El enigma del paradero de la segunda Virgen más pequeña del mundo que costó la vida al cura que la custodiaba
Desde el asesinato se desconoce el paradero de la talla del siglo XVII, poco más grande que una cajetilla de tabaco
La Virgen de Cristal, es una talla que data del siglo XVIII, a la que le rodea un aura de misterio. Ya no sólo por su origen desconocido, por saber cómo recaló en Galicia o por ser la segunda virgen más pequeña del mundo, sino también porque le costó la vida al párroco que la custodiaba en 2015. Desde entonces no se sabe de su paradero.
La Virgen del Cristal es una minúscula pieza de arte llena de misterio y muy ligada a las tradiciones de la comarca de Celanova en Orense. Mide apenas 5 centímetros y está colocada dentro de una pieza de cristal macizo. Este vidrio hace el efecto de una lupa, lo que permite que se pueda apreciar lo que hay en el interior: Una talla en la que por cada lado se ve una efigie de la Virgen, realizada con todo detalle. Es decir, que mires por donde la mires siempre la virgen siempre se ve de frente.
La fe no entiende de tamaños
Cuenta la tradición que fue encontrada por un pastor, hace más de cuatro siglo, en Villanueva de los Infantes en Celanova. La Virgen de Cristal, también conocida en Galicia como A Pequeniña, es la segunda talla más pequeña del mundo, la primera es la Virgen de las Letanías de Bolivia. Se desconoce su procedencia e incluso la técnica con la que fue elaborada.
En la localidad orensana,donde la fe no entiende ni de tamaños, ni de razones, todos los 15 de septiembre la sacan en procesión por los milagros que le atribuyen. En el día grande, la Virgen procesiona hasta la plaza del burgo medieval de Villanueva, recorriendo una calzada romana, «A Barrunca», y se dice que a su paso cambia de color. Al otro lado le esperan las imágenes de San Roque y San Sebastián que la reciben con una reverencia.
Una historia trágica
El enigma del paradero de la Virgen de Cristal continúa desde 2015, cuando fue robada del Santuario de Villanueva de los Infantes, una pedanía gallega alejada del ruido de la ciudad que albergaba uno de los secretos mejor guardados. Tanto es así, que sólo tres personas conocían el lugar en el que estaba escondida: una monja franciscana de Celanova, un joven monaguillo y el propio sacerdote que la custodiaba, Adolfo Enríquez Méndez, que perdió la vida la noche en la que se la llevaron.
Este pequeño pueblo medieval, de cerca de 300 vecinos, se encuentra a 24 kilómetros de Orense. Un pueblo cuya paz y tranquilidad se rompió aquel fatídico día y aunque los detalles de aquel suceso permanecen envueltos de interrogantes, la comunidad aún susurra sobre el inquietante enigma que rodea aquella noche de marzo de 2015.
Adolfo Enríquez fue visto por última vez dos días antes de que encontraran su cadáver en la casa parroquial, situada a pocos metros de la iglesia de la localidad. El 11 de marzo fue el día en que un familiar del cura halló su cuerpo. La puerta de la casa estaba cerrada, cosa inhabitual ya que permanecía siempre abierta para todos aquellos que lo necesitasen. Habían desvalijado la casa llevándose entre otros bienes, la misteriosa reliquia. Desde entonces no se supo más de la talla.
Ahora el caso se encuentra en tierra de nadie, con los dos únicos sospechosos, dos croatas de una misma familia, en libertad y que quedarían absueltos por la falta de pruebas. El crimen quedará archivado pero no en el olvido ya que la melancolía con la que los vecinos de la localidad recuerdan a su patrona será difícil de superar. Actualmente a la espera de que se recupere el original, el templo conserva una réplica.