Se sitúa en la Alameda e invita a comprobar por uno mismo si es cierto lo que cuenta la leyenda

Se sitúa en la Alameda e invita a comprobar por uno mismo si es cierto lo que cuenta la leyendaOlaia

El banco de 14 metros de Santiago de Compostela cuya estructura permite una acústica superior

Fue construido en 1916 y se le conoce como el ‘banco de los enamorados’

La Alameda de Santiago es uno de los espacios naturales más especiales de Compostela. Es un punto y a parte en el transitar de la urbe gallega, cuyo recorrido entre árboles milenarios, sus magníficos jardines y el estanque de patos lo convierte en un refugio natural que cautiva tanto a visitantes como residentes. Pero esconde múltiples secretos, uno de los más curiosos es el banco de los enamorados.

Imposible hacer confidencias

Este banco, ha recibido múltiples sobrenombres a lo largo de los años. La peculiaridad de este asiento hizo que se le conociese como ‘banco acústico’ mientras que la leyenda de que a este acudían los enamorados para hacerse confidencias a espaldas de sus carabinas, lo popularizó con el nombre del ‘banco de los enamorados’.

La peculiaridad de este banco no es otra que permite que dos personas situadas en cada uno de sus extremos y, a pesar de estar a catorce metros de distancia, se escuchen a la perfección.

Su diseño permite que las palabras susurradas viajen a lo largo de su estructura curva, llegando con claridad a cualquier punto del banco. Este efecto acústico ha convertido al banco en un lugar de prueba para turistas y curiosos que desean experimentar su singularidad.

Aunque no fue diseñado pensando en los enamorados, la imaginación popular pronto lo transformó en un escenario de confesiones secretas y amores prohibidos.

Un diseño ingenioso

El banco fue ideado por el arquitecto municipal Mariano Fernández Rangel en 1914, como parte de un proyecto para mejorar la Alameda. Dos años después, en 1916, el banco fue terminado a un precio de 900 pesetas, y tiene el escudo de la ciudad en su centro.

Su estructura de granito, con un diámetro de 14 metros y una profundidad de 5 metros, fue diseñado para complementar el Quiosco de la Música y que los santiagueses pudiesen disfrutar de las actuaciones que la banda municipal realizaba en el palco con comodidad.

El secreto de este banco radica en su diseño cóncavo y el material de granito, que juntos crean un efecto de «galería de murmullos». Este fenómeno permite que el sonido se refleje a lo largo de la superficie del banco, viajando con claridad a cualquier punto.

Gracias a ese proyecto de Rangel, hoy en Santiago puede disfrutarse del mismo curioso efecto acústico en monumentos tan famosos como la Monasterio del Escorial, que cuenta con una galería de los susurros en la conocida como Sala de los Secretos.

Este banco, ademas´de ofrecer un lugar para descansar, permite mantener conversaciones guardando la distancia social, algo particularmente útil en una época en la que vuelve a crecer el número de casos de Covid.

Gracias a la visión de Rangel, Santiago de Compostela cuenta con un tesoro arquitectónico que continúa fascinando a quienes lo descubren pues es un rincón en el que el pasado y el presente se susurran los secretos de los tiempos vividos.

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