Panorama de la Isla de San Simón desde la playa de Cesantes, Redondela.Olaia

San Simón, la isla gallega que fue elegida por Julio Verne para su 'Veinte mil leguas de viaje submarino'

En medio de la ría de Vigo está la pequeña Isla de San Simón, un lugar mágico que parece sacado de una novela de piratas

En un rincón remoto del océano, donde las olas susurran historias olvidadas y el viento lleva consigo secretos ancestrales, se encuentra la misteriosa Isla de San Simón. Es curioso las historias que alberga esta enigmática isla, la de San Simón, situada frente a Arcade, en el municipio de Redondela, en la ensenada que lleva su nombre: La ensenada de San Simón, en la parte interna de la Ría de Vigo.

Pero la realidad de este pequeño enclave gallego poco tiene que ver con los cuentos, sino que está vinculada a uno de los períodos más oscuros de la historia de España.

Realmente se trata de dos islas unidas por un pequeño puente: La isla de San Simón, que es la de mayor tamaño, y la de San Antón, la más pequeña. Esta isla está muy cercana a la costa, tanto que casi se puede ir andando a ella cuando la marea está baja.

Piratas, desahuciados y presos políticos

La Isla de San Simón, posee una historia un tanto peculiar, ya que albergó diferentes designios a lo largo de los siglos. Este enclave comenzó siendo el centro de órdenes religiosas como los templarios, franciscanos y benedictinos. Pero después, hasta 1830, la isla experimentó saqueos perpetrados por varias flotas.

Más adelante, se transformó en un hospital lazareto, que no se limitaba sólo al tratamiento de pacientes con lepra, sino que desempeñaba un papel crucial en la regulación de cuarentenas para pasajeros de barcos sospechosos de transportar enfermedades.

Además, la Isla de San Simón fue testigo privilegiado de capítulos bélicos significativos a lo largo de la historia. En 1702, presenció la Batalla de Rande entre la armada anglo-holandesa y las fuerzas españolas, un enfrentamiento naval que dejó una huella indeleble en su paisaje marítimo. Más tarde, en un fatídico día del 12 de abril de 1809, las tropas francesas la atacaron durante la Guerra de la Independencia como represalia por el apoyo brindado por sus habitantes a los residentes de la cercana Tui, demostrando así su papel como testigo silencioso de la historia tumultuosa de la región.

Grabado de la Batalla de RandeConcello de Cangas

Su historia también la llevó a convertirse en un penal durante los primeros años del franquismo. Durante este periodo, la isla albergó a miles de prisioneros, muchos de los cuales perdieron la vida en este inhóspito lugar.

Con el paso del tiempo, la isla sufrió el abandono y el deterioro, una triste secuela de su turbulento pasado.

Hoy en día, la Isla de San Simón ha experimentado una notable rehabilitación logrando un conjunto armonioso donde la naturaleza y los edificios de la isla se entrelazan de manera sublime, creando una atmósfera que respira magia y misterio. Esta renovación ha permitido que la isla recobre vida y se convierta en un lugar de fascinación y belleza, donde cada rincón cuenta una historia y cada paso despierta la curiosidad de aquellos que la visitan.

Cuando Nemo surcó la ría de Vigo

Estatua del Capitán Nemo en la playa de Cesantes, Redondela.Olaia

«De las cajas y de los barriles se escapaban lingotes de oro y plata, cascadas de piastras y de joyas. El fondo estaba sembrado de esos tesoros. Cargados del precioso botín, los hombres regresaban al Nautilus, depositaban en él su carga y volvían a emprender aquella inagotable pesca de oro y de plata». Así describe Julio Verne lo que encontró el capitán Nemo, a bordo de su submarino Nautilus, al llegar a la ría de Vigo, en su «Veinte mil leguas en viaje submarino».

En esta famosa novela, la isla se convierte en uno de los escenarios clave en donde ambientó el emocionante atraco del Nautilus bajo el mando del misterioso capitán Nemo.

Esta escena literaria quedó inmortalizada con una escultura del Capitán Nemo en medio de la ría, que sólo se hace visible cuando la marea está baja. Esta obra artística evoca la épica aventura narrada por Julio Verne, a cuyos pies se encuentra la escultura evocadora de un buzo. Ambos personajes, el buzo y el capitán, observan de reojo el antiguo puente de piedra que conecta a los dos islotes, recordándonos la conexión entre la historia, la literatura y la geografía de este emblemático lugar. Una poderosa imagen que recuerda el misterio que rodea a la isla.