La culpa fue de Walt DisneyBlas Jesús Muñoz

La Piedra Escrita

Juanma Moreno aborda algo fácil de entender y casi nunca recibido, que te traten de igual a igual y no te avergüences de nada, mucho menos, de tu forma de hablar

Actualizada 05:00

Las emociones, el pensamiento o la ideología son espacios comunes y propios, que se enlazan y crecen a través de la cultura. Desde la casa donde naciste, el barrio donde creciste hasta el lugar donde acabaste, todo es camino continuo que transitas, casi sin pensarlo.

Y en ese muro, edificado de espacios comunes, de la infancia a la vejez, las imágenes se suceden en una cadencia silenciosa como en una tarde de verano donde las horas pasan despacio. Es entonces cuando recuerdas otras tardes, otros paseos y te recreas en la memoria de la ciudad, desde el asfalto hasta los muros cuyas grietas son las arrugas del paso del tiempo.

Fuente de la Piedra Escrita

Fuente de la Piedra EscritaApple Maps

Así miré muchas veces a la Córdoba que fue, la ciudad callada, expectante, impasible e impactante a los ojos del niño, que surcaba el barrio de San Agustín en bicicleta envuelto en el asombro. Nunca me dio por pensar, cuando pasaba por la fuente de la Piedra Escrita, que el monumento que me llevaba a fabular otro tiempo pudiera servir como símbolo del andalucismo.

Un sentimiento al que se podría poner el «neo» por delante y que se refleja en el rostro amable y sereno del presidente de la Junta, Juanma Moreno, que lo reivindica con seguridad y firmeza, amén de con la tranquilidad de quien sabe que el mensaje cala, porque aborda algo fácil de entender y casi nunca recibido, que te traten de igual a igual y no te avergüences de nada, mucho menos, de tu forma de hablar (nadie debería sentir pudor por expresarse de la forma o en el idioma que sea, puesto que es el don que distingue al ser humano).

Pero regresando a la fuente, esta ha sido usada como ejemplo de diálogo entre las gentes que iban a recoger sus aguas en otro tiempo y que socializaban allí, para abrir ese diálogo al mundo. Ese fue el ejemplo que puso el presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre, durante su discurso en el acto institucional del 28-F. Una analogía cordobesa traslada a lo regional. Su discurso no tuvo grandes novedades y, seguramente, la fuente es más ejemplo de la historia que del sentimiento, pero en un tiempo en que muchos de nuestros congéneres se miran en el espejo de Málaga o Sevilla (mientras se manosea la tradición y se hace alarde de la fiesta y el tópico) se agradece que alguien traiga un pequeño fragmento cordobés que, más allá del sentimiento, trae una certeza: una historia esplendorosa a la que hay que darle un futuro a su altura.

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