La «gesta humanitaria» del pueblo de La Coruña para ayudar a los soldados repatriados de la Guerra de Cuba
La ciudad, que vio desbordados sus servicios médicos, recibió a 31.000 militares, llegados en 82 barcos, durante la lucha por la soberanía española de la isla
Uno de los episodios históricos menos conocidos de La Coruña ocurrió a finales del siglo XIX, cuando España perdió la Guerra de Cuba, en la que los separatistas de la isla pusieron fin a la soberanía española en 1898 gracias a la intervención de Estados Unidos. Los soldados tuvieron que abandonar la isla a toda prisa en los barcos contratados por el Estado a la Compañía Trasatlántica para regresar a la metrópoli y uno de los puertos que jugó un papel más importante a la hora de recibirlos fue el coruñés, a donde llegaban, muchos de ellos moribundos, y recibían primeros auxilios, lo que requirió poner en marcha un importante dispositivo.
Para conmemorar este acontecimiento, la Autoridad Portuaria herculina ha editado una publicación, Epopeya humanitaria en el Puerto de La Coruña. Su autor, Alfonso García López, destacó en la presentación efectuada el pasado 15 de mayo que se trató de una «gesta humanitaria» por parte de «gente sencilla sin nombres ni apellidos» que intentó ayudar en lo que pudo a los militares que llegaban hacinados en los buques procedentes de América. «Es una historia poco conocida de nuestra ciudad. Estamos acostumbrados a homenajear a personas concretas, pero en pocas ocasiones lo hacemos al pueblo llano», aseguró.
Este trabajo revela que entre septiembre de 1895 y marzo de 1899 atracaron en la ciudad gallega 82 vapores, con 30.973 repatriados. Otros puertos autorizados fueron Cádiz, Santander, Málaga, Alicante, Barcelona, Cartagena, Valencia y Vigo, en los que atracaron 152 barcos con un total de 122.573 personas. Esto supone que la dársena coruñesa recibió un 20 % de los restos del ejército español que combatió en tierras cubanas.
La enorme cantidad de militares que desembarcaron desbordó los servicios médicos con los que contaban las autoridades en La Coruña. Hay que tener en cuanta que la población de la ciudad en aquella época rondaba los 40.000 habitantes y los soldados que fueron repatriados a través de este puerto fueron casi 31.000. El libro presentado por la Autoridad Portuaria indica que «el único centro hospitalario con que contaba el ejército para atender al gran número de enfermos y heridos que llegaban era el Hospital Militar, con el complemento del Hospital de Caridad», con lo que «se vio obligado a improvisar alojamientos, sobre todo en la fase final de la repatriación».
Búsqueda de nuevos locales
El Ministerio de la Guerra ordenó la búsqueda de locales en los que poder atender a los enfermos. Según este libro autoría de García López, las autoridades civiles alquilaron la plaza de Toros durante cuatro meses y un edificio compuesto de bajo y primera planta de una antigua fábrica en la calle Santa Lucía.
También fueron habilitados el edificio de la antigua cárcel, situada en el actual hotel Finisterre, un pabellón en San Amaro, una factoría de alambre y los cuarteles de Santa Domingo. Vecinos de la urbe también ofrecieron sus propias viviendas.
Alfonso García López señala que los soldados tenían que ser «alojados en la ciudad» a la espera de poder viajar a sus lugares de origen tanto en diligencias como en los conocidos como «trenes-hospital».
Un sanatorio para los heridos
La Cruz Roja española también jugó un papel importante a la hora de atender a los heridos, tanto con la asistencia a los repatriados en el momento del desembarco en el puerto y la atención médica proporcionada en un sanatorio abierto por la institución en La Coruña solo para esta finalidad.
Esta instalación, ubicada al pie de la antigua cantera de Santa Margarita, estuvo abierta entre febrero de 1897 y mayo de 1899, según la investigación editada por el Puerto coruñés.