El origen de La Santa Compaña, la leyenda más arraigada de Galicia
Según esta arraigada leyenda, la tenebrosa procesión de ánimas en pena, conducida por una persona viva, ha paseado por los pueblos gallegos sembrando el terror durante siglos por miedo a ser el elegido
Galicia está impregnada de un misticismo que se teje en las telarañas de sus antiguas leyendas. Desde los susurros de las meigas (brujas) que danzan en la oscuridad hasta los misteriosos trasgos (duendes) que habitan los rincones más ocultos en los que se respira historias de lo sobrenatural.
Las montañas, los bosques y las verdes laderas guardan secretos ancestrales, mientras que las en las aldeas resuenan ecos de leyendas transmitidas de generación en generación. Es por esto por lo que Galicia se erige como un santuario de misticismo, donde las leyendas no son más que relatos del pasado, hilos que tejen un tapiz de realidad que aporta una dosis de magia a una tierra rica en antiguas tradiciones y que llegan a nuestros días como parte de su patrimonio cultural. Y es que como se dice en Galicia: «habela hailas». Y así ocurre con la Santa Compaña, aquella que nadie ha visto pero a la que todos temen.
La leyenda
La Santa Compaña es una leyenda profundamente arraigada en Galicia y aunque muchas personas consideran que se trata solo de una historia de terror, para otros es una creencia arraigada en la cultura popular de la región.
Los caminos antiguos son testigos mudos de la Santa Compaña, la procesión de almas en pena que atraviesa la noche anunciando la llegada de la muerte. Una procesión que deambula portando antorchas y murmurando rezos. Y que a su paso, levanta una densa niebla, viento y, por supuesto, un fuerte olor a cera.
En las noches de luna llena, los lugareños escuchan el eco de sus campanillas y se cruzan de brazos, rezando para no ser marcados por su fatal destino. Porque la leyenda cuenta que aquellos que tienen la desgracias de verla, oírla o cruzarse en su camino pueden quedar marcados y ser condenados a ser parte de esa procesión hasta encontrar a alguien que los releve, si bien no antes encuentran la muerte. Nadie quiere ser el elegido.
Los elegidos serán hombre o mujer dependiendo si el patrón de su parroquia es un santo o una santa. Existe la creencia de que quien realiza la función de abrir la procesión no recuerda nada al día siguiente. Lo que sí es evidente es su extremada delgadez y palidez ya que la Santa Compaña no les permite descansar ninguna noche. De manera que, los condenados vagarán noche tras noche hasta que mueren agotados. Sólo pueden salvarse si sorprenden a otro incauto al cual traspasar la cruz.
Origen de la leyenda
El origen de esta leyenda se remonta a la Edad Media en Europa, cuando se relataban historias de un grupo de almas errantes que vestían ropas particulares y cabalgaban en misteriosos corceles, acompañados por perros rastreadores. La aparición de la Santa Compaña, según los escritos de los siglos XI y XII, estaba vinculada a la presagia de desgracias inminentes.
La leyenda de la Santa Compaña también está relacionada con rituales y prácticas para protegerse de su influencia. Según se cuenta, hay quienes trazan círculos protectores en el suelo, colocan objetos sagrados en su camino o recitan oraciones específicas para esquivar el paso de esta procesión de almas errantes.
Esta leyenda ha evolucionado a lo largo de los años con nuevas reinterpretaciones. Para muchos gallegos, la Santa Compaña es parte integral de su patrimonio cultural, y su presencia sigue generando fascinación y misterio en la región. De hecho, hay municipios gallegos que realizan rutas nocturnas escenificadas en sus montes en la que los participantes siguen a la Santa Compaña a través de un recorrido terroríficamente divertido.