El portalón de San Lorenzo
Pocos la subieron como él
Sábado a sábado, practicando con ellos sin parar, al fin, muchos conseguimos subir la soga con cierta dignidad
Hoy me he tropezado con el amigo Agudo, antiguo compañero de la Universidad Laboral, que fue todo un deportista. Además de correr muy veloz los 100 y 200 metros lisos jugaba de maravilla al balonmano en aquel equipo puntero que formó el señor Omar con Eulogio y Cazalla en la portería, y Gascón, Parejo Polo, Primitivo, Gonzalo, Fernández, Ruiz, Pipe, Cebrián, el propio Agudo y de la Haba, al que en el Campo de la Verdad se le conocía como El Cascarilla.
Charlando sobre nuestras anécdotas de jóvenes en la Laboral, Agudo me comentó que hacía poco había fallecido el compañero Gonzalo Fernández de Córdoba. Esta triste noticia hizo que mi mente se fuese muchos años atrás, a un día del lejano año de 1958, cuando terminamos los actos litúrgicos que se celebraron con motivo de la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Tras ellos, la mayoría nos dirigimos para presenciar una exhibición de gimnasia artística que realizaba en las instalaciones deportivas un equipo del Colegio Luis de Góngora, en el que estaban el citado Gonzalo Fernández de Córdoba así como otros compañeros apellidados Cebrián, Popa, Luque, Rodezno, González y Fernández y así hasta unos veinte más.
Todos iban perfectamente equipados de pies a cabeza, y deleitaron con una actuación atlética que nos dejó con la boca abierta ante la plasticidad y elegancia de sus sincronizados y hábiles ejercicios. El potro, la soga, el plinto, las paralelas y las espalderas fueron testigos quietos de los ejercicios que realizaron aquellos compañeros que no tendrían más de 16 ó 17 años de edad.
Entres ellos ya descollaba Gonzalo, que supo ser líder no sólo en gimnasia artística, sino también en lanzamiento de peso y en balonmano. Además, haciendo honor al lema de 'Mens sana in corpore sano', fue un gran estudiante,
He querido traer el recuerdo del compañero Gonzalo Fernández de Córdoba, todo un ejemplo para aquella juventud de la Universidad Laboral de Córdoba de mis tiempos, a pesar de que a muchos le moleste y que para explicar aquello se limiten a decir «Eso era antes…», como una forma de despreciar a aquellas Universidades Laborales en donde Gonzalo representó un ejemplo en los estudios y la práctica del deporte.
Pero no quiero al menos dejar de nombrar a otros compañeros, grandes deportistas: Eulogio López, Primitivo Terrón, Velasco Galiana, Felipe Esteban, Teodoro Pérez, Viana, Fenollosa, Marqués Romero, Parejo Polo, Plaza, Ibáñez, Julio García, Torres Cabrera, Vázquez Yagüe, Pedro Valcácer, Carreño, Babarín o Juan Villén, todos formidables competidores en los distintos deportes y pruebas de atletismo que se dieron en la Universidad Laboral. Ellos solían competir todos los años en aquellos Juegos Escolares a nivel Nacional que se celebraban con los mejores deportistas de toda España.
La educación física en las Universidades Laborales
Hay mucha gente que ha escrito sobre las Universidades Laborales, aunque por edad, ni llegaron a conocer la realidad de su existencia. Nosotros que estuvimos allí, tenemos que decir que nada más entrar, el Departamento de Educación Física nos hacía a todos los alumnos una ficha médica en donde nos tomaban la altura, el peso, la capacidad torácica, la fuerza de presión que ejercitábamos sobre una dina, las pulsaciones y otras constantes biomédicas tras auscultarnos el corazón y los pulmones, labor ésta reservada al Servicio Médico.
Con aquellos reconocimientos lo que se pretendía es que a nadie se le sometiera a ninguna prueba deportiva que no estuviese acorde con las capacidades de su cuerpo.
Todos los alumnos, salvo los que su ficha lo desaconsejara, realizábamos una serie de pruebas atléticas básicas como los 100 y 400 metros lisos, 1.500 metros, salto de altura, salto de longitud, lanzamiento de peso y de disco.
