Esta es la isla secreta de Galicia que el Estado español adquirió por una peseta
Este recóndito enclave guarda grandes secretos en su interior: Un Lazareto para guardar cuarentena los extranjeros, una capilla asaltada por Francis Drake y un bunker-polvorín de los militares.
Hasta 2022 permaneció oculta a los ojos de los visitantes, a diferencia de sus vecinas, las Islas Cíes y Ons. Todavía no son muchos los afortunados que conocen sus hermosas playas, sus pequeños embarcaderos o su histórico faro. A excepción, eso sí, de las familias de los altos mandos o los soldados rasos que cumplían castigo.
Una isla con una vida secreta, que se sitúa en la ría de Pontevedra, a mitad de camino entre Combarro y Marín, que invita a los visitantes a sumergirse en la historia y biodiversidad de este pequeño enclave.
Además de su belleza natural es una isla cargada de historia. Desde antiguas fortificaciones militares hasta leyendas marineras, la isla ha sido un punto estratégico a lo largo de los siglos. Sus ruinas y restos arqueológicos narran historias de épocas pasadas, que permiten conectar con el legado cultural de Galicia.
Un isla que costó una peseta
La historia de la Isla de Tambo se remonta a la prehistoria, en la que existen vestigios de vida humana. Entre los hallazgos más significativos se encuentran los yacimientos de Area da Illa de la Edad de Bronce y un castro de la Edad del Hierro.
En el siglo VII san Fructuoso fundó un pequeño monasterio en Tambo que posteriormente pasó a ser priorato dependiente de los benedictinos de San Xoán de Poio, al ser donada a este monasterio por la reina Doña Urraca en 1116 estando en esa situación hasta el año de 1835, año de la desamortización.
En 1589, el pirata Francis Drake irrumpió en la ría de Pontevedra y destruyó el monasterio, arrojando al agua la imagen de la patrona, Santa María de Graza. Según la tradición, la imagen fue recuperada por los pescadores de Combarro quienes construyeron un santuario para venerarla.
En el siglo XVIII sobre los restos del antiguo monasterio se edificó la actual ermita de San Miguel, de gran devoción entre los marineros. En el siglo XIX, con el auge del puerto de Marín, y debido al incremento del transporte trasatlántico, se construyó un Lazareto, operativo entre 1866 y 1879 para que guardasen cuarentena tripulantes y pasajeros con posibles enfermedades contagiosas.
La isla desempeñó esta función hasta finales del siglo XIX, cuando fue comprada por el político compostelano Montero Ríos. Permaneció en manos de sus descendientes hasta 1940, cuando fue vendida al Estado español por una peseta, pasando a formar parte de la Escuela Naval Militar de Marín. En 2002, Tambo dejó de tener actividad militar, pero siguió siendo visitada hasta 2010 por patrullas militares como zona de recreo.
Una isla con gran valor patrimonial
A pesar de su tamaño reducido, con solo 26 hectáreas, la isla de Tambo destaca por su peculiar forma piramidal y ovalada. La isla está cubierta en gran parte por un frondoso bosque, con un gran número de eucaliptos y cuenta con un pequeño monte, San Fagundo, que se eleva 80 metros sobre el nivel del mar. En Tambo se encuentran varios atractivos como el faro Tenlo Chico, dos pequeñas playas y tres embarcaderos, que aportan su encanto a la isla.
Hoy en día, Tambo ofrece una mirada a su pasado por medio de sus ruinas como las del lazareto y la Iglesia de San Miguel o de diversas estructuras abandonadas de cuando fue base militar: Los barracones, la casa del oficial, el antiguo polvorín y varios embarcaderos.
Además, su estratégica posición en la ría la convierte en un excelente lugar para la observación de aves marinas, como cormoranes, garzas reales, martines pescadores, alcas comunes, ánades reales y gaviotas.
La isla estuvo cerrada al público durante muchos años, pero ahora, una vez reabierta, ofrece la oportunidad única de explorar sus riquezas naturales, patrimoniales e históricas.