El portalón de San LorenzoManuel Estévez

Las Angustias, brote de jazmín

Como cofradía de Semana Santa es la más antigua de Córdoba y es fundada con el propósito de hacer penitencia

Todos los años disfruto viendo pasar a la Virgen de las Angustias por la calle Muñoz Capilla, muy cerca de las Rejas de Don Gome. En esta calle recordábamos a los Durán Marques, a Pepe Puerto, Antonio Espino, Enrique Repullo, a don Cayetano, a Antonio Trenas y a los González, dueños de las Bodegas el Gallo. Mucha y muy buena gente que amaron a Córdoba con todas sus ganas.

Nos sorprendió ver los ventanales de las Rejas de Don Gome llenos de personas presenciando la procesión en el interior, personas éstas que daban la sensación de que no eran de Córdoba. Quizás no supieran que desde antiguo a la Marquesa de Viana, doña Sofía de Lancaster, le gustaba que el Patio de las Rejas estuviera en la quietud para que la 'Cineraria híbrida', que ella cuidaba con tanto esmero, pudiera comunicarse con el paso de la Virgen de las Angustias y que fuera en el patio con sus flores, sus naranjos trepadera y su solemne serenidad, donde se reflejaran los ecos majestuosos del Paso de las Angustias.

Virgen de las Angustias

El séptimo propietario del palacio, Gómez Fernández de Córdoba y Figueroa -V señor de Villaseca(1647-1704)- heredó de su antecesor, el IV señor de Villaseca, el patronato de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias a favor del señorío de Villaseca. Este documento se encuentra en el Legajo. 65, Expediente nº 2, de AHV. de Córdoba.

La hermandad

En pleno siglo XIV y antes de que se fundara la hermandad ya existía en Córdoba, según se ha podido demostrar en un interesante documento que se haya en la Biblioteca Nacional, el culto a una Virgen de las Angustias en el convento de San Pablo. Este documento es una declaración jurada de la señora doña Leonor López de Córdoba, hermana de San Álvaro de Córdoba, donde relata que en la capilla del Rosario -donde está su sepulcro y el de su marido, Ruiz Gutiérrez de Henestrosa, que ella misma llegó a visitar con frecuencia- existía una «Virgen Amortecida», expresión que se empleaba entonces para referirse a una imagen de la Virgen con su Hijo en brazos (Las Angustias). Todo ello, sigue explicando doña Leonor, pintado en una tabla y dispuesta ésta por los condes de Oropesa, titulares de la capilla, con inscripciones latinas que hablan del linaje de David.

Como cofradía de Semana Santa es la más antigua de Córdoba y es fundada con el propósito de hacer penitencia, propio este sacramento de aquellos tiempos próximos todavía a la Edad Media. Su fecha de fundación es el 13 de marzo de 1558 y de aquel acto pudo dar fe el escribano don Luis Núñez de Toledo en un documento fundacional que fue firmado por el hermano mayor don Andrés de Heredia y por el superior de los padres agustinos Fray Diego de Soler. En un principio se contaría con una pequeña imagen de las Angustias y una Cruz, tomando la hermandad posesión de la capilla de la Magdalena que le habían cedido los padres agustinos y colgando un retablo pintando en lienzo de la Virgen de las Angustias.

Sabemos de forma inapelable que esta hermandad se puede considerar especialmente única. El Papa Alejandro VII tuvo gran deferencia con ella concediéndole bulas e indulgencias para sus cofrades. También Pio XI le concedió bulas e indulgencias a sus hermanos. Hubo cardenales y obispos que hicieron lo mismo. Finalmente, el rey Felipe II, queriendo pertenecer a esta hermandad, le daría el atributo y respaldo de Real. Tal así que no serían pocos los miembros de la realeza que llegaron a tener relación de compromiso con esta hermandad. Entre ellas podemos citar al propio rey Alfonso XIII, a la reina María Cristina y a varias infantas. Así, poco a poco, esta Real hermandad fue adquiriendo especial relevancia, y aunque estaba en San Agustín, fue considerada de todos los cordobeses y ciudad. Nobles y gente adinerada quisieron pertenecer a ella alcanzando la notoriedad máxima en los sucesivos siglos XVII, XVIII, XIX, y XX.

Llegado el momento, la hermandad, bien orientada por los padres agustinos, decide encargar al cordobés Juan de Mesa, discípulo muy aventajado de Martínez Montañés, unas imágenes del Señor y la Virgen que marcaron época en el arte de la Piedad. No hay entendido en arte que no haya reconocido que se trata de la Piedad más maravillosa que pueda existir en toda España. La imagen fue terminada en 1626, tres días después de la muerte del autor, por lo que no pudo disfrutar de ver su obra terminada.

