El portalón de San Lorenzo
A cada uno lo suyo
Hoy se valoran otras cosas, y medran tunantes, piratas y vividores, que han aprendido a vivir muy bien «sin pegarle ni un palo al agua», como suele decirse
El 23 de enero del 2018 murió el artista Tomás Egea Azcona (1933-2018), madrileño de nacimiento y cordobés de adopción, ya que residió en nuestra ciudad desde 1957. Como destacado pintor hizo de todo: impartió clases en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid, confeccionó murales, dibujos para tebeos, portadas para libros.... También fue el compañero de viaje de muchos arquitectos a los que aportó su sentido de la decoración y la modernidad, siendo además un experto de referencia en el arte de la vidriera, en especial la religiosa.
Siempre buscaba el equilibrio en sus representaciones, integrando con mucha habilidad lo nuevo sin desentonar con lo antiguo. Tomó la modernidad por montera, a pesar de que los últimos años de su vida tuvo que utilizar «montera y bastón» por una lesión en su talón de Aquiles que le hacía caminar con cierta dificultad.
Lo conocí en una conferencia que, sobre el arte de las vidrieras, dio don Manuel Nieto Cumplido en la ermita de la calle Candelaria. Allí, el archivero de la Catedral resaltó la enorme labor realizada por Tomás Egea con la expresividad de sus vidrieras, reflejo de un gran aire espiritual que le brotaba desde dentro. Tras acabar el acto, recuerdo que su amigo el arquitecto Carlos Luca de Tena le comentó a Pablo García Baena, también asistente a la conferencia, que Tomás dominaba todas las facetas del diseño, no sólo las vidrieras, y le puso como el ejemplo del Hotel Meliá de Madrid en el que, añadió Luca de Tena, intervino en casi todo, ya fuese cerámica, puertas del ascensor, barra del bar, lámparas y hasta el simple acceso a las cocheras. Era un hombre muy polifacético.
Como no soy experto en la materia, el trabajo por el que quiero mencionar aquí a Tomás Egea es por algo más popular, por aquella especie de espirales de acero inoxidable, a semejanza de una gran cuerda de reloj, que decoraban la fachada del Banco Coca, levantado sobre el solar del antiguo Hotel Regina en Ronda de los Tejares. Aquel famoso hotel de los hermanos Jimena Cañas, inaugurado en 1923, había tomado el relevo del mítico Suizo de las Tendillas en estilo y visitantes ilustres, ya fuesen artistas, políticos, literatos o toreros de «tronío». Por ejemplo, el gran Mario Moreno 'Cantinflas' se hospedó allí las veces que vino a nuestra ciudad, e igualmente lo hizo su paisano Jorge Negrete. Ambos confesaron que, además de por la calidad del hotel, lo hacían para homenajear a Manolete, muy querido por los mejicanos, y también un habitual del hotel.
La cuerda del reloj del rutilante Banco Coca
Pero todo se acaba, y el Hotel Regina fue derruido para construir un moderno edificio, en cuyos bajos se levantaría, casi al final de los años sesenta, el citado Banco Coca. Había sido fundado por Ignacio Coca Gascón con apenas 15 millones de pesetas como casa de banca, en 1934 se convirtió en Sociedad Julián Coca Gascón S.A. pasando en 1941 a llamarse Banco Coca S.A. Todo esto ocurrió en Salamanca. A Ignacio Coca Gascón le sucedió Ignacio Coca García. Pero la crisis bancaria de los ochenta hizo que el banco terminara en las manos del Banco Español de Crédito (Banesto).
Así pues, el Banco Coca se cerró, se desmontó la fachada, y esa «cuerda de reloj», como la llamaba la gente de Córdoba, se la llevó el arquitecto Gerardo Olivares al Campus de Rabanales, que cobraba una nueva vida adaptando la antigua Universidad Laboral de Córdoba. Allí fue colocada en uno de sus flamantes edificios.
