Así es el popular postre gallego que antiguamente se embutía en el estómago del cerdo
Uno de los aspectos más característicos de la cocina gallega era la capacidad de crear platos a partir de ingredientes humildes
La gastronomía de Galicia, al igual que la de otras regiones de España, está profundamente arraigada en las tradiciones y en un estilo de vida.
Durante siglos, las familias gallegas vivieron en un entorno rural en el que la naturaleza marcaba los ritmos y la economía doméstica dependía de los productos que la tierra y los animales proporcionaban.
La cocina de aprovechamiento se convirtió en una forma de transformar ingredientes simples en platos sabrosos, para evitar desperdiciar cualquier alimento.
Uno de los aspectos más característicos de esta cocina gallega de antaño era la capacidad de crear platos a partir de ingredientes humildes, muchos de ellos derivados del cerdo, un animal que tenía un lugar privilegiado en la despensa rural.
Y es precisamente el estómago de este animal el que se aprovechaba para hacer un postre que, en el pasado, fue muy popular en gran parte de Galicia y que hoy en día persiste tan sólo en algunas zonas.
Un estilo de vida
Dentro de esta tradición de cocina de aprovechamiento, surgieron recetas que combinaban ingredientes locales y técnicas sencillas. Un ejemplo típico es el Calleiro, un postre de harina de maíz, que se elaboraba principalmente en épocas de escasez.
Este postre, que varía de nombre y forma de preparación según las zonas, calleiro en Noya o Muros, pantullo en Boiro o Ribeira, bandullo en Caldas de Reis o Portonovo, entre otros, es una muestra perfecta de cómo las familias gallegas sabían sacar el máximo provecho a lo que tenían a mano.
En muchos hogares, se le conoce como una especie de pudín, y aunque hoy en día es posible prepararlo en un horno moderno, la receta original era mucho más sencilla y adaptada a las circunstancias de la época.
Y es que si por algo se caracterizaba era por ser embutido en un estómago o vejiga de cerdo antes de ser cocido. En las casas, no siempre había horno disponible, o si lo había, encenderlo era una tarea ardua. Los hornos eran grandes y requerían mucha leña.
Si no se horneaba pan no se encendía el horno, por lo que este postre solía cocinarse en una olla sobre el fuego y en lugar de usar un molde como hoy lo conocemos, el postre se preparaba en el estómago del cerdo.
Evolución de una receta tradicional
La receta en sí es sencilla. Se utiliza harina de maíz, que antiguamente era uno de los productos más abundantes en las zonas rurales de Galicia. Mezclada con agua o leche, y endulzada según el gusto, se cocinaba lentamente hasta obtener una masa densa y suave.
Además de los ingredientes principales podía incluir almendras, nueces, piñones, torreznos, cebolla pochada, vinos dulces o anís, manzana, hierbas silvestres, canela, nuez moscada, clavo o comino.
Hoy en día, su elaboración suele reservarse para ocasiones especiales, aunque en lugares como Noya todavía se puede encontrar en algunos hornos tradicionales bajo el nombre de pudín de pan.
Este pudín se ha transformado en un ejemplo de cómo la cocina tradicional puede adaptarse a los tiempos sin perder su esencia.