Medio Ambiente
¿Por qué los pantanos de Córdoba resisten la sequía mientras la provincia se muere de sed?
España lleva oficialmente en situación de sequía desde enero de 2022, de acuerdo con la calificación de la Agencia Española de Meteorología (Aemet), aunque la escasez de lluvias se remonta más atrás, hasta el otoño de 2017. La situación es especialmente grave en las zonas que gestiona la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que abarca la mayor parte de la provincia de Córdoba (la del Guadiana controla parte del norte cordobés).
Villanueva de Córdoba
Los dejan sacar agua de dos pantanos, pero no para que la consuman las personas
La mayoría de los pantanos cordobeses están prácticamente secos, y algunos como el de Sierra Boyera lo están por completo. Sin embargo, los embalses que abastecen a la capital cordobesa resisten mucho mejor este periodo de sequía, mientras que el resto de los municipios sufren racionamientos y problemas en la calidad del agua. ¿A qué se deben esas diferencias entre uno y otro territorio?
Hay varios factores a tener en cuenta. La empresa municipal de aguas, Emacsa, avisó hace unos meses de que la capital dispone de agua para dos años en la actual situación, mientras que en la provincia hay pueblos que no tienen ni siquiera para el día a día y deben recurrir con frecuencia al abastecimiento con camiones cisternas.
Primer factor a tener en cuenta: los informes de Emacsa indican que en la capital apenas se pierde un 10 por ciento del agua en las redes de conducción, mientras que la media en otras empresas de gestión del abastecimiento está en el 25 por ciento. Y en Córdoba hay municipios que llegan a perder hasta un 40 por ciento del líquido elemento durante su transporte. Todo ello supone un ahorro en el agua que se saca de los pantanos que sirven a la capital.
Esta efectividad contra la pérdida se debe a que el 96 por ciento de toda la red de canalizaciones de la capital cordobesa ha sido renovada en los últimos años gracias a la política de inversiones. Emacsa tiene un pulso financiero y económico del que no disponen otros municipios más pequeños, como lo demuestra el hecho de que sea capaz de afrontar con recursos propios obras del tamaño de los grandes tanques de tormentas, que cuestan más de 20 millones de euros cada uno.
Conciencia del agua
Otro elemento importante es la mayor concienciación en el uso del agua que existe en las grandes ciudades. En Córdoba, gracias a las campañas de información, el consumo doméstico se ha reducido en torno a un 25 por ciento en las últimas décadas.
Sin embargo, el factor más destacado que explica la relativamente buena situación de Córdoba en cuanto a la disponibilidad de agua hay que buscarlo en las existencia de dos pantanos que sirven casi con exclusividad para el consumo humano de la capital. Son San Rafael de Navallana y Guadalmellato, reservorios a los que acude Emacsa. Todos los demás municipios cordobeses comparten uno o varios pantanos no sólo entre sí, sino también con los cultivos de regadío.
Los dos embalses de Sierra Morena también están disponibles, en teoría, para llevar agua a las plantaciones, pero las zonas de regadío son escasas en el término municipal de Córdoba; se concentran en la Vega del Guadalquivir, aguas abajo de la capital, y en la zona del Genil-Cabra en la Campiña. El consumo de agua de la agricultura es muy superior al doméstico: según un estudio de la organización ecologista WWF-Adena, el 80 por ciento del agua embalsada en España se dedica a la agricultura.
En época de sequía como la actual, sin embargo, los regantes son los primeros que ven cómo les cortan el grifo. Ahora mismo, la dotación de agua para la agricultura se ha reducido en un 90% por ciento. Donde antes los regantes podían mantener diez árboles, ahora sólo pueden regar uno.