Fuerzas Armadas España encara el tenso escenario internacional con nuevos programas de armas y la OTAN exige más gasto militar
Para España, las amenazas no solo provienen del este de Europa. El Magreb se encuentra en una situación muy volátil
En apenas tres años la situación internacional ha dado un giro de 180 grados y el horizonte se ha llenado de sombríos nubarrones. La invasión rusa en Ucrania comenzó en febrero de 2022. Casi tres años después, la brutal guerra ha dejado en evidencia numerosas vulnerabilidades en Europa, que trata de reorganizar sus estrategias militares bajo la presión de la inminente toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. El Financial Times reveló recientemente que la intención del presidente electo es exigir a los socios europeos el incremento del gasto militar hasta el 5 % del PIB. El panorama en el Indo-Pacífico es cada vez más inestable y tenso. Estados Unidos ha desplegado un plan para desarrollar nuevas capacidades militares ante los desafíos que suponen China, Rusia y Corea del Norte en la zona. Los ejercicios militares son constantes, como Freedom Edge, llevados a cabo con Japón y Corea del Sur, así como patrullas conjuntas con Filipinas, Australia y Japón en el Mar de China Meridional.
La creciente influencia de China en el ámbito global y los conflictos en el Mediterráneo y el Sahel terminan por convertir el tablero geoestratégico en una olla a presión. El ataque de Hamas a Israel ha provocado un efecto dominó y la sucesión de acontecimientos —las operaciones de Israel en el Líbano, destacando el asesinato del líder de Hizbulah, Hasan Nasrallah, y la posterior represalia iraní— han provocado una escalada de imprevisibles consecuencias.
En el Sahel se viene dando un aumento sostenido del terrorismo islámico desde hace una década. Como señala el Real Instituto Elcano, esta alarmante tendencia se une a un escenario geopolítico de «alianzas cambiantes, inestabilidad política, la retirada de tropas francesas, el desmantelamiento de estructuras de seguridad conjuntas y la aparición de nuevos actores externos».
La situación provocada por este cúmulo de factores se ve agravada, además, por «problemas endémicos de la región como la pobreza, la desigualdad y los efectos del cambio climático. Todo ello nos sitúa en el umbral de una transición hacia escenarios desconocidos».
España no es ajena a esta difícil coyuntura y mantiene un progresivo gasto en defensa. Existen tres formas distintas de cuantificar el gasto de defensa: desde el punto de vista de la contabilidad presupuestaria, en términos de contabilidad nacional y desde la perspectiva de la OTAN. Cada uno de estos enfoques tiene sus propios criterios para registrar el gasto militar.
Tal y como señala la Airef en un informe de julio de 2024, debido a las diferencias en los criterios de registro y componentes considerados, la cuantificación del gasto de defensa varía según la perspectiva utilizada para su cálculo.
Desde la perspectiva de la contabilidad presupuestaria, según los datos ejecutados de la política de defensa en los Presupuestos Generales del Estado, el importe pasó del 0,9 % del PIB en 2019 al 1,2 % en 2023, último año publicado.
Por lo que se refiere a los gastos de defensa según la OTAN, España ha pasado del 0,9 % en 2019 hasta el 1,3 % en 2023.
Y en términos de la contabilidad nacional, el importe ha aumentado desde el 0,8 % del PIB en 2019 al 1,1 en 2022. En este caso hay que tener en cuenta, como refleja la Airef, que aquí hay un ajuste importante a tener en cuenta desde el punto de vista cuantitativo. Y es que según las normas de la contabilidad nacional, los gastos anuales correspondientes a armamento y sistemas de apoyo deben registrarse en el momento en el que los bienes y servicios son puestos a disposición del Ministerio de Defensa, independientemente de su asignación presupuestaria.
En la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en 2022, los líderes de la Alianza reafirmaron la importancia de alcanzar el objetivo del 2 % del PIB en defensa. Para España, cumplir con este compromiso implica un aumento significativo en su presupuesto militar, que está impulsado el Ministerio de Defensa.
Para España, las amenazas no solo provienen del este de Europa. El Magreb se encuentra en una situación muy volátil. La enemistad entre Marruecos y Argelia escala en tensión, mientras la creciente presencia de grupos terroristas en el Sahel plantea desafíos directos a la estabilidad y seguridad españolas.
Nuevo sistema de combate
España ha puesto en marcha diversos programas de armamento. Estos proyectos buscan modernizar su arsenal y garantizar que las Fuerzas Armadas estén preparadas. Uno de los grandes proyectos de futuro es el desarrollo del avión de combate europeo FCAS (Future Combat Air System). Este proyecto, liderado conjuntamente por España, Francia y Alemania, proyects un sistema de combate aéreo de última generación que integre aviones tripulados y no tripulados. El FCAS será fundamental para sustituir a los actuales Eurofighter, que acaban de recibir un espaldarazo con la firma del programa Halcón 2. El plan incluye 25 nuevos cazas de combate Eurofighter, adquiridos por España para reforzar su flota. El pedido cubrirá la entrega de 21 aviones Eurofighter monoplaza y cuatro biplaza de última generación para sustituir parte de la flota F-18 operada por el Ejército del Aire y del Espacio español.
En el ámbito terrestre, España ha apostado por la adquisición de nuevos vehículos blindados 8x8 «Dragón». Estos vehículos, diseñados para operar en terrenos de grandes dificultades y responder a las nuevas amenazas, sustituyen a los veteranos BMR y aportan mayor protección y versatilidad a las tropas.
En el ámbito naval, la construcción de las fragatas F-110, un proyecto liderado por Navantia, es uno de los pilares de una importante renovación. Estas fragatas, equipadas con tecnología de vanguardia, supondrán la sustitución de las F-80 y un fuerte impulso para la proyección marítima española, que se verá reforzada con los submarinos de la clase S-80.
Con la creciente amenaza de ataques con drones y misiles balísticos, España también ha comenzado a invertir en sistemas avanzados de defensa aérea. Esto incluye la adquisición de sistemas como el NASAMS y el desarrollo de capacidades propias en colaboración con otros países de la OTAN.