Baile en los años 60

El portalón de San Lorenzo

Las mentiras interesadas

No se discute que hubiese quienes corrieran delante de los grises, pero éstos eran mayoritariamente la carne de cañón de determinados políticos

Propagar información falsa sobre un tema es moneda de cambio habitual en nuestra sociedad. En general, contamos algo según una determinada versión porque creemos que fue así, y así será hasta que nuevos datos nos avisen de que estamos equivocados. Esto no es, de ninguna manera, criticable: la naturaleza humana es la que es, y llegamos muchas veces a la verdad a través del ensayo y error.

El problema surge cuando se sabe que algo no es verdad, pero «conscientemente» afirmamos que es cierto, buscando con ello algún provecho personal. Entramos aquí en el extenso reino del príncipe de la mentira, y es que los psicólogos nos dicen que hay tantas formas de mentir que han tenido incluso que establecer diversas tentativas de clasificación.

Así, algunas de las maneras de mentir las clasifican como «mentiras de reestructuración», las que son de gran calibre, donde se inventa o crea una información de partida falsa con el fin de que el oyente modifique todo su marco mental. Este tipo de mentira es muy común, como puede suponerse, en la política y en todo lo que rodea a ésta, y así vemos sus tenaces esfuerzos por adaptar la historia a sus postulados y objetivos. Saben muy bien que quien maneja la historia obtiene un gran poder.

No es cuestión de poner infinidad de ejemplos de las innumerables mentiras de bulto con los que nos machacan los políticos españoles y sus medios afines porque nunca acabaríamos: que si tantas fosas comunes como Camboya, que si los trabajadores esclavos del Valle de los Caídos, que si los cientos de miles de niños robados en la Dictadura, que si la feliz y democrática II República... Así que sólo me voy a centrar en algunas más pintorescas, recientes o locales.

Aquellos bailes

Una de las mentiras más graciosas últimamente oídas ha sido la que soltó la periodista Sonsoles Ónega, hija del director del diario falangista Arriba y miembro destacado de la Guardia de Franco, el también periodista y «demócrata de toda la vida», Fernando Ónega.

Esta mujer se atrevió a decir en Antena 3 Televisión que en la época de Franco «estaban prohibidos los bailes», manteniendo tal disparate incluso delante de una invitada al programa, de edad avanzada, que negó que eso fuese cierto.

Sin contar con esta invitada, a la que la periodista no hizo caso y siguió erre que erre, cualquiera que viviese en aquellos años, y más si participó en esos bailes 'prohibidos', dirá que es una mentira más de las muchas que se han echado sobre aquel periodo político. Lo que pasa en este caso es que la mentira es demasiada osada y estúpida, porque es (todavía) fácilmente refutable. ¿A tanto se atreven ya? A este paso no nos sorprendería que esta «niña de papá» quiera hacernos creer que la gente mayor no pudo bailar hasta que Juan y Medio apareció con su programa en Canal Sur.

«Todos corriendo delante de los grises»

Una mentira que se propagó mucho después de la Dictadura y que me hace mucha gracia fue aquella de que «todo el mundo había corrido delante de los grises». España tendría que ser esos años un vivero inmenso de atletas, con el que la moda actual de tanta gente haciendo deporte corriendo no le llegaría ni a la suela de los zapatos. Y es que afirmar que se había corrido era una forma de homologación, y criterio para demostrar que se era de izquierdas, y más de izquierdas si las carreras se habían realizado con Franco aún en vida.

Evidentemente, no se discute que hubiese quienes corrieran delante de los grises, pero éstos eran mayoritariamente la carne de cañón de determinados políticos que, generalmente, preferían quedarse atrás moviendo los hilos. Entre estos corredores no estaba evidentemente todo el país, como se llegaría matemáticamente a demostrar en aquellas primeras elecciones democráticas en las que los que «corrieron delante de los grises» obtuvieron una exigua representación democrática para lo que preveían.

Así que, una vez iniciada la Transición, estos políticos vieron más utilidad personal a portar pancartas, banderas y manifestarse que a incentivar carreras donde, con el barullo, al final no se sabía quién había corrido. Hagan el ejercicio de mirar las fotos de manifestaciones de esos años: casi todos los que salen en las primeras filas con las pancartas acabaron consiguiendo un 'carguillo' político, así que el cambio les vino bien.

Un activista comunista «desde su juventud»

Otra mentira más amplia que la de apuntarse como mérito unas simples carreras ante los grises es inventarse todo un pasado, quitando lo que no conviene y añadiendo aquello que da más caché.

Los ejemplos de este tipo son innumerables (uno de ellos puede ser el ínclito Ónega), por lo que me voy a limitar a un caso local, a partir de los datos que pueden sacarse buscando simplemente en internet.

Leonardo Rodríguez García fue un personaje popular en Córdoba, conocido en sus últimos años por sus contribuciones periodísticas sobre las peñas y por su participación en el movimiento vecinal. Sobre él existe una semblanza en el portal Cordobapedia en la que se viene a decir:

"Nació en Córdoba en 1931 y falleció en esta ciudad en el 2007. Trabajó en la Electro Mecánicas (SECEM) desde comienzos de los años 50 hasta su jubilación a mediados de los 80, donde fue delegado de empresa y representante de la escuela de aprendices y conoció a compañeros de probada honestidad como José Balmón Castell. Quesada, Rafael Cabrera, Manuel Ortiz Caballero, entre otros.

Destacado activista del Partido Comunista (PCE) al que estuvo vinculado desde su juventud (...)”.

