'La conquista de Córdoba por Fernando III el Santo', de Acisclo Antonio PalominoCabildo Catedral

En el 787 aniversario de la reconquista de Córdoba

«Toda pretensión de memoria del pasado es siempre memoria para algo, y ese algo es inevitablemente político»

La conquista del Reino de Córdoba por Fernando III, rey de Castilla y León, no fue ni tan veloz ni tan rápida como la musulmana del 711, y se puede decir que el evento decisivo para la misma fue la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212.

Anteriormente Alfonso VII, tatarabuelo de Fernando III, había conquistado Córdoba de forma fugaz en mayo de 1146. Pero al no tener tropas suficientes para mantenerse rodeado de musulmanes abandonó al poco la ciudad. No obstante, aquella conquista ya demostró la fragilidad que atravesaba la España musulmana, donde diversos cabecillas, apoyados por los reyes cristianos, se habían sublevado contra el poder dominante de los almorávides en el norte de África.

Tras tener noticias Fernando III de que un grupo de almogávares, gente de frontera capitaneada por Pedro Ruiz Tafur, Alvar Pérez de Castro, Alvar Colodro, Benito de Baños y Martín Ruiz de Argote había dado por su cuenta un golpe de mano para asaltar la Axerquía de Córdoba (la parte baja de la ciudad, llena de huertos y corrales, y muy poco habitada), en agosto de 1235 el propio monarca iniciaba una campaña hacia el sur en su apoyo recorriendo Ciudad Rodrigo, Medellín, Benquerencia, Dos Hermanas, y Dar al- Bacar. Pasando por el Santuario de Linares llegó a Alcolea donde estableció su campamento formado por combatientes de Salamanca, Toro, Zamora, Castilla, León, Segovia, Galicia y hasta voluntarios de Madrid.

Esta vez el rey de Castilla y León tenía la idea clara de conquistar Córdoba para quedarse. Cercó la Medina o parte alta, donde se habían refugiado los vecinos de la Axerquía que pudieron escapar. La Medina era el núcleo principal de la ciudad y contaba con su propio sistema amurallado, mucho más potente que el de la Axerquía. Aunque los musulmanes ofrecieron una tenaz resistencia, el hecho de estar cercados durante más de seis meses sin recibir ninguna ayuda del exterior hizo que finalmente capitularan y entregasen las llaves de la ciudad. Ocurrió por estas mismas fechas de inicio del verano, concretamente el día 29 de junio de 1236, festividad de San Pedro y San Pablo. En las capitulaciones que firmó el rey se contemplaba que los musulmanes abandonasen la ciudad. Fue todo un aldabonazo para la Cristiandad, recuperando la ciudad que había sido la joya y capital de Al Andalus y que, según algunos cronistas medievales, incluso había sido la cuna de don Rodrigo, el último rey visigodo, y de don Pelayo, el origen de la Reconquista.

La consagración del templo

Por este motivo, con las llaves de la ciudad en sus manos, Fernando III ordenó que se colocara encima del gran alminar de Abderramán III la Cruz como símbolo de la victoria de la Cristiandad. Lo primero que se hizo aquel día histórico fue la consagración de la Mezquita como Catedral Cristiana, con la celebración de una Misa solemne por el obispo don Lope Fitero. acompañado de los demás eclesiásticos que habían acompañado al monarca.

Al día siguiente, 30 de junio, Fernando III entró solemnemente en Córdoba por el portón que luego se llamó de Martos, como homenaje a las tropas que Alvar Pérez de Castro trajo de ese ciudad. Después accedió a la Catedral. Claramente el rey quiso entrar en la Catedral cuando ya era cristiana.

El informe político

Y tras 787 años de estos hechos capitales de 1236, recientemente se elaboró un informe sobre la Mezquita-Catedral por parte de un grupo de «expertos» que ponía en duda la titularidad de la Iglesia sobre el edificio. Hablan de que el rey Fernando III no donó la Mezquita-Catedral al Cabildo y a la Iglesia o, al menos, que no existían documentos escritos que lo corroborasen. No admitían que pudiera ser de forma oral, como tantas veces en aquellos tiempos.

No hace falta recordar que, más que técnicos y peritos en la materia, estos «expertos» tenían un marcado matiz político de izquierdas. Ahí estaba Carmen Calvo Poyato, hoy certificada por Pedro Sánchez como «experta» en el baile de la Zambra del Sacro Monte y por ello la ha colocado en las listas de Granada, donde ha sido recibida con cohetes.

Y qué decir de otro miembro del grupo, el ínclito farmacéutico Federico Mayor Zaragoza, colaborador en su juventud con Carlos Arias Navarro, aquel político nombrado presidente del gobierno a la muerte de Carrero Blanco, que según algunos medios hizo respirar tranquilo al sector «duro» del régimen de Franco. Habría que preguntarle a este farmacéutico porqué ninguno de los autores de este crimen fueron juzgados.

