asesinados en Irak llegan en un avión Airbus-310 que aterrizó en la base aérea de Torrejón de ArdozEfe

Los Reyes y el Príncipe de Asturias, durante el funeral por los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia que se ofició en la sede del CNI

Los Reyes Juan Carlos Sofía y el entonces Príncipe de Asturias, durante el funeral por los agentes del Centro Nacional de Inteligencia que se ofició en la sede del CNIEfe

Volviendo a los principios que resumíamos al principio, los 8 héroes de Irak los cumplieron a rajatabla. Vocación de servicio, lealtad y espíritu de sacrificio. Los tiempos han cambiado dos décadas después, las tecnologías han avanzado, los procedimientos se han actualizado… pero el panorama geoestratégico es igualmente complicado en aquella zona del globo. Lo que no han cambiado son esos valores, que los 8 de Irak acreditaron con un valor que hoy se conmemora con orgullo.

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