Los datos no empiezan a cuadrar desde el principio: nació en Tetuán y no en Córdoba. Bien es verdad que de joven se vino su familia a nuestra ciudad y se instaló en la calle Dormitorio (Obispo López Criado), donde conocería a su esposa Carmen Molina García, vecina de la calle Humosa. Al casarse se fueron a vivir a la cercana calle Montero, ocupando los balcones de la célebre casa en donde vivía el simpático personaje del carnaval Caparrín.

Este error no tiene ninguna importancia, ya que la Cordobapedia, como su hermana mayor la Wikipedia, se nutren del contenido libremente aportado por voluntarios. El problema viene cuando estos portales se convierten en la fuente principal donde los usuarios buscan y obtienen datos y no los contrastan. Y, sobre todo, cuando algunos «voluntarios» entre comillas se dedican a incluir falsedades, a veces conscientemente con una clara intencionalidad, y otras porque sacan la información de una fuente también interesada. Esto es lo que ocurre con lo que de Leonardo Rodríguez fuera un destacado activista del PCE desde su juventud.

A lo largo de toda su vida Leonardo Rodríguez fue un hombre extrovertido con un gran afán por ser comunicador y tener su protagonismo. Cuando apenas tenía 29 años colaboró con la emisora Radio Atalaya de Cabra, que tenía poco de comunista, obviamente, ya que fue adjudicada junto con el Parque Sindical por José Solís Ruiz, ministro fuerte del régimen de Franco. Leonardo hacía labores de corresponsal deportivo y fueron muchas las veces que vino a que Pepe Reus, presidente del San Lorenzo, le comentara sobre el partido que había jugado su equipo en el Estadio de Lepanto y poder usar esta información para sus crónicas.

En la democracia orgánica

En su plano laboral en la Electro Mecánicas, nadie puede dudar de que conociese a Balmón Castell, pero mientras éste ya estaba involucrado y pregonaba su opción política filo-comunista, Leonardo Rodríguez iba por la fábrica de un lado para otro siendo enlace sindical y con sus alicates de electricista en el bolsillo posterior de su mono. En aquellos años setenta lo llegué a ver varias veces, incluso, en la centralita de teléfonos de las Oficinas Centrales. Pero él nunca se resignó a este papel del mono de trabajo y los alicates, por lo que se presentó a cuantas elecciones pudo en la época de Franco.

Así, Francisco Solano Márquez nos recuerda en el Libro 'Crónica de un Sueño' en el capitulo 'Algo se mueve' que Leonardo Rodríguez vinculado al movimiento vecinal, y con 40 años se presentó por el tercio familiar, pero no consiguió los votos necesarios.

Gran amigo de Rafael Camacho Peña y Ángel Infantes Córdoba, optó por no pertenecer a la directiva que éstos dirigían de Los Matrimonios de la Unión de la Electro Mecánicas y prefirió introducirse en las asociaciones de vecinos, de la que llegaría a ser después presidente. También empezó a introducirse en el mundo social de las peñas.

Amistad con don Miguel Castillejo

El 23 de octubre de 1975 la iglesia de San Rafael fue elegida por los peñistas cordobeses para homenajear al Arcángel San Rafael, por lo que allí se iba a celebrar una solemne Misa Cantada Flamenca, en honor del Custodio de Córdoba.

La iglesia estaba abarrotada de público, y antes de comenzar la misa, que iba a celebrar don Miguel Castillejo Gorráiz, presidente de la obra cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, no se sabe cómo llegó desde la calle la noticia de que la televisión acababa de decir que la salud del Generalísimo Franco había empeorado gravemente. Entonces hubo una especie de mini-reunión en la sacristía de la iglesia, en donde se acordó suspender tal Misa Cantada Flamenca y orientar la ceremonia por la salud del Generalísimo Franco.

A aquella mini-reunión asistieron algunos presidentes peñistas y también Rafael Camacho Peña, como representante de la Asociación de Matrimonios de la Unión de la Electro Mecánicas. Recuerdo, porque estaba allí, que al salir de aquel acto religioso en la puerta del templo estaba Leonardo Rodríguez el cual, acercándose a don Miguel Castillejo, que salía acompañado de su eterno secretario, le dijo: «Don Miguel, compartimos con usted la idea de que la Misa de hoy se haya dicho a la intención de la salud de nuestro Caudillo».

Julio Anguita lo llama

Candidatura del PCE publicada en el Boletín Oficial de la Provincia el 14 de abril de 1983

Con 52 años y la llegada de la democracia, Leonardo Rodríguez, al ser un hombre con muy buenas relaciones públicas, implicado en el mundo vecinal y de las peñas, fue llamado por el PCE de Julio Anguita para formar parte de su candidatura en las elecciones municipales, a las que se prestó, y esto es importante destacarlo, como independiente. Ya con el cargo de concejal empezó a colaborar con Mundo Obrero y El Correo de Andalucía. Cuando estaba ya prácticamente retirado de la política don Miguel Castillejo le apoyó para que publicara todas las semanas unas páginas en el Diario Córdoba (Cajasur era accionista) en una sección denominada 'El Patio de los Naranjos', donde se publicaban unas escogidas fotos de Córdoba, sobre todo relacionadas con las peñas, con comentarios suyos a pie de foto.

Fallecido en 2007 su entierro se celebró en la parroquia de la Electro Mecánicas. El funeral fue concelebrado por el párroco don Manuel Sánchez y el dominico don Carlos Romero Bermúdez, amigo suyo desde que éste llegó a San Agustín, su antiguo barrio, allá por el año de 1954, además de por el consiliario de la Hermandad de San Álvaro de Córdoba, don Mariano del Prado.

Huelgan los comentarios. Aún viven unas pocas personas que saben lo que realmente pasó, pero parece que están esperando a que ya no queden e imponer su visión inventada e interesada de la historia.