Medio Ambiente
Ecologistas advierten que la isla de toallitas del Guadalquivir es solo «la punta del iceberg»
Las administraciones responsables trabajan de manera preventiva para que tal circunstancia no se vuelva a dar si bien, el ecologista José Larios apunta que no se trata de nada nuevo y que es una cuestión que solo se resolverá «retirando de la venta las toallitas»
Vecinos y ecologistas llevaban años denunciando que toallitas de baño -y otros residuos- venían saliendo a la luz y depositándose a los pies de la Torre de la Calahorra. Algo que, sin lugar a equívocos, supone un perjuicio para la fauna que habita en este paraje del río Guadalquivir sin olvidar la mala imagen que esto procura a tan emblemático entorno.
La bajada de las aguas tras las últimas lluvias dejaron al descubierto hace unos días unas isleta repleta de basura y lodo -diez toneladas entre desperdicios y arenas contaminadas- junto al Puente Romano. Una montaña de detritus en un entorno declarado natural desde 2001. Una situación que daba a conocer a través de redes sociales el ecologista y presidente de la Fundación Transición Verde, José Larios.
Toda vez que la Junta de Andalucía ha dejado limpio el espacio de dichos residuos, queda ahora la cuestión de cómo evitar que un islote de semejantes características vuelva a emerger otra vez. Para Larios, que ha denunciado la situación en varias ocasiones, lo vivido estos días solo es «la punta del iceberg» de una cuestión cuya solución pasaría por «eliminar de la venta las toallitas».
Campaña de prevención
Desde las empresas municipales Sadeco y Emacsa se ha apostado por una labor de prevención de manera conjunta, para concienciar a la ciudadanía de los problemas derivados de depositar estos elementos para higiene personal en el inodoro. Se trata, tal y como apuntan desde la empresa de Saneamientos de Córdoba, encargada de la gestión de residuos urbanos sólidos, de abordar el problema «desde el origen».
A la vista de lo sucedido, según este ecologista que dio la voz de alarma, «el problema persiste y va a persistir». En su argumentación señala que «si no se retiran, las toallitas van a seguir estando en el mercado y tienen muy difícil gestión ya que no son reciclables». A esto añade que «si no tuviéramos el problema de que en algún punto se vinculan las aguas fecales con las pluviales, solo tendría el problema la EDAR La Golondrina, donde Emacsa se gasta un millón de euros anuales en intentar eliminarlas». Otra cuestión que se suma es que cuando llueve con intensidad, el nivel de agua de algunos colectores sube tanto que se acaba conectando con la red de aguas de alcantarillado, «acabando arrastradas [las toallitas] al río».
A este respecto, recuerda Larios, que desde hace unos cinco años, está prevista la construcción, por parte de la empresa municipal de aguas potables, de un tanque de tormentas en el colector que hay junto al embarcadero de piragüas para retener el agua y que no se de esa mezcla.
Problemática persistente
Se trata de una problemática por la que Córdoba ha sido noticia en todo el país pero «que se está dando en todos los ríos del Estado» subraya Larios. «Son millones de toallitas las que se venden a diario y solo con que un pequeño porcentaje de personas las usen de manera inadecuada tenemos el problema sobre la mesa» advierte para también llamar la atención sobre la basura que se acumula en otras partes del río y que pasa más desapercibida por no haberse concentrado en un lugar tan simbólico.
La isla de basura, que pasaba desapercibida para muchos visitantes, atrajo estos días de atrás la curiosidad de los vecinos al conocer que la vegetación que asomaba no crecía precisamente de la tierra. Sobre las miles de toallitas había crecido vegetación de ribera típica de la zona como carrizo, enea, taray e incluso álamos. «Que nadie se hubiera dado cuenta es cuestión de sensibilidad», lamenta Larios, que espera que, al menos, el incidente haya servido para concienciar «del impacto ambiental y económico» que supone arrojar residuos.