También se pasaba por el gimnasio, y se subía la soga, se saltaba el potro, el caballo, y se hacías ejercicios de espalderas. No quedaba ahí la cosa, porque también estaba la natación, empezando en el estanque central (que no tapaba), y después de tres secciones de pruebas y consejos, donde te enseñaban a nadar si no sabías, pasabas ya a la piscina de competición, con varios recorridos de 50 metros. Aquello daba la sensación de que estaba perfectamente organizado y sincronizado a favor de nuestro beneficio.
Después de la muerte de Franco
En la Asamblea General del Deporte, celebrada en Madrid entre el 15 y el 17 de diciembre de 1977, se reconocía que la práctica del deporte en las Universidades Laborales había proporcionando «una gozosa plenitud existencial en el sentimiento de la salud vital, la fuerza, la habilidad y el dominio de un cuerpo cada vez más sano»
No nos imaginamos ahora lo que diría cualquier político sensato sobre nuestra juventud, que desde que empiezan a andar, ya le endosan un móvil. Ya no juega a hacer «El pino en la pared», ni tampoco juega a «mosca». 0 a al juego de la «una mi mula», que a fin de cuentas suponía un claro ejercicio de superación y competitividad infantil. Ahora la televisión, y los móviles lo resuelven todo.
La fatiga de la soga
Reconozco el tormento que supuso para la mayoría de nosotros, el tener que subir la soga.
Aquello fue todo un espectáculo digno del mejor cine de Luis Berlanga. Bien es verdad que a muchos nos sirvió para defendernos en aquella subida de la soga las veces que en nuestro barrio, sobre todo en aquellas eternas siestas del verano, nos habíamos dedicado a hacer el «pino en la pared» o jugar a juegos como «mosca», «a la una mi mula» o los improvisados saltos de longitud con las correas que practicábamos en el acerado. Pero tengo que decir que sufrimos mucho con aquella soga. Y muchos nos preguntamos: ¡Con lo fácil que lo habían hecho los del Colegio Luis de Góngora en su exhibición de la semana anterior! Y más como subían los piratas aquellas sogas en la película 'El Temible Burlón', qué pudimos ver en el Cine Florida de verano.
Una bonita realidad
Después de aquel desastre que pudo suponer para muchos el intento de subir por primera vez la soga, los dominicos que afortunadamente llevaban la dirección de la Universidad Laboral, por edad y preparación, estaban al tanto de todo, y se dieron cuenta de lo negativo que resultaría para muchos su primera experiencia con la dichosa soga. Por eso, el Padre Pérez, que además, era un consumado deportista, formó un grupo de voluntarios a su alrededor para enseñar a subirla. De esta forma, sábado a sábado, practicando con ellos sin parar, al fin, muchos conseguimos subir la soga con cierta dignidad.
Con cerca de tres mil alumnos realizando todas estas pruebas, de 100 y 400 metros lisos, los 1.500, el salto de altura, de longitud, lanzamiento de peso y disco, minuciosamente observadas y cronometradas, los profesionales de la Educación Física se formaban una idea clara de aquellos que sobresalían por sus capacidades para el desarrollo competitivo. Así mismo, se cultivaban y enriquecían con enfrentamientos y torneos entre colegios afines por edades, como el Colegio Luis de Góngora y el Colegio Gran Capitán. Fue la primera vez que muchos escuchamos la expresión Tabla Finlandesa de Puntuación a la hora de puntuar aquellas pruebas.
¿Que tampoco ganamos nada en los Juegos cuando estaban funcionando? Sí, es cierto, pero el problema no era de esta modélica educación deportiva, que sacaba medios de donde no los había, sino que el deporte, salvo el fútbol y poco más, era entonces totalmente amateur y no se podía vivir del mismo. Aquellos que tuvieran cualidades, como mis compañeros citados de la Laboral, por muy buenos que fuesen, cuando tenían la edad suficiente debían dejar de perder el tiempo y ponerse a trabajar en serio.
París 2024: Un barco lleno de deportistas
Por el 'calvario' que supuso para muchos de nosotros el subir aquella soga, podemos saber que cualquier prueba olímpica tiene que ser dura y terrible y debe costar mucho sacrificio el llegar a dominarla. Por ello vaya un respeto enorme para cualquier participante, quede en el puesto que pueda quedar, por lo que cada deportista y de acuerdo al espíritu olímpico debe de sentirse orgulloso solo con competir.