El importe de las imágenes supuso un total de 4.400 reales, una cantidad muy importante para el habitual de ingresos que tenía la hermandad, por los que los componentes de ella se las tuvieron que ver y averiguar para recabar esos fondos y atender a los pagos que había que liquidar con los herederos de Juan de Mesa. Afortunadamente, la cofradía siempre contó con una organización muy eficaz y esa eficacia le valió y mucho cuando en 1722 los frailes agustinos plantearon que las imágenes eran propiedad del convento. Así, solamente la presentación de los recibos de pago realizados por la hermandad pudo lograr que la Chancillería de Granada fallara a favor de ésta dicho pleito de propiedad. Tampoco podemos dejar de enaltecer el estilo y la seriedad de esta hermandad que pudo con los intentos de algunos obispos (1744), guiados por el celo de la Ilustración, de cambiar algunas cosas que formaban parte de la esencia de la Semana Santa y de la propia cofradía.

Quisiéramos destacar aquí a un hermano mayor, don Amador Naz Román, industrial que estuvo ligado a la hermandad durante varias décadas, con una labor muy fructuosa que le permitió muchos reconocimientos públicos. Entró en 1948 por nombramiento del obispo Fray Albino y nunca vería terminar su mandato pues continuó siempre «a la cabeza» de la hermandad. En 1959 recibió el título de Prioste de Honor de la hermandad a perpetuidad en reconocimiento a su gran labor realizada. Este hombre desplegó su inconmensurable amor tanto a la hermandad de las Angustias como a todas las instituciones cordobesas que le precisaron. También fue muy querido en el aquel entonces incipiente mundo de las Peñas y por su reconocida categoría de gran jugador del dominó. Cuando falleció en 1966, la iglesia de la Compañía se quedó pequeña para acoger a las personas que acudieron a despedirle. La plaza de toros de los Tejares lució durante varias décadas su nombre puesto en los burladeros de la plaza. Como decimos, siempre le gustó colaborar con todo el mundo y fue por ello inmensamente querido y reconocido.

Momentos complicados

No hace falta decir que las elecciones del año 1936, con el triunfo del Frente Popular, alteraron de forma funesta el ambiente religioso y la propia Semana Santa en sí. Efectivamente, el mismo Diario de Córdoba nos da cuenta de que fue la única hermandad que hizo su desfile en la Semana Santa del 36, previo acuerdo de su junta directiva, que se reúne a primeros de abril de ese mismo año. En todo momento contaron con el apoyo del gobernador Civil, pero también con la indiferencia del alcalde, Manuel Sánchez Badajoz, que según parece ordenó que se apagaran los faroles habituales de la fachada del Ayuntamiento. También es necesario recordar que, con el estallido del 18 de julio, la iglesia de San Agustín fue incendiada esa misma noche siendo las mujeres del barrio las que se preocuparon de proteger a la Virgen y llevarla a los sótanos de la casa «El Chivero». Junto a estos desagradables relatos tampoco vamos a pasar por alto aquellos acontecimientos del año de 1961, en que se pudo escuchar: «que se llevaron a la Virgen de las Angustias con alevosía, de forma secreta y metida en una furgoneta de reparto».

La ocupación francesa

Durante estas fechas de ocupación francesa no podemos dejar de mencionar el ultraje al convento de San Agustín, siendo con fortuna que la hermandad había trasladado a la iglesia de San Nicolás las imágenes de las Angustias, volviendo éstas solemnemente a su iglesia después de que se marcharan los franceses el 15 de enero de 1815. En aquellas fiestas de salutación a la Virgen de vuelta a su casa predicó don José María Muñoz Capilla, que como fraile de San Agustín, había sido expulsado junto al resto de compañeros de orden por los franceses.

Para seguir sumando anécdotas de nuestra querida imagen contaba el ingeniero Antonio Muro Romero que su padre, relacionado con el tema de arte y las imágenes, participó y fue testigo de un «boceto» en donde las imágenes aparecían dispuestas en la forma de la Virgen a los pies del Cristo yacente.

Tampoco quiero dejar de recordar la entrevista que le hacen al marqués de Fuensanta del Valle, hermano mayor de la Cofradía, donde este comenta que las cofradías se desenvuelven en muy estrechos límites económicos. Las cuotas de los hermanos no eran suficientes ni para pagar los gastos del desfile. Es por ello que esta hermandad recurrió siempre a los festivales taurinos para obtener ayudas.

Y, por último, no hay posibilidad alguna de olvidar cómo, en 1935, Federico García Lorca vino a Córdoba con la intención de presenciar la salida del paso de la Virgen de las Angustias y se encontró con aquella plaza de San Agustín llena de gente, donde unos intentaban cantar su saeta, otros le aplaudían y la mayoría contemplaba a la Virgen con cierto respeto. El poeta granadino iba acompañado por el poeta cordobés José María Albariño al que, presenciando la salida de la Virgen y de poeta a poeta, le diría: «A ti como poeta, te diría que aquí no hay que hacer poesía pues ya la salida de la Virgen es puro poema, donde la luz de las velas que la ilumina aclara la sinceridad de su gente que la admira».