Manu Román en Pozoblanco
Llegué a Pozoblanco con ese amigo con el que he ido siempre a los toros. Pero siempre, siempre. Jamás he ido a una corrida sin él. Y él, por su parte, jamás ha ido a una corrida sin mí.
Hablábamos de toros, como es natural:
- Para mi personal forma de entender el toreo hay matadores de toros ( y hasta figuras del toreo ) que nunca serán buenos toreros. Eso no quiere decir que no sean buenos profesionales, excelentes, honrados e inestimables peritos en esto de lidiar toros. Y que estén anunciados en todas la ferias y ganen sus buenos dineros y compren fincas a trote y moche y…
Mi amigo asentía. Me miraba con cara de aburrimiento, como el que ha oído mil veces la misma homilía.
Como teníamos localidad de sol, nos retranqueamos en el bar de la plaza. Buscábamos el frescor. Yo me pedí un ron con coca cola. Él también.
Seguí con mi perorata:
- Posiblemente, todo dependa del significado que se le dé a la palabra toreo. Si uno lo considera exclusivamente como el modo de andar entre toros con más o menos suficiencia, dinamismo y autoridad, mi afirmación sería falsa. Pero si consideramos el toreo como el modo de someter a la fuerza bruta utilizando la herramienta de la delicadeza, la suavidad, el movimiento dormido y eso inexplicable que llamamos “ sentimiento “...entonces mi convicción se fortalece y la afirmación anterior toma fuerza.
Mi amigo asentía. Me miraba con cara de aburrimiento, como el que ha oído mil veces la misma homilía.
Luego pasamos a nuestra localidad. Las banderas se agitaban y los papelillos se aquerenciaban al abrigo de las tablas. Después del paseíllo, se guardó un minuto de silencio por Don Eliseo Moran. Luego sonó el himno nacional. Y yo, no sé por qué, sentí que los pálpitos de mi corazón se desmadraban un poco.
No fue la única vez : cuando toreó Manu Román se me desembridaron de nuevo. Pero no sólo por las faenas realizadas porque las faenas pasan, son instantáneas, son un fogonazo en el espacio y luego desparecen...Me emocioné, sobre todo, por lo que invita a soñar este torero: por la forma de andar al animal y por la forma de ponerse delante del toro, ofreciendo el pecho de frente, enfrontilado…Por la inspiración, por el detalle del remate, porque se siente torero… Por darle los medios, a pesar del viento, a un novillo reservón que sólo embestiría ahí. Por vaciarse en los muletazos, la muleta tersa, y el trazo curvilíneo. Por jugársela al natural, a pesar del viento: pero sin ventajas, echando sin ayuda la bamba de la muleta al hocico. Y porque si sigue andando así a los toros, si sigue colocándose de ese modo, no va a poder torear mal nunca. Aunque quiera.
Mi amigo, ése con el que siempre voy a los toros, me dijo:
- Este niño nos pone en la carretera otra vez.
Asentí. Y dije:
- Al final, los toreros se dividen en dos : los que te ponen en la carretera. Y los que no.
Eché la vista a tras: me acordé de El Fino y tantas plazas donde lo vimos: Sevilla, Antequera, Écija, Málaga, Huelva, El Puerto, Jerez, Granada…Manzanares, Almagro, Mérida… Úbeda, Baeza, Jaén, Linares…Madrid, Pontevedra…Y tantos amigos y familiares con los que viajaba en pos del torero y que ya no están. Y de cómo nos unió el toreo, el buen toreo, reforzando los vínculos que nos unían. Y de cómo ese buen toreo me mantiene aun ligado a su memoria y para siempre…
Un extraño sentimiento me golpeó los adentros. Y pensé que, a lo mejor, la vida es un eterno retorno y que todo lo hermoso vivido, vuelve de nuevo.
A mi amigo también le golpeó en los adentros ese mismo sentimiento. Mi amigo también se acordó tantos amigos y familiares con los que viajaba y que ya no están. Y de cómo ese buen toreo los mantiene aun ligados a su memoria… Mi amigo también pensó que, a lo mejor, la vida es un eterno retorno y que todo lo hermoso vivido, vuelve de nuevo.
Y es que ese amigo al que me refiero, con el que siempre voy a los toros, soy yo mismo.
Había caído la tarde y la brisa era fría. Me dio un repelús. Pero la vida y el buen toreo, seguían. Cogimos el coche. Fuimos en silencio un buen rato. Luego, empecé a contarle al buen amigo que siempre va conmigo lo que pensaba escribir sobre Manu Román y Pozoblanco.
El sonreía. Luego citó el verso de Antonio Machado:
"Quien habla solo espera
Hablar con Dios un día "
Seguimos avanzado en la noche. Al coronar Cerro Muriano, nos sorprendieron las luces de Córdoba brillando agazapadas, melancólicas, adormiladas al abrigo del Guadalquivir…