Aviador, piloto, militar: héroe cotidiano
En esta mañana azul de calma marina, mientras la proa de mi fragata «Numancia» corta las hoy serenas aguas del océano Índico, leo la muerte del Teniente Coronel del Ejército del Aire y del Espacio Pablo Estrada Martín, piloto del Ala 12 del Ejército del Aire y del Espacio, muerto en acto de servicio al estrellarse su F-18 en unas maniobras en Teruel. En el misterio de la vida y de la muerte que desafía cada militar cada jornada, el Creador ha llamado a rendir novedades a este compañero nuestro que a los cuarenta y nueve años ha muerto cumpliendo con su deber de servir a España, a nuestra sociedad y a la paz surcando las nubes y los cielos. Estoy seguro de que el Señor de la Calma y de la Tempestad, a quien a bordo de esta fragata «Numancia» este ocaso encomendaremos el alma de nuestro compañero, acogerá no sólo nuestras oraciones por su eterno descanso y por el auxilio, ánimo y conforte a su familia sino, también, las buenas obras que como militar y ciudadano, esposo, hijo, padre y compañero ha bordado en su carrera castrense en su familia y en nuestra familia del Ejército del Aire y del Espacio. Una entrega absoluta, hasta la muerte, en la que, fundidos con nuestros compañeros aviadores, toda la familia militar de Tierra, Armada y Guardia Civil comparte el dolor por su pérdida, en especial de la esposa, cuatro hijos y padres de Pablo.
El Teniente Coronel Estrada Martín era un militar ejemplar y un compañero alegre, generoso y humilde, reflejo de las mejores virtudes castrenses. Como aviador experimentado, conocía su moderno reactor F-18, las condiciones atmosféricas, las complejidad material y científica del pilotaje, y poseía la óptima experiencia y preparación física, técnica y espiritual de nuestros aviadores al surcar como ángeles guardianes los cielos de España y del mundo. Ahora, misteriosos renglones torcidos de Dios, el pueblo español, con las palabras del poeta y soldado legionario Virgilio en la Eneida, debe rendir una trágica vez más un «tributo postrero a esas almas egregias que con su sangre nos han legado esta Patria».
En la muerte y en la vida, nuestros pilotos asumen, con especial devoción a la Virgen de Loreto, que Dios es el destino final de la vocación castrense, porque la muerte es nuestra compañera, nacemos para morir y morimos para nacer, y se sirve a España hasta dar la vida si es menester. Pero cuando la muerte derriba a nuestro compañero de milicia, ¡cuánto dolor resta en nuestros corazones! Vocación militar de servicio a la Patria hasta el sacrificio supremo, porque ser militar no es una profesión sino una vocación y cada vuelo, cada misión, cada operación, el militar mira a la muerte cara a cara, y encarna el elogio de Tucídides en la Historia del Peloponeso cuando afirma que «al entregar cada uno de ellos la vida por su Patria, se hicieron merecedores de un elogio imperecedero y de la sepultura más ilustre». Elogio con el que una vez más nuestro pueblo español tiene el deber de honrar la memoria de un hijo suyo caído en acto de servicio por la paz y la libertad de España.
Donación absoluta a España en el que todo militar conoce que entre el despegue y el aterrizaje de cada vuelo muerte y vida rondan un dramático baile alrededor del piloto y su avión. Una partitura existencial de cualquier militar en nuestros tres Ejércitos y Guardia Civil: el desafío de la muerte para garantizar la vida del pueblo español. Muerte y vida presentes en la cabina con el rugir de las turbinas, el ritmo visualizado en los medidores del panel de instrumentos, la resistencia del material, la respiración entre la máscara y el casco, las comunicaciones con los compañeros en aire, tierra y mar. Vocación castrense del aviador cuando, en aras del cumplimiento de la misión asignada, se funde con su reactor, la palanca de mando materializa rumbo y maniobra, y la tierra se empequeñece y agiganta como un símbolo de la grandeza y pequeñez del ser humano en el aire y en el espacio. Sublimación vocacional del piloto, volar, y del militar, cumplir el deber asignado, desde defender la integridad del territorio y la soberanía de España hasta la cooperación en operaciones internacionales humanitarias o bélicas para proteger la paz, justicia y prosperidad de nuestra Patria y del orbe.
Vocación militar al servicio de España del Teniente Coronel Pablo Estrada Martín, a quien desde la fragata «Numancia» hoy honramos, unidos al dolor de nuestros compañeros del Ejército del Aire y del Espacio y, en especial, de su familia. Con la intercesión de la Virgen de Loreto, Pablo, vuela junto a Dios en la patria universal del Cielo.
- Alberto Gatón Lasheras es Teniente Coronel Capellán de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales