Una visita a Almagro ya resulta por sí misma atractiva por el simple hecho de pasear por unas calles limpias y acogedoras, salpicadas de edificios que dejan entrever la nobleza de otro tiempo; o por la plaza porticada que, con un encanto único, permite apreciar la simetría de verdes galerías acristaladas dispuestas a ambos lados de la misma. Un espacio arquitectónico que se completa admirando la parte inferior, acondicionada a modo de corredor flanqueado por columnas firmes de piedra. Y aquí, la construcción que causa más atracción en la localidad, el corral de comedias, declarado monumento histórico-artístico hace sesenta y ocho años y que según puede leerse en su fachada, «fue construido por D. Leonardo de Oviedo, vecino de Almagro, en 1628, en el patio de un antiguo mesón llamado Mesón del Toro».

El corral de comedias de Almagro conserva su estructura original y permanece vivo porque la actividad no cesa, desde que fuera redescubierto, en un patio que hace pensar en tantos personajes que durante cuatro siglos han ido saliendo a escena así como en las diversas generaciones de espectadores que han resultado fascinados por cada una de las representaciones montadas por tantas compañías que las han ido protagonizando.

Este fin de semana tenía la oportunidad de asistir en este mismo emplazamiento a la puesta en escena de La Celestina, con una magnífica adaptación. Un lugar fascinante para una maravilla de espectáculo a cargo de Umbra Teatro; una compañía de altura que hace las delicias de cuantos se acercan a percibir la función a imagen de lo que ocurriría en el Siglo de Oro. El escenario, las galerías, las sillas de enea, todo te envuelve para formar parte de la magia que desprende este enclave singular.

Y es que el teatro y Almagro van de la mano. En verano es posible disfrutar del Festival Internacional de Teatro Clásico cuya arteria principal es el citado corral de comedias pero que cuenta con otros ambientes en diferentes puntos de la localidad y que supone, sin duda, un maravilloso plan para las noches de estío sin dejar atrás el goce cultural.

Además las artes escénicas tienen otro atractivo más en la villa, el Museo Nacional del Teatro, con sede en los Palacios de los Maestres de Calatrava. Tres espacios permiten al turista hacer un recorrido cronológico por la historia del mismo: del teatro Grecorromano al Siglo de Oro, los siglos XVIII y XIX y el siglo XX. Las salas se completan con un claustro en el que se disponen mecanismos utilizados para la recreación de sonidos y apoyo a la escena.

Una escapada a Almagro es un plan que no defrauda.