Un bebé recién nacido.Pexels

La baja natalidad, un problema de primer orden

Hace ya mucho que la despoblación dejó de ser una teoría demográfica de libro para ser una realidad que compromete el crecimiento natural de la población

Hace ya mucho que la despoblación dejó de ser una teoría demográfica de libro y pasó a ser una realidad que, no sólo compromete de manera seria el crecimiento natural de la población, sino que supone un lastre en el ámbito social y económico.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) mide el índice de natalidad por provincias desde 1.975. Desde entonces, el año en el que estuvo más alto en la provincia de Córdoba fue en 1.976. Por aquel entonces los nacimientos ascendían a 17,58 por cada 1.000 habitantes. A fecha de 2022 (última serie registrada), esta cifra ha descendido en casi tres veces, hasta los 7,44 niños por cada 1.000 habitantes.

Como problema general que es, se puede afirmar que España hoy se encuentra muy lejos del nivel de reemplazo generacional.

Reemplazo generacional

Los factores sociales, económicos y culturales, la migración, la fuerte subida en el coste de vida, el envejecimiento de la población y el papel de la mujer en la sociedad afectan de forma directa a la natalidad. Según la investigadora de demografía de la UNED, Marta Seiz, esta tendencia se puede revertir y la prueba de ello está en los países nórdicos, que han conseguido mantener sus tasas de fecundidad en niveles cercanos al relevo.

En este sentido apunta que la muy baja fecundidad española no es una consecuencia inevitable del desarrollo económico, del aumento del nivel educativo y de la participación laboral femenina sino que está ligada a la creciente precarización laboral, al escaso apoyo público a las responsabilidad de crianza de los menores de tres años, las dificultades para conciliar y la persistente desigualdad de género en el trabajo de cuidados.

Cambios en las prioridades

Para entender por qué actualmente los españoles deciden tener menos hijos, hay que tener en cuenta la importante crisis económica derivada de la pandemia. En el caso concreto de la provincia de Córdoba, además, nos situamos ante una población con uno de los mayores porcentajes de empobrecimiento del país. El impacto directo de esta situación se deja ver en unos sueldos que siguen siendo bajos y un sentido generalizado de inestabilidad y precariedad laboral.

Esto se hace evidente en edades en las que antes solía ser común tener descendencia. El riesgo de pobreza es del 34,2% en mujeres y 32,9% en hombres de entre 16 y 29 años. Según datos del INE, en 2021 el umbral de riesgo de pobreza para los hogares de una persona (calculado con los datos de ingresos de 2020) se situó en 9.535 euros, un 0,9% menos que el estimado en el año anterior. En hogares compuestos por dos adultos y dos menores de 14 años, dicho umbral fue de 20.024 euros.

Al mismo tiempo, debe considerarse el cambio en las prioridades de los jóvenes. Los españoles no solo han dejado de tener hijos por la falta de estabilidad, sino que, ahora, formar una familia no es el único objetivo en su vida. La sociedad cada vez acepta más que pongan por delante que quieran estudiar y forjarse una carrera profesional, así como que prefieran viajar y ver mundo antes de asentarse.

Dos chicas jóvenes en la playa.Pexels

¿Cuánto cuesta tener un hijo?

Según el informe de crianza de 2022 de la oenegé Save The Children, criar a un hijo en España cuesta de media 672 euros al mes. En el año 2018 este coste era, de media, de 587 euros mensuales. Desde entonces, el cuidado de los menores ha aumentado en un 14,5%, 85 euros al mes, mucho más que aumento general de los precios (un 11,3% entre 2018-2022).

El estudio destaca el esfuerzo que este coste supone para la renta familiar. Si agrupamos la distribución de la renta personal o familiar ordenada por volumen creciente de renta, los deciles son los 10 grupos en los que se divide la población, cada uno de las cuales representa un 10% del total. Según la ONG, hasta el quinto decil de renta –todos aquellos hogares con menos de 31.056 euros anuales– el coste de la crianza representa más de la mitad de sus ingresos. Para los dos deciles superiores, en cambio –el 20% de los hogares más ricos– el coste de la crianza supone menos del 30% de sus ingresos.

Para el 20% más pobre de las familias con hijos el coste de la crianza es inasumible. De hecho, casi 900 mil hogares no pueden cubrir el coste de la crianza incluso dedicando la totalidad de sus ingresos a ello.

Coste de vida y salario medio

En este suma y sigue, los progenitores deben hacer frente cada mes a otros gastos no relacionados directamente con sus hijos: alquiler o la hipoteca de su casa, las facturas de la luz, la calefacción y el agua, el coche, la comida y, si queda presupuesto, el ocio. Y todo ello teniendo presente que el sueldo medio de un trabajador español es de unos 1.700 euros mensuales. Si se habla de rentas mínimas, el nivel de asfixia económica crecerá de manera exponencial llegando a ser, en no pocas ocasiones, inasumible.

Consecuencias de la baja natalidad

Según la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), el crecimiento económico registrado durante 2022 retrocederá hasta el 1% en 2023, debido fundamentalmente a que la mayoría de hogares ya no disponen de un colchón de ahorro para sostener su gasto en consumo.

La situación sigue siendo delicada, marcada desde hace ya más de un año por la guerra de Rusia en Ucrania, lo que provoca una sensación en la población de incertidumbre general e inestabilidad económica y social. Tampoco se puede perder de vista que el gasto total de pensiones en España fue de 11.921,94 millones de euros en febrero de 2023, lo que supone un aumento del 10,84% con respecto al mismo mes del año pasado (siendo las de jubilación las que suponen el mayor gasto, acumulando 8.675,12 millones de euros).

Por todo ello parece indispensable que la población crezca para poder hacer frente a estas partidas. Y es que, según cifras del Servicio de Estudios del BBVA, estas alcanzarían los 15 millones en 2050, por lo que se necesitarían 28 millones de afiliados. Esto podría conseguirse con la ayuda de los inmigrantes, pero también con medidas políticas de apoyo a la natalidad como la ampliación de permisos y ayudas financieras.