De este agua no beberéRafael González

Chuck Mangione y la nostalgia

El pasado lunes se conmemoraba el Día Mundial de la Radio y yo no lo celebré, como es costumbre en mí. La radio, que ha sido mi vida profesional, curiosamente no está en el mapa personal de los recuerdos, las añoranzas o la memoria. Fue y ya está. Cuando ando ahora enfrascado en las prisas de una noticia por publicar mientras atiendo otras llamadas líquidas que piden jerarquía, con esa rapidez que lo digital imprime en los procesos informativos, me pregunto cómo lo hice hace más de dos décadas, con cintas de bobina abierta, grabadoras de cassettes o vinilos que se rayaban. Y no lo recuerdo, no me consta, no está. Y sigo con lo mío de ahora que es lo mismo de hace más de dos décadas.

Pero este lunes mi compañero Jesús Cabrera estaba citado en la que fue su casa, Radio Córdoba, para hablar de la radio de hace demasiados años, aunque parezca que fue ayer. Y como con Jesús siempre se aprende algo, traté de escucharlo. Me enganché tarde y sonaba Feels so good de Chuck Mangione. Y durante unos minutos ya nada transcurrió igual, porque la nostalgia me agarró como un catarro de verano, casi sin esperarlo y con ganas de meterte en la cama a pesar del calor. Aquella música fue la sintonía de muchas noches que transitaron desde la incipiente adolescencia hasta los años confusos previos a la mayoría de edad. ‘Nocturno FM’, aquél programa de Radio Córdoba, fue un ejercicio de revolución creativa y un manifiesto sonoro de libertad musical. Algunas de las voces de la época rememoraban en el Día Mundial de la Radio de 2023 los grandes momentos de una efe eme única por la gente que en ella se dio cita como por lo que, supongo que sin saberlo entonces, innovaron en el espectro radiofónico de esta pacata ciudad de provincias que tan pequeña puede resultar incluso en este presente tan sofisticado. Ramón Medina nos deleitó durante un rato eterno con algunos de los que fueron sus compañeros: Pepe Navajas, Rafael Carlos Padilla, Pepa Rosales. Hubo sonoras ausencias de otros y otras. Algunos ya no pueden estar. Y se echó en falta algo más del archivo que quizá en las radios locales no se cuida tanto como en las matrices de la capital.

Dice Diego Garrocho en su libro sobre la nostalgia que nos inventamos días felices porque desde nuestra vanidad no nos gusta reconocer que no todo fue feliz, ni brillante, ni excepcional. No estoy seguro. En los días en los que en aquella efe eme estéreo sonaba Chuck Mangione yo fui muy feliz, estuviera estudiando, atribulado o exhausto tras un día largo. Y no solo yo: el pasado lunes muchos cordobeses, gracias a ese rato mágico en la SER, descubrieron lo mucho que disfrutaron de la vida mientras unos jóvenes como ellos les ponían música desde la radio.

Yo sentí la nostalgia de los días sencillos con banda sonora. La emitida por una radio que se convirtió en vocación y oficio y que ahora, curiosamente, no añoro.