Fachada de la Casa de la Cinco Puertas

La Córdoba que se nos va: la Casa de las Cinco Puertas

La reforma del inmueble fuerza a Casa Millán a mudarse a la acera de enfrente

El paso inexorable del tiempo acaba prácticamente con todo. Por eso es noticia estos días el cierre de la centenaria taberna Casa Millán, que tiene que abandonar el histórico establecimiento donde en los años 30 del siglo XX la inaugurara su abuelo Antonio Millán Blancas. Al menos, la taberna tiene previsto continuar como tal trasladándose a otro local de la plaza de San Juan de Letrán, en la acera de enfrente.

Por ello, en este breve artículo quiero aportar algún dato, no sobre la taberna en sí, que es vox populi, sino sobre el local que debe abandonar, situado en el extremo de un histórico edificio que durante los siglos XVII, XVIII y XIX se llamó popularmente la Casa de las Cinco Puertas. Este amplio inmueble va a ser remodelado en breve y se construirán en el mismo unas nuevas viviendas, según reza en los carteles que la empresa propietaria ha colocado en su fachada.

En un artículo de Antonio Navarro Calero publicado en la revista 'Córdoba Cofrade' de 2023 se nos cuenta que, en la documentación de la Hermandad de Villaviciosa, sita en la desaparecida ermita de San Juan de Letrán, el hermano mayor certifica en el resumen anual de cuentas de 1832 que, entre otros inmuebles, la Hermandad tiene en propiedad la Casa de las Cinco Puertas, «frontera a la Ermita de San Juan de Letrán», y que la tiene en arriendo «a Catalina López por 600 reales, según escritura otorgada por Romualdo Rodríguez». En dicho artículo se apunta que esta casa «frontera» estuviese contigua a la ermita, en la calle San Juan de Palomares. Sin embargo los documentos corroboran que es en realidad la casa de enfrente, donde ha estado ubicada Casa Millán.

La historia de este inmueble viene de mucho más atrás. Anteriormente fue propiedad de los Caballeros de Premia, que la donaron a la Hermandad de Villaviciosa en 1622 a instancias de don Luis Gómez de Figueroa, veinticuatro de Córdoba y miembro de la Hermandad. Existen documentos que atestiguan que en ella solían reunirse dichos caballeros, institución medieval de soldados de frontera prestos a la llamada de las armas cuando se les solicitase, que iría languideciendo tras el final de la Reconquista y que desaparecía finalmente justo por esos primeros años del siglo XVII.

Tras la marcha de estos soldados el barrio de San Lorenzo perdió gran parte de su vecindario más ilustre, reflejo de la destacada presencia en la collación de un secular estamento militar, reflejada también en el popular nombre de «la Banda» de la actual calle Jesús del Calvario, inmediata a San Juan de Letrán, que hacía referencia a la morada allí de un caballero de esta orden de la nobleza muy exclusiva creada por Alfonso XI. Y también se cuenta como posible nombre del origen de la inmediata calle Montero al cuerpo militar de los Monteros de Espinosa, guardia para proteger al rey ya en tiempos de Alfonso X El Sabio.

Quizás toda esta zona de la Ajerquía fuese un gran cuartel poco a poco abandonado, lleno de soldados con sus panoplias, extensos huertos y cuadras de caballerías, lo que explicaría los amplios solares y la escasa urbanización de esta zona, que permitió que los Trinitarios contasen con un amplio espacio para instalarse intramuros y empezar a construir su convento en 1623, justo un año después de la donación citada de los Caballeros de Premia a la Hermandad de Villaviciosa.

La Desamortización y reforma en 1824

En el Registro de la Propiedad, y gracias a la eficaz colaboración de José Millán, nieto de Antonio Millán Blancas, hemos podido comprobar que todavía en 1768 aparece la Hermandad de Villaviciosa como propietaria de esta casa, según consta en el Registro de la Propiedad con el número de finca 1.570.

Pero llegó el desastroso siglo XIX, y con la rapaz Ley de Desamortización de Pascual Madoz e Ibáñez de 1855, la casa pasaría a formar parte de los Bienes del Estado. Con ella se formó el Lote nº 67 del inventario. Vivía allí entonces en arriendo Francisco de los Cobos, al precio de 40 escudos. En el lote se indicaba que a la derecha, y mirando para el norte, lindaba con la casa de Benito Pérez, y a la izquierda con otra casa del propio Estado. Por detrás tenía el huerto de Juan Agudo (actual Cine Delicias). La casa, numerada con el nº 44, tenía una superficie de 422 metros cuadrados aproximadamente.

Tras la desamortización, en 1865 adquirió la casa subastada por Bienes del Estado el platero de Antonio Narváez y Montes, que vivía en la Cuesta de Luján. El precio fue de 2.025 escudos. Poco después se la compraría Nicolás Hidalgo Vázquez, que solicitó la reforma que se aprecia en el siguiente croquis de 1867 localizado en el Archivo Municipal de Córdoba, y que muestra la fachada de la casa nº 44 con sus características cinco puertas. No incluye, sin embargo, sus dos torretas laterales, que serían añadidas en una reforma posterior.