En la nueva ubicación, la «cuerda de reloj» comenzó a rivalizar con otras magníficas obras de arte, porque bastaba con ver los artistas que habían dejado su sello en las viejas instalaciones de la Universidad Laboral:
Joaquín Vaquero Turcios (1933-2010). Autor del mosaico principal del paraninfo y otras pinturas. Antonio Povedano Bermúdez (1918-2008). Vidrieras de los agricultores en la iglesia. Manuel Suárez Molezún (1920-2001). Vidrieras de los pescadores, también en la iglesia. Eduardo Carretero Martín (1920-2011). Altar mayor, con los doce apóstoles. Antonio Cobos Soto (1908-2001). Muros parietales de la iglesia. José Romero Escassi (1915-1995). Mosaicos. Juan Polo Velasco (1923-2017). Esculturas en piedra. Amadeo Gabino Úbeda (1922-2004). Vía Crucis realizado en hierro y piedra. Ramón Lapayese del Río (1928-1994). Bajorrelieves de las puertas de los colegios y patio central. Germán Calvo González 1918-1995), Manuel Rivera Hernández (1927-1995) y Francisco Zueras Torrens (1918-1992). Pinturas murales. Amadeo Ruiz Olmos (1913-1995). Estatua de Jesús Divino Obrero. Javier Antonio Lahuerta Vargas (1916-2009). Acústica de la iglesia, toda una obra maestra de arquitectura e ingeniería.
No obstante, desde la Transición a casi todos ellos los clasificarían como ejemplo de arquitectura o arte franquista, por lo que sobre sus obras cayó el manto del olvido.
Pero dejando las miserias políticas al margen, está claro que la «cuerda de reloj» de Tomás Egea está ahora en buena compañía. Esperemos que alguien con criterio sepa valorar este tesoro patrimonial que yace, muchas veces ignorado, en el Campus de Rabanales, y que éste no sea pasto del abandono, el olvido y los jaramagos.
Los autores de la cuerda del reloj
Como es de justicia recordar a Tomás Egea Azcona por su dilatada obra y por el diseño de la portada del Banco Coca con su «cuerda del reloj», también se debe mencionar aquí al equipo humano de Talleres Mosse, los encargados de plasmar la idea y realizarla físicamente en acero inoxidable, una tarea de una gran complejidad técnica.
Por eso citaré, entre otros, a José Molina, el dueño de los talleres, al encargado del taller, Pedro Aguayo, y a su delineante Pepe Hernández, que además de buen profesional fue un fino jugador de fútbol destacando en su equipo de siempre, el Amparo. Y a todos los trabajadores anónimos de ese taller, porque para fabricar las piezas que formaban el conjunto hacía falta mucha pericia en el corte del desarrollo, soldadura y ensamblaje, aparte del no menos problemático conformado y afinado final de la superficie. No todo el mundo podía haberlo hecho, muchos ni siquiera sabrían cómo haberlo abordarlo, ya que el trabajo preciso y al detalle del acero inoxidable es de lo más complicado en el sector de la metalistería.
Pues bien, Talleres Mosse lo consiguió. Sin ellos no hubiese habido «cuerda del reloj», por muy vistosa que quedara sobre plano o dibujo de Tomás Egea. Su trabajo profesional constituyó una auténtica obra de arte, con mayúsculas. Este era el nivel de los trabajadores en Córdoba.
Luego llegarían las importaciones de productos baratos, por lo general de baja calidad, la competencia desleal, las dificultades para poder acceder a la financiación, limitada a los que tuvieran 'contactos'... Al final, casi todos estos pequeños talleres llenos de profesionales de gran valía, del metal, de la madera, del vidrio que creaban empleo y riqueza en nuestros barrios, tuvieron que ir cerrando desde los años ochenta del pasado siglo. Subsisten aún algunos, afortunadamente, pero este camino parece que, por desgracia, no tiene vuelta atrás.
