El Debate recorre los escenarios clave del caso Asunta: «¿Cómo pudieron hacerle algo así a su hija?»
Vecinos, compañeros de clase de los padres, uno de los propietarios de la casa de Montouto donde mataron a la menor y otros testimonios recuerdan cómo se vivieron esos días en Teo
Once años no han sido capaces de cerrar la herida de un asesinato que conmocionó a un municipio gallego de la comarca de Santiago, Teo. Asunta Basterra, de 13 años, apareció muerta en la cuneta de una vía forestal. Como se sabría más adelante, a manos de sus propios padres: Rosario (Charo) Porto y Alfonso Basterra. El lugar exacto, repleto de flores, sigue recordando lo ocurrido. Cinco minutos allí bastan para apreciar el respeto y la tristeza que se respira en este punto. En el momento de nuestra llegada, un corredor pasa por allí, mira la cruz, se santigua y continúa su camino. El lugar es solitario, con el verdor típico de los parajes gallegos y, por orden del dueño de la parcela, intocable.
Al recorrer los rincones clave del denominado como ‘Caso Asunta’, que llevó a la condena de los padres de la menor procedente de China y adoptada cuando apenas tenía un año, se repiten ante nuestras cuestiones caras de tristeza.
«¿Cómo unos padres pueden hacer eso a su hija?», se pregunta un vecino de Teo que pasa frente a las flores colocadas en la pista forestal. Nadie entiende y nadie es capaz de explicar lo ocurrido. El hombre asegura que recorre el mismo sitio todos los días a las seis de la mañana. Aunque no muy concurrido, sí es un lugar de paso para aquellos que viven por la zona.
A apenas unos metros, una casa. Los propietarios, cansados. Recuerdan esos días como una experiencia horrible. «Nos marearon mucho. Tuvimos que testificar varias veces, la prensa apenas nos dejaba salir de casa…», lamenta la dueña del inmueble que asegura. «No me atreví durante mucho tiempo a sacar la basura por la noche. Tenía miedo. No se a qué, pero lo tenía», añade.
Cuerda de empacar, una de las claves
El cuerpo apareció colocado. Tendido y «depositado con cuidado». A su lado, unas cuerdas de empacar, cuerda de rafia. Los investigadores, rápidamente, tomaron este aspecto como clave en la investigación. Lo hicieron al hallar en la casa de su madre, Rosario Porto, en Montouto (Teo) el mismo cordel. Por ello, acudieron a la ferretería O Cravo, muy cerca del lugar donde dejaron a Asunta.
«Es una cuerda muy común. La usan los agricultores para trabajar. Por ejemplo, para empacar la paja», cuenta el dueño del local que recuerda el día en que los agentes hablaron con él. «Nosotros no la habíamos vendido. Además, es un producto que viene en bobinas de 500 metros y no es de uso particular», revela añadiendo que, siempre pensó, que la habían reutilizado. Este tipo de cuerda es fácil de encontrar en cualquier terreno agrícola por su frecuencia de uso. También es normal usarlo para diferentes funciones y que se utilice varias veces antes de desecharse.
La casa donde mataron a Asunta
La casa de Montouto, el lugar donde Asunta estuvo por última vez con vida es la clara representación de un inmueble que refleja lo que ocurrió allí dentro. La maleza ha devorado el amplio terreno y apenas deja ver la propiedad que se puso a la venta por un millón de euros y nadie quiso comprar.
Unos okupas se encargaron de empeorar la situación de la casa que fue heredada por una amiga de Rosario Porto. En la puerta, encontramos a un familiar de los herederos. No quiere hablar, prefiere mantenerse en actitud distante pero confirma que la propiedad se encuentra en un estado deplorable y que, aunque el okupa está en la cárcel, el procedimiento sigue en marcha en los juzgados y no se pueden hacer movimientos con el inmueble hasta que esto quede resuelto.
Chatarra, maleza y oscuridad es todo lo que queda en propiedad en la que aquel 21 de septiembre, arrebataron la vida a la pequeña.
Charo Porto, un carácter altivo
«A Charo le gustaba demostrar que ella tenía un nivel de vida superior al resto», confiesa una compañera de clase de la madre de Asunta a El Debate. Según su testimonio, a Rosario Porto le gustaba remarcar su estatus social. Su padre era un importante abogado y su madre profesora, ambos muy reconocidos en Santiago de Compostela. Por lo tanto, la madre de Asunta creció en una familia acomodada y preocupada por la educación de su hija que estudió en centros de prestigio e, incluso, en el extranjero.
«Recuerdo que le gustaba decir. ¿Pero tú sabes quién es mi padre?», relata la mujer que asegura que la actitud de Rosario fue siempre «de superioridad».
A Charo le gustaba demostrar su estatus social
Charo terminó suicidándose en el año 2020 en la cárcel de Brieva donde permanecía presa desde el año 2015. Besterra continúa en prisión tras haber intentado conseguir el tercer grado y recibir la negativa de Instituciones Penitenciarias.
Asunta, once años más tarde, continuará siendo recordada por sus vecinos de Teo donde nunca le faltarán flores.