Pero otra cosa es que el Gobierno de España se pueda sentir satisfecho con las medallas que puedan aportar al medallero los equipos profesionales de Futbol, Baloncesto, Balonmano, Tenis o incluso Golf por citar a algunos. Con ser todas las clasificaciones y medallas muy importantes, la propia TVE y los medios de comunicación por el tiempo que les dedica, nos hablan claramente de que la Natación, la Gimnasia Artística y el Atletismo en pista, denotan claramente el nivel olímpico de cualquier país.
Y concretamente en España, estas tres facetas del olimpismo están demasiado crudas en el aspecto de los resultados.
La pena es que la mayoría de nuestras universidades clásicas (50 públicas y 36 privadas), funcionan de espaldas al deporte y eso se nota, ya que algunas no cuentan ni con las más elementales instalaciones deportivas. Difiere esto y mucho por ejemplo de las universidades de estados en donde el deporte es básico en todas ellas.
Y es que sin estructuras y sin organización que supere el nivel local o de provincias, los resultados en estas disciplinas son muy difíciles que prosperen.
Así, si repasamos las últimas Olimpiadas:
Olimpiadas de Londres 2012
En la Olimpiada de Londres la Delegación Española estuvo formada 278 deportistas de los cuales 112 fueron mujeres. España quedaría en el lugar nº 17 del medallero.
20 Medallas.
4 Medallas de Oro: 1 en Halterofilia, 1 en Taekwondo, 2 de Vela
10 Medallas de Plata: 1 en Baloncesto, 2 de Natación, 1 de Natación sincronizada, 2 de Taekwondo, 1 de Triatlón, 2 de Piragüismo, 1 de Waterpolo.
6 Medallas de Bronce: 1 de Atletismo, 1 Balonmano, 1 de Lucha, 1 de Natación sincronizada, 2 de Piragüismo
Y 29 Diplomas Olímpicos.
Olimpiada de Río 1016
En la Olimpiada de Río la Delegación Española estuvo formada 306 deportistas de los cuales 143 fueron mujeres. España quedaría en el lugar nº 17 del medallero.
14 Medallas.
7 Medallas de Oro: 1 de Atletismo, 1 de Bádminton, 1 de Natación, 3 de Piragüismo y 1 de Tenis.
4 Medallas de Plata: 1 de Atletismo, 1 de Baloncesto, 1 de Gimnasia Rítmica y 1 de Taekwondo
6 Medallas de Bronce: 1 de Baloncesto, 1 de Ciclismo de Montaña, 1 de Natación, 1 de Halterofilia 1 de Piragüismo y 1 de Taekwondo.
Y 38 Diplomas Olímpicos.
Olimpiada de Tokio 2020
En la Olimpiada de Tokio la Delegación Española estuvo formada 326 deportistas de los cuales 138 fueron mujeres. España quedaría en el lugar nº 22 del medallero con 17 medallas.
3 Medallas de Oro: 1 de Escalada, 1 de Karate y 1 de Tiro.
8 Medallas de Plata: 1 de Gimnasia Artística, 1 de Karate, 1 de Taekwondo, 1 de Waterpolo, 1 de Futbol y 3 de Piragüismo.
6 Medallas de Bronce: 1 de Atletismo, 1 de Balonmano, 1 de Ciclismo de Montaña, 1 de Tenis, 2 de Vela.
Y 42 Diplomas Olímpicos.
No hace falta decir de que con independencia de los deportistas que puedan ir en cualquier barco, los resultados en esas pruebas que se pueden considerar las reinas de la Olimpiada, no son buenas, ni tan siquiera aceptables. Sobre todo para un país europeo de 40 millones de habitantes. Tendríamos que agarrarnos a lo que nos dicen los grandes entrenadores de fama mundial que proponen: «Trabajo, identificación con lo que se hace y amor por el deporte».
O quizás fijarnos en la política que sobre natación se lleva a cabo en Australia con sus miles de piscinas cubiertas que desde siempre están al servicio de los niños que nacen en el país, con una organización dotada de medios suficientes y muy bien estructurada. Ellos le llaman a esa organización La Escuela Australiana de Natación. Que implica a todos los australianos.
Por el contrario, a esas realidades expresadas anteriormente, tenemos el caso anecdótico de un destacado político liberal y progresista español, que en unas fiestas locales de Madrid en 1984 y desde el Palacio de los Deportes le decía a la juventud: «El que no esté colocado, que se coloque... ¡y al loro!». Y posiblemente así nos va en muchas cosas.