El tramo entre Nemiña y el Cabo Finisterre corona un recorrido de más de 200 kilómetros a lo largo de la Costa de la Muerte. Los acantilados y las playas vírgenes se suceden en esta etapa, donde la historia gallega cobra un protagonismo especial. Un ejemplo es Punta do Rostro, escenario del trágico naufragio del Casón, y el Castro marítimo sin excavar de Castromiñán, un importante vestigio de la Edad de Hierro. En los últimos kilómetros del trayecto, detrás de Finisterre, se puede contemplar, desde la cima de Cabo de la Nave, el último acantilado, playa y monte antes de llegar al entorno dominado por el vigía final de este Camino de los Faros. Los acantilados de Corticeiras, la feroz playa de Mar de Fora y el místico Monte del Facho configuran el paisaje hasta llegar al denominado cabo del fin del mundo.