Croquis de la Casa de las Cinco Puertas. Expediente SF/C-313/108Archivo Municipal

No se sabe a ciencia cierta si el tal Nicolás Hidalgo Vázquez llegó a hacer la reforma proyectada en el croquis. Lo que sí sabemos es que el 3 de marzo de 1871 vendió este edificio a Manuel Antonio Capó Rondero. Este la vende de nuevo, a 13 de agosto de 1877, a Manuel Enríquez y Enríquez, el cual agrupa las casas nº 44 y 46, ampliando la finca hasta 543 metros cuadrados. En los magníficos planos y croquis de la calles de Córdoba de Dionisio Casañal y Zapatero (1884) aparece esta casa, ya ampliada, con el nº 44.

Por otra parte, la prensa local ya comienza a citar de vez en cuando este edificio de las Cinco Puertas, y cuentan algo sobre sus vecinos. Así, aquél Diario de Córdoba de octubre de 1900, en los días 13, 14, 19 y 24, inserta en su página 4 el siguiente anuncio:

«Ama de cría, primeriza, desea colocarse para casa de los padres. Para pedir razón San Juan de Letrán en la casa de las cinco puertas».

Años más tarde, también en el mismo diario, entre enero y julio del de 1915, aparecen una serie de anuncios similares:

«Joven de 18 años primeriza, desea colocarse para casa de los padres. Para informes San Juan de Letrán nº 44.»

La casa sería modificada adquiriendo su fisonomía actual con la reforma del año 1924, cuando la propiedad pasa a Elisa Barrios Enríquez. Tras fallecer, le sucede Manuel Enríquez Barrios, que la vende en junio de 1936 a Juan Bautista Díaz de Morales y Molero, el cual, a su vez, la traspasa a Juan Zafra García en febrero de 1945. Posteriormente la adquiere Enrique Cachinero Bermudo, al que le suceden en la propiedad varios familiares, hasta llegar a Rufino Fernández Cachinero en 1980.

Los últimos vecinos

Con la marcha de Casa Millán se cierra, por el momento, la historia de la Casa de las Cinco Puertas. En el inmueble vacío y desolado aún permanecen como tristes testigos, que también pronto desaparecerán, los buzones con los nombres de sus últimos vecinos. He tomado nota de ellos y los dejo aquí para la posteridad:

Francisco Navarro Almoguera, Milagros Regueiro Ochoa, Rafael Navarro Regueiro, Antonio Navarro Regueiro, Mariano Torres Hidalgo, María Cruzado Reyes, Aurora Reyes Bautista, Rafael Martínez Navarro, Antonio Tomás Rodríguez, Francisca Montero Martínez y Trinidad González Salamanca.

Esta última, Trinidad González, mujer muy alta como sus hermanos, que igualmente fueron vecinos de la casa, fue la última inquilina y murió en 2018. Desde entonces ya sólo quedaría Casa Millán, porque la castiza taberna ubicada en la otra esquina del inmueble, Casa Pepe, había cerrado en 2010. Casa Pepe tuvo también su historia, y adquirió enorme popularidad cuando acogió a la Peña los Emires, siendo de las primeras tabernas de Córdoba en donde se reintegraban los premios de las quinielas y la novedosa lotería Primitiva.

Aparte de los citados en los buzones, la casa también contó con otros vecinos muy recordados en el barrio, como el simpático Fimia, del que se decía que murió «cuando dejó de tomar vino», o Manuel Moyano Parejo, carpintero de profesión y entusiasta peñista de Los Romeros de la Paz, para cuya carroza de una Romería de Linares confeccionó un molino donde las aspas eran dos guitarras y les valió un premio. O Pepito Hidalgo Gallego, todo un señor, que llegó a regentar la taberna de la Sociedad de Plateros de la calle María Auxiliadora en compañía de su cuñado Antonio Jiménez María. Familia política de éste era otro vecino, «don» Ángel García García, que además de practicante de profesión era secretario del gobernador, lo que le confería un estatus muy influyente no sólo en la casa, sino en todo el barrio. Contrajo matrimonio con Isabel María Peña, hija del capitán María, antiguo militar y jefe de la policía municipal en el primer tercio del siglo XX. Isabel era además tía carnal del cordobés Teniente General Manuel María Mejías, preceptor del rey Juan Carlos y nombrado presidente del Tribunal Militar que iba a juzgar a los golpistas del 23-F, golpe en el que tuvo un papel muy destacado abortando la rebelión de la Capitanía General de Valladolid.

Todo pasó y ya sólo quedaban los nietos de Antonio Millán Blancas, que también fue vecino de la casa. Ellos no han tenido más remedio que abandonar este emblemático edificio, pero mantendrán el negocio enfrente como hemos indicado, siguiendo la estrecha relación entre las dos aceras que ya inició la Hermandad de Villaviciosa. Desconozco el grado de protección que tiene el inmueble, y si las inminentes obras pueden modificar mucho o poco su imagen actual. Yo, al menos, he querido dejar constancia de su pequeña historia.