Eduardo Lucena y el 175 aniversario de su nacimiento
El creador del Real Centro Filarmónico dejó una huella en Córdoba que aún pervive
La Córdoba en la que vino al mundo el músico Eduardo Lucena Vallejo era completamente diferente a la actual: sin tren, encerrada en las murallas, con el Puente Romano como única conexión con el sur, entre otros aspectos. Pese a estas diferencias, sus composiciones han sabido traspasar con éxito todas las generaciones habidas en estos 175 años y tanto antes como ahora gustan a los cordobeses y forman parte de su memoria sentimental.
La clave del éxito pudiera estar en la conexión que Lucena estableció con la forma de ser de los cordobeses. Aunque sus obras pertenezcan a géneros hace tiempo desfasados -habaneras, polkas, jotas, etcétera- lo cierto es que tuvo la sensibilidad suficiente para llegar al corazón de la ciudad. Por eso, desde entonces, su música no pasa de moda.
Eduardo Lucena nace en Córdoba, el 22 de enero de 1849, y a la vez que abría los ojos a la vida lo hacía también a la música, ya que era la profesión de su padre. Estas familiaridad con este arte le hizo abrirse a él en su más amplio espectro y llegó a dominarlo en sus más diversas facetas, aunque en la que destacó en su momento, y por la que luego pasó a la posteridad, fue la composición, pese a haber sido, incluso, director de la banda municipal.
El Centro Filarmónico
Para ello necesitaba un soporte desde el que proyectar su obra y para ello fundó en 1879 el Centro Filarmónico que con el paso del tiempo llevaría su nombre. Esta institución cultural cuenta con una dilatada trayectoria en la que, pese a sus altibajos, ha sabido ser la principal custodia del legado de Eduardo Lucena, principalmente, así como de otros autores cordobeses, como es el caso de Cipriano Martínez Rücker, José Molina León o Ramón Medina, entre otros.
Por este motivo, hablar en la actualidad del Real Centro Filarmónico es hacerlo de la historia de la música cordobesa en su último siglo y medio. En su archivo se conservan infinidad de partituras que avalan con solvencia esta trayectoria en la que, además, figura el hito de ser la primera formación musical cordobesa en realizar en 1929 la primera grabación discográfica.
Eduardo Lucena dio en la tecla con la fundación del Centro Filarmónico. La ciudad desconocía una experiencia musical de este tipo que vino a revolucionar el concepto con un modelo desconocido en Córdoba hasta ese momento que iba mucho más allá de hacer música. Esta fórmula cuajó y de forma inmediata su presencia se hizo imprescindible tanto en el Carnaval como en las numerosas verbenas que se sucedían durante el periodo estival o en cualquier momento festivo.
Las músicas desgranadas por el Centro Filarmónico en las calles y plazas de la ciudad inmediatamente se hicieron populares y no se tardó en llegar al momento en que el público era el que reclamaba el repertorio para escuchar una vez más sus composiciones predilectas.
La trayectoria
Esta formación musical sufrió el bache de la muerte de Lucena, al que habría que sumar el tremendo golpe que supuso la Guerra Civil, que la abocó al silencio, así como refundaciones que no son sino huellas de una historia tan dilatada. Por contra, también vivió momentos gloriosos en las primeras décadas del pasado siglo, como su actuaciones en Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga o Barcelona, a las que hay que sumar sus salidas al extranjero con conciertos en París, Londres o Lisboa, lo que era todo un acontecimiento en los albores del siglo XX.
Eduardo Lucena muere en 1893 y aunque el Centro Filarmónico tuvo una trayectoria irregular no exenta de dificultades, lo cierto es que esta institución es la responsable de que, ayer como hoy, sean la referencia más clara de la música cordobesa.