Kike Márquez y SimoCCF

Del 'suicidio' del Murcia al resurgir del Córdoba

Los blanquiverdes ofrecieron una imagen radicalmente diferente en su segundo encuentro liguero

El Enrique Roca de Murcia fue el escenario donde se vio la grandeza del fútbol. Se enfrentaban el Real Murcia y el Córdoba CF en un partido en el que, a priori, los pimentoneros eran muy favoritos, tanto por plantilla como por el precedente de la primera jornada, los de Gustavo Munúa ganaron y los blanquiverdes perdieron.

Pero el Murcia, o su entrenador, decidió suicidarse (futbolísticamente hablando), mientras el Córdoba de Iván Ania salió con la convicción de que la redención era posible.

Respecto al cuadro murciano, si bien es cierto que el Córdoba desnudó sus carencias, no es menos cierto que ellos solos se encargaron de enseñarlas a las primeras de cambio. Un saque de banda en el primer minuto trajo el primer tanto cordobesista y, de otro, llegó el 0-2. Además los saques de esquina blanquiverdes fueron una tortura para los de Munúa, que no supieron defenderlos.

Los murcianos solo jugaron decentemente arriba y a ratos contados, porque su centro del campo, pese a tener a Molina, Montoro y Pedro León no existió ni a nivel asociativo y, por ende, tampoco en el plano creativo. De lo que se desprende que la llegada de los Larrea, Isi y Pina será fundamental para un equipo que, frente a los blanquiverdes, nunca dio (salvo en siete minutos de la segunda parte) sensación de ser candidato al ascenso.

El lado opuesto

Por contra, el Córdoba de Iván Ania resurgió de las cenizas del partido ante el Ibiza. Todo lo que hizo mal en la primera jornada lo corrigió y sublimó en la segunda. Cierto es que marcar a las primeras de cambio ayuda -y mucho-, pero tampoco lo es que Lapeña ha dotado de empaque a la Defensa, que Casas ha recuperado el gol (tres en dos partidos) y que el mejor Kike Márquez ha llegado.

El Córdoba fue dominador, rocoso y supo contemporizar el tempo del partido, aunque sigue llamando la atención que Ania tarde en realizar los cambios y de cierta sensación de que solo confía en un once, repetido de momento en los dos primeros encuentros.