Aquel fútbol que aborregaba a los españoles
Porque otro factor clave en la desaparición de este pequeño tejido industrial local fue, y sigue siendo, el cada vez menor reconocimiento social al trabajo bien hecho, a los trabajadores y empresarios que se esfuerzan, dan su palabra, y cumplen. Hoy se valoran otras cosas, y medran tunantes, piratas y vividores, que han aprendido a vivir muy bien «sin pegarle ni un palo al agua», como suele decirse.
Ahí tenemos el follón que ha liado, por ejemplo, el ex presidente de la Federación de Fútbol, el tal Rubiales, donde se han sacado a la luz los sueldos de escándalo que se mueven en torno a la Federación. Por lo visto, parece que había «asesores» hasta por saber echar una cortina o cerrar una puerta, con sueldos doce veces superior al de cualquier profesional de los que trabajan en una fábrica o comercio. Para no ser menos, Tebas, de la Liga de Fútbol Profesional, anda pidiendo por ahí que le suban el sueldo anual a cinco millones y medio de euros ¿Tanto aportan a la sociedad para justificar estos sueldos?
Y es que en esta democracia nuestra todo es posible. Se criticaba que en la época de 'Patas Cortas' se quería adormilar y aborregar a los españoles con el fútbol (y eso que era sólo, como mucho, un partido semanal) cuando ahora tenemos partidos a todas horas. El gobierno ha ordenado a TVE (quizás para que se olviden sus tejemanejes) que se televisen todos los partidos de la Eurocopa, donde ahora sí, parece, se puede animar a España con nuestra bandera sin que nos señalen como «fascistas».
La alegría por la bandera
Podemos ver el fútbol, según nos cuentan, gracias a la «generosidad» de nuestros políticos, como no dejan de proclamar constantemente los improvisados comentaristas, que en algunos casos más que comentar un partido dan la impresión de que están haciendo el rodaje de una película. «Fútbol gratis, que ofrece Televisión Española», pregonan sin parar estas coristas del poder. Por otra parte es lamentable que esa marea de aficionados con sus banderas españolas y su alegría por los triunfos de la Selección Española, no sean compartidas por muchos grupos parlamentarios que forman parte de la mayoría parlamentaria que sostienen en el poder como presidente al hombre que no ganó ningunas elecciones. Y que éste, en sus enfermizas ansias de poder, no ha tenido inconveniente en rodearse de grupos parlamentarios que además de odiar la idea de España, incluso algunos se jactan de haber quemado la bandera de España. Pero así es esta democracia de números y contrapartidas económicas.
¿Sabrán la diferencia que hay entre fútbol en abierto y fútbol gratis, cuando pagamos por TVE de sobra con nuestros impuestos para que sea sólo la vocera de Sánchez, ese 'demócrata' que dicta impunemente a sus mandos en la Justicia lo que hay que hacer? Este país donde la Justicia, en vez de defender al pueblo, defiende lo que el Gobierno ordena y manda, como el caso de alguna que otra amnistía y tratar de ocultar las sospechas sobre una determinada Begoña y sus quehaceres, al parecer incontrolados, con la cómplice colaboración de una Universidad pública.
Y lo peor es que sólo parece darse cuenta de lo podrido que está todo la gente de a pie porque, mientras, gran parte de los políticos y sus 'colocados' de cualquier signo se lo están llevando 'calentito', y parece que sólo oyen de fondo la brisa del mar mientras, por debajo, la gran mayoría se desloma para mantenerlos. Así que bienvenida sea esta democracia, dirán, pues a todos estos personajes les ha ido muy bien. En cambio, el que diariamente ha tenido que ir a trabajar a relevos, a trancas y barrancas, se conformará con una pensión de 1.400 euros mensuales, si es que llega. Esto es como si en el tema de los goles el mérito se lo llevase el encargado del marcador en perjuicio del jugador que hace la jugada y marca el gol. Pues así funciona nuestra sociedad. Porque al final, el que juega en el campo se cabrea, deja de trabajar, se va, y le dice al del marcador «ahora juega tú».