Se quejaba el ex-ministro de la Gobernación Tomás Garicano Goñi (1910-1988) de que "me destituyeron de mi cargo en 1973 porque murió un policía en el 1 de mayo y a Carlos Arias Navarro, que me sustituyó en Gobernación, lo elevaron a presidente cuando asesinaron a Carrero Blanco”.

Como director general de la Unesco en la ONU, esa institución que alienta y defiende a dictaduras de todo pelaje mientras mira de lado ante, por ejemplo, las matanzas de cristianos en el mundo.

Estos expertos-políticos del grupo indicaron que lo que realmente se pretendía era «proteger desde lo público» la Mezquita-Catedral. Olvidaban todos estos políticos de esa izquierda que en 1991, gobernaban el Ayuntamiento, la Junta y hasta el Gobierno, y de acuerdo las administraciones, destrozaron el yacimiento de Cercadillas, cometiendo uno de los ataques más brutales a la cultura de Córdoba que se pueda recordar, según han expresado acreditados arqueólogos e historiadores. Y lo no arrasado ahí sigue, abandonado y lleno de jaramagos como ejemplo de «modélica» gestión.

La opinión de los expertos

A los contenidos «históricos» del citado informe se dio adecuada repuesta académica, en donde se desmontaban una a una las tergiversaciones históricas que contenía. Estas contestaciones han dado para varios libros y artículos, pero quiero destacar aquí la respuesta de la medievalista Gloria Lora Serrano en el libro titulado «El templo de Córdoba» de la Editorial Almuzara (2019). Quien quiera consultar su réplica puede verlo en las páginas 159 a 186.

También hay que resaltar el informe en sus aspectos de Derecho y Jurídicos realizado por José Carlos Cano Montejano, José María Coello de Portugal, Jorge Fernández-Miranda, María Astrid Muñoz Guijosal, María J. Roca Fernández y José Antonio Perea Unceta, todo expresado en el libro «Estudio histórico y jurídico sobre la titularidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba», de la Editorial Foro Europa Ciudadana (2019).

También el profesor José Ángel García de Cortázar, uno de los grandes historiadores del medievo español, escribió un artículo recordando a Patrick Geary en el que se decía que «Toda pretensión de memoria del pasado es siempre memoria para algo, y ese algo es inevitablemente político». También nos lanzó un mensaje a los que vivimos en esta ciudad:

"De tocar algo en este asunto no sería la gestión del edificio, que la Historia ha demostrado está en buenas manos. Más bien me centraría en recomendar a los cordobeses que exijan a su Iglesia lo que cabe exigirle: que sea sabia y valiente a la hora de transmitir el mensaje teológico que tiene encomendado, y que sepa ejercer con humildad y eficacia el compromiso ético que la religión de que es portaestandarte le demanda”.

La carta de Felipe IV

Yo por mi parte digo, que los descendientes de los reyes, unos y otros, confirmaban cualquier beneficio, prebenda o propiedad dada por sus antecesores. Y así quiero mostrar una de las cartas que localicé en donde el prolífico rey Felipe IV, en el poder algo más de cuarenta años, dirigió al Cabildo de la Catedral de Córdoba. Varias de estas cartas se encuentran en los Archivos de Protocolos de Madrid y Córdoba, e incluso en el Archivo de la Mezquita-Catedral. Este es el texto, aunque no sé si le servirá al eminente farmacéutico y a la granadina de adopción:

“1659, agosto, 17 – octubre 3 .Madrid.

Felipe IV encomienda a don Juan de Góngora la realización del nuevo proyecto de Capilla Real en la Catedral de Córdoba.

Cédula

El Rey.

Licenciado don Juan de Góngora, caballero de la orden de Alcántara, de mi Consejo y Cámara y Gobernador del de Hacienda, habiendo sido informado que mediante la disposición, solicitud y cuidado que habéis tenido como superintendente de mi Capilla Real que fundó en la Iglesia Catedral de Córdoba la señora reina doña Constanza, mujer del señor rey don Fernando el Cuarto, donde están enterrados los cuerpos del dicho señor rey don Fernando y del señor rey don Alfonso el Onceno, su hijo, el reverendo en Cristo padre y obispo de Córdoba don Francisco de Alarcón, como dueño legítimo de la fábrica de la dicha iglesia me ha servido graciosamente con el sitio muy capaz en ella para mudar y trasladar a él la dicha mi capilla que ha muchos años que yo y los reyes mis predecesores lo hemos deseado...

Firmada por el Rey”