Domingo García, con la expedición paralímpica españolaDG

Deporte con Alma

Domingo García: «Gracias al deporte he podido solventar mil batallas»

El exatleta cordobés, participante en los Juegos Paralímpicos de Sidney 00', habla sin tapujos de su realidad: «El deporte es el único que no falla»

La vida de Domingo García cambió radicalmente el 24 de octubre de 1995; es decir, hace justo 29 años. Aquella mañana, un accidente laboral terminó con una lesión medular que hizo que su vida diera un giro completo. Siempre ligado al deporte, y después de pasar 18 meses en hospitales e intentar suicidarse en tres ocasiones, recobró las ganas de sentir usando al deporte como aliado. No le fue mal, pues se convirtió en una referencia de la halterofilia de nuestro país y llegó a participar en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 entre otras muchas experiencias que ha querido relatar en esta charla con La Voz.

-Domingo, la vida le cambia de golpe en el 95…

-El día de San Rafael hizo 29 años, concretamente. Estaba en la empresa y tuve un accidente laboral. Me caí de espaldas, me la partí y, encima, con afectación medular. A partir de ahí pasé 18 meses en hospitales. Ahora se dice rápido, pero fueron meses horribles. Y, cuando sales, te encuentras la realidad de la vida. En el hospital lo tienes todo, pero fuera te enfrentas a la vida diaria. Yo vivía en un cuarto piso con un ascensor pequeño donde no cabía la silla. Estuve tres meses sin salir a la calle porque no me podían sacar. Algunos amigos me ayudaban y luego me lo echaban en cara. Decidí pelear, pero caí en una depresión. Intenté suicidarme en varias ocasiones, pero cuando salí de ella acudí de nuevo a mi amigo el deporte. El único que no te falla. Gracias a él he podido solventar mil batallas.

Tenía miedo de que mis hijos se avergonzaran de mi. Me partía el alma

-Habla del aspecto mental. Hace unas semanas fue el Día Mundial. Debió ser duro.

-Hay que hablar sin tapujos. Gracias a la nueva sociedad vamos avanzando, concienciándonos cada vez mejor. Yo me intenté suicidar tres veces. ¿Por qué? Porque mi hijo tenía dos años, mi hija seis y mi mujer era joven. Entonces pensé: «Si me quito de en medio no van a recordarme así». Tenía miedo de que se avergonzaran. Que les dijeran: «Mira, los hijos del inválido». Eso me partía el alma. Hasta que me di cuenta de que la vida no era esto. Con los años mis hijos se han sentido orgullosos de su padre y eso me llena de satisfacción. Además, esto que he pasado me ha hecho ayudar a muchísima gente con charlas motivadores donde no solo ellos salen reforzados, sino que yo también. La vida es muy bonita y hay que vivirla a tope porque problemas tenemos todos.

-¿Le ha hecho conocer el deporte a las mejores personas?

-Fíjate si puedo ser atrevido que puedo poner una línea imaginaria en la que pienso que la gente que hace deporte es compañera, todo bondad y ayuda. Y, la que no, es egoísta, soberbia y recelosa de todo el mundo.

-Pero a usted el deporte no le viene a consecuencia de esto.

-No, no. Empecé a hacer deporte con ocho años. Hacía fútbol, natación y, cuando me fui a la Universidad Laboral, atletismo. Con 13 años hacía 13 segundos en los 100 metros. Era un maquinón. Ya en la universidad descubrí las pesas y comencé a hacer halterofilia. Con 14 o 15 años destaqué y me llevaron a la selección andaluza. Hasta fui a Madrid. Y ahí todo cambió. Mi soberbia y mi carácter agresivo me hicieron romper el cuadro de luces al perder el campeonato de España y me pusieron de patitas en la calle. Lloré en todo el trayecto de vuelta en el tren, pero eso me marcó y me hizo cambiar.

-¿Aquel error le apartó de una buena carrera?

-Era un levantador y un deportista nato. Me afectó muchísimo y me puse a trabajar dejando el deporte de lado. Dos años después creé un club de halterofilia y me puse a entrenar a la gente, después pasé al culturismo como entrenador y profesor. Digamos que en el 93 dejé de entrenar y en el 95 llegó el accidente.

Si lo pongo en una balanza me quedaría con la segunda parte de mi vida

-Hablamos antes de eso, pero es justo ahí donde recupera las ganas por competir. Hasta consigue representar a España en unos Juegos Paralímpicos.

-Mira, de vez en cuando nos reunimos en Sevilla los compañeros de la selección andaluza. Y siempre me dicen que cumplí el sueño de todos. Ir a unos Juegos. Aunque fueran Paralímpicos. Eso es dificilísimo. El deporte me ha dado la oportunidad de ser otra persona y conocer más de treinta países. ¡Hasta me contrató Hugo Chaves como directos de los Juegos Paranacionales! (ríe).

-¿Qué le pasó el día de la competición? Porque iba con aspiración de medalla y no pudo ser... ¿si no hubiera estado enfermo ese día habría caído?

-¡Hombre, sin duda! (risas). Yo no iba a por medalla, sino a batir el récord del mundo. Iba a por todas. Mi subida era espectacular. Siempre pensaba que lo importante no era participar sino ganar. No pudo ser. Pero me quedo con lo demás. Batí 29 veces el récord de España. Y luego conseguí levantar 202’5 kg en press banca, hacía 12 repeticiones con mancuernas de 50 kilos… no estaba mal.

-Y, solo por curiosidad, si pudiera volver a ese día otra vez… ¿lo haría de una manera diferente?

-Es complicado contestar porque lo pasé muy mal. En muchos momentos he echado de menos mi vida de antes. Pero si lo ponemos en una balanza me quedaría con la parte en la que estoy ahora. De la otra manera, sin duda, habría seguido en el deporte, pero quizá de otra manera. Sería un currito más, pero no tendría la oportunidad de ayudar a tanta gente, así que en esa balanza me quedaría con la segunda parte de mi vida, sí.