Burras y penlas: Una tradición única en el mundo que cobra vida cada año en la Fiesta de la Coca de Redondela
«Es una tradición del pueblo y si no recoge nadie el testigo se pierde»
Este miércoles daba comienzo una de las fiestas más emblemáticas de Redondela (Pontevedra): La Fiesta de la Coca. Un festividad llena de simbolismos y con liturgia propia, que pervive gracias a la transmisión de generación en generación de esta tradición. En estos días Redondela es puro sentimiento y orgullo de un pueblo por mantener viva una tradición única en el mundo: El baile de las ‘burras y las penlas’.
Una fiesta llena de simbología
Los redondelanos conservan una de las fiestas del Corpus Christi más singulares del mundo, en el que la principal atracción es un baile muy original, el de las ‘burras’ y las ‘penlas’.
La ‘burras’ representan a las panaderas de Porriño que antiguamente venían a vender el pan a Redondela. Éstas en lugar de pagar el tributo obligatorio por esas ventas se ofrecieron a representar este baile en las fiestas de Corpus Christi.
Mientras que las ‘penlas’, que reciben este nombre porque pendulan en los hombros de la ‘burra’, representarían a las mozas que el dragón se llevaba a su guarida hasta que los marineros de esta villa pontevedresa se enfrentaron a él y cuando lograron matarlo lo llevaron al centro del pueblo y uniendo sus espadas comenzaron a bailar alrededor de él; lo que dio origen a la ‘Danza de las Espadas’ muy famosa en la localidad redondelana.
El ‘relevo de penlas ’ es el que marca el inicio de las fiestas. Un acto simbólico en el que las penlas antiguas pasan sus alas a las nuevas penlas que serán las que bailen ese año. Y a su vez, las que hicieron el relevo el pasado año les pasan a las que lo hicieron éste, el gorro.
En ocasiones también se produce el relevo de las burras, aunque no todos los años. Para que éste se produzca, la burra tiene que llevar a su relevo, de ahí la importancia de la transmisión de esta tradición entre las generaciones, porque depende del propio pueblo para que sigua perviviendo a lo largo de los años.
Y ejemplo de ello es Miriam Villar, que desde bien pequeña le gustó esta tradición la que nunca perdía de vivir. Quizá el hecho de que su abuelo bailase en la ‘Danza de las Espadas’ ayudó, y es que Miriam quería haber sido ‘penla’, pero por su altura, es muy alta, no pudo cumplir su sueño «siempre me quedó esa espinita clavada».
Miriam vivió el relevo el año pasado, por lo que éste será la segunda vez que se vista de burra, eso sí, preparándose lleva más años «empecé a prepararme en el 2018 pero bailé por primera vez el año pasado». Una preparación que forma parte de los requisitos que se exigen para poder llegar a ser burra.
Y tomó el relevo de su amiga Sonia, que un día le comentó si le gustaría tomar su testigo para cuando lo dejase, y desde aquel día acudió a los ensayos y empezó a formar parte de este ritual. «Lo primero que tenemos que probar es si podemos con las niñas y a partir de ahí viene todo lo demás. Es importante comprometerse porque al fin y al cabo, que esta tradición siga está en nuestras manos».
Y es que por la devoción, la ilusión y la emoción que se respira estos días en Redondela parece algo inverosímil que se llegue a perder, pero todo puede pasar porque tal y como comenta Villar: «‘Penlas’ hay muchas, jóvenes para bailar en la Danza de las Espadas, también; pero sin embargo burras no hay tantas. Es una tradición que si no recoge nadie el testigo, se pierde».
Miriam lo tiene claro: «A todos nos gusta formar parte de algo, y formar parte de una tradición es lo mejor que hay. Pensar que una tradición se ha mantenido gracias a ti también es muy emocionante, es un arraigo, pero también una responsabilidad».
La liturgia de una celebración
La procesión de la Virgen de La Gabacha, nombre que recibe la imagen de la Inmaculada Concepción, las alfombras y la escenificación de la muerte de la Coca con la danza de las espadas atraen estos días a miles de personas a Redondela para participar en una fiesta que se prolonga desde la tarde del miércoles al domingo.
La fiesta de la Coca arrancaba el miércoles con el pregón, el relevo de penlas y su debut bailando a hombros de las burras.
El día grande fue el jueves, día del Corpus Christi, que es cuando La Virgen es trasladada al comienzo de la fiesta desde la iglesia de Vilavella hasta la de Santiago escoltada por los danzantes. Una procesión que va pasando por cada una de las alfombras de flores que adornan el pueblo estos días, fruto del trabajo, esmero y dedicación de los alfombristas que durante la noche del miércoles realizan estas creaciones florales.
En dos ocasiones se para la procesión para llevar a cabo la ‘Danza de las Espadas’ con las 'penlas' a hombros de las 'burras', sin duda uno de los momentos más esperados y emotivos de la jornada en la que aflora el orgullo de un pueblo por las tradiciones ancestrales.
Los danzantes con camisa y pantalón blancos, zapatillas y fanjines de distintos colores, rojo, verde o azul, según el puesto que ocupan. Además, los danzantes llevan castañuelas y espadas. Las figuras que ejecuta la danza de espadas están en torno a diez y es acompañada por la música que es la que modela los distintos movimientos, y está formada por una gaita y un tambor.
Al acabar el baile, expresiones de sorpresa se mezclan con los aplausos y los vítores de un pueblo entregado. De los balcones de los edificios que rodean la Danza de las Espadas, caen pétalos de flores poniendo fin así a un día sin duda lleno de emociones y con los sentimientos a flor de piel.
El viernes la imagen de la Virgen regresa en procesión en Vilavella y por último el domingo, la Virgen volverá a salir en procesión del Corpus por el barrio, donde vuelve a celebrase la ‘Danza de las Espadas’ y las ‘penlas’. Será entonces cuando el pueblo volverá a vibrar con una tradición única en el mundo.