En la época en la que impera una cultura inane, en el reino de los ciegos (personas sin visibilidad diferente, que dirá alguno) el menos sostenible es el rey. Todo -hasta comer pipas cuando escribo esta columna, con la calefacción para estar en manga corta y con los auriculares dándolo todo por Leiva- lo que sea llevar la contraria es un gesto de rebeldía, revolucionario, como no querer pagar impuestos, usar el transporte público y negarme a montarme en un taxi si no es por fuerza mayor (de todos modos no me van a dejar).

Vaya por delante que cada cual se gana la vida como puede y que suban las tarifas tiene su sentido, aunque hay algunos elementos distorsionadores. Chirrían, en el caso Córdoba, algunos detalles de la subida de tarifas aprobada esta semana en el pleno del Ayuntamiento.

Haciendo caso a las quejas de Podemos sobre el asunto (que ya es mucho creer), la ampliación de la tarifa 3 (más cara) a los viernes se queda en nada comparado con que de Lunes a Miércoles Santo se consideren festivos cuando son días laborables. Pero es menos cuando te cuentan a que los perros guía de las personas ciegas se les cobrará como mascota, ahí la ética casi desaparece. Y esto sin contar que Facua ha denunciado que si vives en las barriadas de Alcolea o Villarrubia, por ejemplo, ya no vives en Córdoba y te cuesta más.

Con los transportes públicos en este plan, al final te haces sostenible porque te vas andando a los sitios o te vuelves a lo vintage y te vas haciendo autostop a El Higuerón.