El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Limia

«De la Posada del Potro a Orive, siempre ha tenido responsabilidad en la materia y siempre daba un paso atrás cuando los fotógrafos desenfundaban sus cámaras»

La rápida enfermedad que se ha llevado por delante a Juan Carlos Limia ha dejado sin aliento al mundo cultural cordobés. La velocidad a la que han sucedido los hechos hace que cueste trabajo comprender que ya no lo verás más, ni que te enriquecerás con sus puntos de vistas, tan respetuosos como fundamentados, con los que podías estar o no de acuerdo pero siempre daban pie a una suculenta conversación.

Juan Carlos LimiaJosé F. Gálvez

Limia ha sido una constante en la actividad cultural del Ayuntamiento: siempre presente pero escasamente visible. De la Posada del Potro a Orive, siempre ha tenido responsabilidad en la materia y siempre daba un paso atrás cuando los fotógrafos desenfundaban sus cámaras, algo inaudito en un terreno en el que los egos se alimentan como si fueran las ocas del Périgord para hacer ‘foie’. El pasado 8 de noviembre, una de las últimas veces que estuve con él, se fallaba el Premio Ricardo Molina de Poesía, del que era secretario y costó Dios y ayuda que se pusiera en la foto junto al jurado, algo inusual en el panorama cultural de esta ciudad.

Como decía, Limia ha tocado todos los palos de la cultura municipal. Pocas casillas le ha quedado por ocupar en el organigrama de esta delegación municipal. Últimamente era director general de Cultura y, además, le cayó ya empezado el mandato la gerencia del IMAE, que no es poco estar al frente de los teatro municipales y por lo que no cobraba. Sumen ustedes también la responsabilidad de estar al frente del Festival de la Guitarra, de la Bienal de Fotografía, de la Noche Blanca del Flamenco o, como ha ocurrido en 2022, del Concurso Nacional de Arte Flamenco, unas citas complejas sobre las que todo el mundo opina.

Quienes han trabajado cerca de Limia saben que su teléfono móvil no descansaba a ninguna hora del día y que en cualquier momento, aunque gruñera, encajaba los marrones de la mejor manera posible. Además, ante cualquier situación compleja siempre salía al frente y daba la cara por los demás funcionarios, algo que estos no olvidan.

Todo ha sido tan rápido que la ausencia de Limia va a ser difícil de encajar. Ya no bajará el tono de voz para hacerte alguna confidencia o para argumentar un análisis sobre algo en lo que no habías caído o podía ser polémico. Ahora sólo toca recordar a quien fue alguien importante en la cultura cordobesa sin buscar el protagonismo, que no es poco.